Capítulo 11: La hoja

10 1 0
                                    

La ambulancia llegó muy rápido. Estuve en observación dos días. Estaba en mi habitación medio dormido cuando apareció la doctora. Miró unas hojas y me dijo:

- Desbes seguir tomándote la medicación - dijo la doctora - has estado a muy poco de morirte, ¿Sabes?

- Me lo imaginaba - dije - ¿Cuándo podré irme a casa?

- Cuando acabemos de hacerte las pruebas - dijo - ¿Tienes medicación en casa?

- Si, bastante - dije.

- Perfecto, ahora espérate a que venga el doctor.

- Está bien.

 Llegó el doctor y me llevó a una sala etraña. Me hicieron las pruebas y me déjaron otra vez en la habitación. Vino la doctora y me dijo que ya podía irme. Llamé a casa de Lucy y ella bajó, nos fuimos hacia mi casa. Estábamos en mi habitación hablando.

- ¿Estás mejor? - dijo ella preocupada.

- Sí, tranquila estoy bien.

- No em des estos sustos... - dijo con cara triste - pensaba que te perdía, ¿Sabes?

- No me perderás, ¿Sabes? - dije para animarla - Porque no quiero perderte Lucy.

- Me abrazó - ¿De verdad?

- Sí, de verdad - dije sonriendo.

- Te quiero Marc -dijo Lucy.

- ¿Crees que yo no? - después de decir esto la besé.

Tuve una tarde con ella asolas, ¡Qué tarde! Después cuando ya se hizo de noche llamó a sus padres para decirles si podía quedarse a dormir en mi casa. Le dijeron que sí. El padrastro le puso pegas, pero su madre es muy simpática. Dentro de poco iría acenar a su casa, espero que no se monte ningún numerito. Después de unos ricos macarrones, una ensalada y un poco de merluza fuimos a dormir.

Esa misma noche, en la iglesia, pasava algo que no sería nada bueno para la gente de la ciudad. Era una noche tormentosa con rayos y truenos, una noche desdichada. El cura y el guardian hablaban:

- Este es el último de hoy - dijo el guardian - ¿Debo hacer alguna cosa más?

- No - dijo el cura - este es el último, el que completará la cruz prometida.

- ¿Nada más? Que bien... Yo sólo quiero ir a por el chico ese.

- No tengas prisa, ten paciencia - dijo el cura -  pronto podrás ir, pero esta vez con más poder.

- ¿Más del que tengo? - preguntó el guardian sorprendido.

- Si, tú sólo mira y ya está.

El cura alzó cuerpo hacia arriba, apareció una cruz detrás del cuerpo y unos clavos delante, lo cruzificaron. Nada más hacer esto con el último cuerpo apareció una puerta en medio de la iglesia, se abrió y apareció Nacero. Se cerró y la puerta se desvaneció.

- ¿Me echabais de menos? - dijo Nacero.

- Nunca cambiarás - dijo el cura riendo - te hemos llamado para que cumplas tu función.

- Entiendo, ¿A quién le doi el aumento de poder? - dijo Nacero.

- A mi - dijo el guardian - ¿Aprenderé alguna habilidad nueva?

- Sí, la ilusión - dijo Nacero - serás el mejor ilusionista de esta ciudad.

- Me gusta la idea, ¿Empezamos? - dijo el guardian impaciente.

- Vamos, ve al altar - dijo el cura.

En cuanto el guardian subió al altar, Nacero pusó las manos en su cabeza y recitó unos versos en latín. De golpe un aura negra rodeó al guardian, se pusó en su cuerpo y entró en él. Su poder era mayor que antes, mucho mayor.

- ¿Cómo sienta un éxtasis de poder? - dijo Nacero.

- Duele un poco, pero ya me acostumbraré - dijo el guardian.

- Será difícil de controlar al principio - dijo el cura - oye, ¿Por qué vas detrás de Marc? ¿Sólo por qué es...?

- No lo digas - dijo el guardian - si, sólo por eso.

- ¿De verdad quieres que lo sepa? - dijo Nacero.

- Sí, algún día se lo diré - dijo el guardian.

- Verás... Bueno, da igual, haz lo que quieras - dijo el cura - luego lo que pasé será tu problema.

- Lo sé - dijo el guardian - pero sabes que ni tú ni yo somos quienes aparentamos ser.

- Lo sé, pero yo no voy detrás de Lucy a "salvarla" del novio de mi ex-mujer - dijo el cura.

- ¡Callad ya! - gritó Nacero - Id a buscar más gente para ser mis víctimas.

- Está bien - dijo el guardian.

Se dispersaron y las luces de la iglesia se apagaron.

Lunes, era fiesta en nuestro instituto. No me desperté hasta las doce. Me levanté y Lucy no estaba, ví una nota de ella que decía lo suiguiente: "Me he tenido que ir por que tenía prisa, lo siento. De Lucy". Fui a la cocina y cogí lo primero que ví. Cogí una pastilla de la caja y me la tomé, después salí a dar una vuelta. Me dirigía al parque para relajarme cuendo, al cruzar la esquina, me encontré con Nerea.

- Hey Marc - dijo Nerea.

- Buenas - dije - ¿Algo nuevo?

- No, bueno si, ¿Sabes que hay un nuevo cura en la iglesia?

- ¿En serio? - dije - Pues no sabía nada.

- ¿Vamos a conocerle? - dijo Nerea - sólo para ver como es, ¿Te parece?

- Vale, no tengo nada más interesante que hacer así que...

Fuimos a la iglesia y ahí estaban los dos curas. Nos acercamos y nada más vernos el nuevo nos ofreció la mano.

- Un placer conoceros, queridos hermanos - dijo el nuevo cura.

- ¿Cómo os llamais? - pregunto.

- Yo soy Nerea y él es Marc - dijo Neres antes de que pudiera reaccionar.

- Encantado, soy el padre Julián.

- Igualmente - dije.

- Marc, me gusta la marca de tu brazo - dijo el padre Julián.

- Sin saber que decir dije - Gracias... Es un tatuaje que me hice hace dos años.

- Marc, ¿Desde cuándo tenías ese tatuaje? - preguntó Nerea - Nunca te lo había visto.

- Es que se disimula muy bien - dije nervioso.

- Bueno, un placer haberos conocido - dijo el cura mirándome a los ojos - A ver si nos vemos alguna vez por aquí.

- A ver - dije riendo.

Cuando le miré a los ojos me sentí extraño, como si algo me hiciese presión en el pecho. No le dí importancia a ese hecho. Volvimos de la iglesia y Nerea se fue a su casa. Yo de camino a la mía ví una hoja en el suelo, la cogí y ponía lo siguiente: "A las doce de la noche te espero en el parque". Había una insignia extraña. A los cinco metros más adelante me encontré con la misma hoja, miré atrás y no estaba la hoajd e antes. Me asusté un poco la verdad, no sabía que estaba pasando. Me puse la nota en el bolsillo del pantalón. Más adelante me encontré otra vez la nota, miro el bolsillo del pantalón y no estaba. Tenía miedo, no comprendía nada. Decidí ir a ver que pasaba con esa hoja.

Eran las doce, estaba en el parque. De la nada apareció una niebla de arena, se dispersó y había una hoja que decía lo siguiente: "No mires atrás". No hice caso y miré atrás, allí estaba el guardian.

Valle agrietadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora