Capítulo 6: La cruz prometida

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- ¿Qué te trae por aquí hijo mío? - preguntó el cura.

- Verá... Es un pelín difícil que me crea usted padre, ¿pero ve la marca de mi brazo? - dije yo - Pues esta marca es cuando...

- Lo sé hijo, lo sé, la leyenda es famosa, ¿Sabes? - dijo - ¿Por qué os meteis en estas cosas los jovenes?

- Fue una cosa rara padre, pero era por si usted sabía algo al respecto.

- No sé gran cosa, pero ven el miercoles - dijo - supongo que ya tendré algo.

- Gracias padre - dije - perdón por si le he molestado.

- Tranquilo hijo, puedes irte en paz.

 Me fui y en cuanto salí de la iglesia y las puertas se cerraron el cura dijo algo.

- No sabía que ese valle muerto aún podría proporcionarme víctimas, tendré que contactar con él, me ayudará con los preparativos.

No supe lo que dijo porque yo ya estaba fuera y no sabía nada. Llegué a casa y dormí. Me levanté muy temprano, no me lo podía creer, yo madrugando. De camino al instituto me crucé con Esther.

- ¡Buenos días campeón! Ya me han contado lo de ayer pillín - dijo Esther.

- ¿Tan rápido? Si es que... - dije - Bueno, algún día os tendríais que enterar.

- ¡Qué suerte tienes! Es una chica de las que no quedan, cuidamela - dijo Esther - porque sinó... - dijo riendo.

- Claro que lo haré - dije un poco indignado - ¿Con quién crees que estás hablando?

- Vamos que sinó no llegamos - dijo ella.

- ¡Voy! - dije mirando el móvil. 

Llegamos a clase y, como no, estaba el profesor de ética sentado en la silla, un lunes por la mañana. Después de esa hora y otras dos más sonó la campana del patio. Fui a coger un refresco a la maquina del pasillo, allí estaba Sergio sentado en un rincón.

- ¿Qué te pasa? - pregunté intrigado.

- Cosas familiares, nada del otro  mundo -  dijo él deprimido.

- Sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, ¿Verdad? - dije.

- Si... Pero de verdad, estoy bien - dijo Sergio.

- Está bien, me voy, hasta luego.

Me preocupé bastante, no era normal en el estar así. No me creía lo de "Cosas familiares", era lógico que había pasado algo entre él e Irene. No fui a preguntar, más que nada para no ser muy cotilla. Llegué a la zona donde nos juntamos siempre en el patio y allí estaban Lucy, Laura, Vanesa y Luis. Yo pensaba que ya sabían lo mío con Lucy, pero se sorprendieron bastante cuando la saludé.

- ¿Cuando ha... pasado esto? - preguntó Luis sorprendido.

- Ayer - dijo Lucy sonrojada.

- Me alegro mucho por vosotros - dijo Laura -  se notaba mucho pillines.

- ¿Tanto? - dije intrigado.

- Sois adorables - dijo Vanesa.

- Gracias - dijo Lucy -  tampoco es para tanto, creo.

- Me tengo que ir - dijo Vanesa - adiós.

- Adiós - dijo Laura.

- llegó Esther y me dijo - Marc, te llama Alberto, no sé que quiere.

- Voy, ahora vengo chicos - besé a Lucy y me fui.

Ni me dijeron donde estaba Alberto ni pregunté, así que no sabía donde buscarlo. Al cabo de unos diez minutos apareció con mala cara.

Valle agrietadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora