- ¿Preparado para la batalla? - me preguntó el guardian.
- Sí, pero antes dime, ¿Por qué haces esto? - pregunté.
- Para salvarte
- ¿Para salvarme de qué?
- De una muerte dolorosa y lenta
- No me vengas con tonterías.
- Si no me quieres creer... - me atacó - preparate para la pelea.
Empezamos la pelea de espadas, al principio íbamos por igual, pero después él comenzó a ganarme territorio. No sé porque, pero de la nada apareció Nacero con Lucy. Estaba muy sorprendido, no me esperaba que Lucy apareciera aquí, y menos con Nacero.
- ¿Qué hace este aquí? - le preguntó Lucy a Nacero.
- Es parte del juego - dijo Nacero - tú sólo observa.
- ¿Qué pasa aquí? - pregunté con sopresa, en ese momento el guardin me clavó, no muy profunda, la espada en el brazo izquierdo.
- Nunca le des la espalda a tu enemigo - dijo el guardian - ¿Puedes seguir?
- Claro que puedo - le dije.
Volví a concentrarme en la batalla y, esta vez, le clavé mi espada en su pecho. Escuché un: "Estorbo..." de Nacero y, de la nada, apareció detrás del guardian y le clavó su propia espada. Se desvaneció por completo. No podía creer que mi padre se hubiera ido, empecé a llorar.
- ¿Qué pasa nenaza? ¿Lloras por la muerte de un insignificante humano? - dijo Nacero.
- No era un cualquiera, ¡Era mi padre! - en cuanto dije esto la cara de Lucy cambió.
- Da igual, no era nadie en especial.
Me lanzé contra él y empezamos a luchar con las espadas, tenía la rabia a mi favor. Pero la cosa se complicó, Nacero tenía más maestría con la espada de la que pensaba. Me estaba ganando territorio por momentos, me tenía arrinconado. Me iba a cortar cuando Lucy se pudo en medio y ella recibió el golpe. No podía creerlo, todo lo que quería en este mundo se esfumó en un segundo. Sus últimas palabras fueron un: "Lo siento". Me quedé paralizado ante esto, no sabía que hacer ni como reaccionar.
- ¿Por qué has...? - antes de que pudiera acabar ella se desmayó.
- Tranquilo, no está muerta - dijo Nacero, me dió la espalda y se desvaneció.
- Vuelve... Vuelve... - decía yo mientras cogía a Lucy en brazos.
No sé como, pero en me desmayé meintras andaba por el desierto. Antes de desmayarme Nacero apareció y me dijo algo. Me desperté en mi cama. Tenía curiosidad por saber como estaba Lucy, me levanté y fui a verla. Pero no hizo mucha falta que fuera, porque ella estaba con Sergio en la calle. Me acerqué a ellos y les ví besándose.
- Hey chicos - dije - ¿Qué tal?
- Bien - dijo después de besarla como si le fuera la vida en ello - ¿Y tú?
- ¿Sabes qué? - dijo Lucy - Hoy Sergio y yo hacemos dos meses.
- ¿Cómo? - pregunté - pero si hace dos días estabas conmigo.
- Pero si no te conozco de nada, ni siquiera sé como te llamas.
- Pero si... - Sergio e interrumpió.
- Déjalo Marc, lo habrás soñado - dijo Sergio.
En cuanto dijo eso le cogí del cuello y le pegué un par de puñetazos. No sabía porque Sergio se estaba aprovechando de Lucy, no era normal en él. En poco tiempo Sergio se había vuelto un cabrón de los que no hay, increible. Era un domingo, no había nada que hacer y la gente se aburría en casa. Llamé al grupo para explicarles esto, quedamos en el "City place". Cuando por fín estábamos todos en el bar entramos y nos sentamos. Sólo vinieron Laura, Luis y Esther, Ramón estaba en el hospital.
- Chicos, Lucy ya no vendrá a nuestro grupo ni nada - dije.
- ¿Por qué? - dijo Laura.
- ¿Se ha enfadado? - preguntó Luis.
- No exactamente. Veréis... - les expliqué todo lo sucedido - Pero nosotros decimos que tiene amnesia, ¿Vale?
- Joder... No me puedo creer que haya pasado todo esto - dijo Esther.
- Ya... Y lo de Sergio es muy raro, él no es así - dijo Luis.
- Llamadme loca, pero creo que ese tal Nacero le ha hecho algo a los dos - dijo Laura.
- Podría ser, pero dejemos de pensar y actuemos - dije - no ahora, pero más tarde sí.
- Me parece bien. a propósito, ¿Cómo está Ramón? - dijo Esther.
- Bien, ayer le llamé - dijo Luis - parece que soy el único que se preocupa por él - dijo bromeando.
- Calla, los demás también aunque no lo parezca - dijo Laura riendo.
- Bueno, lo importante es que Ramon está a salvo - dije riendo.
- ¿Brindamos una en su honor? - dijo Esther.
- Venga va - dije yo - pero suavecito, que mañana nos toca el plasta de ética.
- ¿Suavecito? - preguntó Luis intrigado.
- Ya me entiendes - dije.
Tomamos una copa y nos fuimos cada uno a su casa. Yo seguía pensando, una y otra vez, en lo que le había pasado a Lucy y a Sergio. No podía creer eso, no eran ellos. Después de ver la cruz prometida no puedo para de pensar que, a lo mejor, estaban ahí. Esa noche no podía dormir, así que me fui a dar una vuelta. Me encontré a Esther.
- ¿Qué haces aquí? - preguntó ella.
- Dar una vuelta, ¿Y tu? - dije yo - ¿No deberías estar en la cama? - dije bromeando.
- ¿Quien sabe? - dijo ella acercándose a mi y cogiéndome del cuelo - Quizás quiera estar en otra cama.
- ¿A dónde quieres llegar Esther? - le pregunté sin saber que hacer.
- Tú sólo sígueme - me dió un beso y se fue por la calle hasta mi casa.
- ¿Quieres entrar? - le pregunté.
- Claro, ¿Dónde está tú habitación? - me preguntó.
- ¿Ves esa puerta? pues esa.
- Espérame fuera, ¿Vale?
- Como quieras.
Esperé unos cinco minutos y escuché un: "Puedes entrar". Entré y estaba Esther sin nada puesto y tapada con la manta de la cama. No sabía que hacer.
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Valle agrietado
Gizem / GerilimEn una plaza de una ciudad cualquiera un grupo de conocidos deciden ir en busca de tranquilidad a un pueblo alejado de la ciudad durante las vacaciones. Una vez han llegado al pueblo y se han instalado en el hotel se van al bosque y se pierden. Desp...