Capítulo 5: La iglesia

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Cuando oímos el rudio fuimos al callejón a mirar que había pasado, resultó que fue un vagabundo dormido que se despertó de la nada, nos dimos un susto, pero no fue para tanto. Cada uno llegó a su casa y descansamos, dormimos y como que el día siguiente era sábado no me desperté hasta la hora de comer, comí y me fui a dar una vuelta por ahí. Estaba con los cascos escuchando canciones de mi grupo favorito y me crucé con Nerea, una antigua compañera de misa con la que tenía mucha confianza.

- ¿Marc? - dijo ella.

- ¿Nerea? - dije yo - ¿Qué haces aquí?

- Estaba paseando un rato, ¿Y tú? - dijo ella.

- Pues más o menos igual que tú - dije - ¿Cómo te va todo?

- Bien, sigo con mis libros y lo mío, ¿Y tú? - preguntó ella - ¿Sigues yendo a misa?

- Pues bien, como siempre - dije - ¿A misa? No, lo dejé en su momento y no me interesa volver ahí, ¿Hacen algo interesante?

- Nada nuevo, lo de siempre - dijo Nerea - que si el cura con el sermón, que si las abuelas marujeando... En fín, nada nuevo.

- Vaya... - dije yo - Este domingo podemos ir si quieres, para recordar los viejos tiempos.

- Me parece bien, pero será un aburrimiento, ya sabes.

- Si, lo sé, pero será divertido si estamos los dos - dije yo.

- Tienes razón, pues mañana te espero en la puerta de la iglesia, no tardes - dijo ella.

- Tranquila no tardaré - dije -  sabes que soy puntual.

Después de ese reencuentro con mi antigua compañera de misa seguí con mi vuelta. Llegué a casa a las cuatro de la tarde y me tumbé en mi cama, poco rato después de eso me llamó Lucy para decirme si podía salir un rato, le dije que si. Me reuní con ella en la estación de trenes de nuestra ciudad.

- Buenas - dije - ¿Cómo es que me has llamado?

- Pues... Para ver si podías quedar o algo - dijo ella.

- Aquí estoy - dije - es buena señal, ¿No?

- Si - dijo Lucy con una sonrisa - ¿Vamos a dar una vuelta?

- Me parece bien la idea - dije -  ¿Dónde?

- ¿Qué te parece el parque de las fuentes? - dijo Lucy.

- Vale, me parece bien - dije - total, nos lo pasaremos genial.

- No lo dudes - dijo Lucy.

Fuimos al parque de las fuentes, era un parque en el cual había una fuente muy grande en medio de un lago lleno de patos, cuando se hacía de noche era muy bonito observar la fuente, porque las luciernagas brillaban y el agua refresacaba en verano. Todo estaba bien, había silencio, paz, no había nadie molestando, era el escenario perfecto. Estaba ella acurrucada a mi. Rompí ese silencio.

- Sabes Lucy, tengo algo que decirte - dije yo.

- Dime Marc, ¿Qué quieres decirme? - dijo Lucy.

- Mirame un momento - dije.

- ¿Para qué quie...? - le interrumpí con un beso.

- Esto era lo que quería decirte - dije sonrojado.

- ¿De verdad qué...? - dijo Lucy.

- Si, lo tenía escondido, pero si - dije.

No hubo más palabras, el resto del tiempo nos estuvimos besando. Esa tarde fue genial, agradecí mucho a Lucy que me llamara, más que nada porque sinó creo que no le hubiera mostrado mis sentimientos. La acompañé a casa y luego me fui a la mía, cené y me fui a la cama, me tenía que preparar para el día siguiente. Me levantó Nerea tirándome un vaso de agua para que despertara de mi profundo sueño.

- ¡Despierta dormilón! - dijo Nerea.

- ¿Qué hora es? - dije medio dormido.

- En veinte minutos empieza la misa - dijo Nerea - así que vamos, será la última vez que pisemos la iglesia, solo para recordar los viejos tiempos.

- Vale, me daré prisa, espérame fuera de mi habitación - dije.

- Vale, no tardes.

- y una cosa, ¿Cómo has entrado a mi casa?

- Pues me ha dejado entrar tu madre - dijo Nerea - quería que te despertará.

- Nunca cambiará... Bueno, ahora salgo.

Me cambié rápido y desayuné con Nerea y mi madre. Después de desayunar fui a la iglesia con Nerea y entramos, cogimos asiento y esperamos a que el cura hiciera lo mismo de siempre, su sermón. Cuando por fín llegó y empezo el sermón, Nerea y yo estábamos callados sin prestar atención. Empezé a escuchar cuando escuché algo que me sorprendió: "... Y aquellos que no cumplan sus promesas o juramentos son pecadores, merecen ser castigadios y si es necesario, fulminados por el ángel exterminador de los delincuentes cristianos, aquellos pecadores que solo llenan de ilusión a las personas y luego las dejan sin nada más que palabrería y nada de actos, son aquellas personas las que hay que juzgar en el juicio, para saber si deben vivir o morir, y por eso, mis queridos hermanos...". Esa parte de la misa me dejó mudo, no paraba de pensar en la muerte de Saül cuando el cura dijo esa parte de su biblia. La iglesia de nuestra ciudad lo que tiene es que el cura muestra la biblia tal y como lo es, pero la modifica un poco a su gusto, por lo tanto se hacen un tanto divertidas y emocionantes. Cuando la gente se iba le dije a Nerea que me esperase fuera, quería hablar un momento con el cura, pero el cura me dijo que estaba ocupado y que no podía atenderme, me dijo que me pasara por las doze de la noche, un poco tarde, pero tenía que aclarar mis dudas.

Ya eran las once y media, salí de mi casa y fui a la iglesia, la puerta estaba abierta y entré, allí estaba el cura esperándome.

Valle agrietadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora