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Estaba borracho, lo sabía, todo se movía y se sentía ligero como una pluma, todo lo que ocurría iba a en cámara lenta, de atrás hacia adelante y luego retomando el flujo de tiempo normal y se sentía sensacional. Las luces de colores ambientaban el lugar y la música estridente solo elevaban el hype del momento y se estaba divirtiendo, se estaba divirtiendo muchísimo. No se preguntaba qué hora era pese a que su padre le había dicho que solo tenía permiso hasta media noche, sabía que no debía desobedecer, pero era joven y a veces las reglas podían romperse un poquito.

Se tambaleó hasta la pista de baile con un su bebida en mano, hacía rato que había perdido a sus amigos de vista, pero en ese momento no podía importarle menos; una pelirroja de pecas y bellos ojos marrones se encontraba bailando y mirándole al ritmo de Sorry not sorry de Demi Lovato, era una chica preciosa y por lo que sabía no asistía al mismo colegio que él, pues la hubiera recordado con semejante cuerpo. Dio un último trago a su vaso con cerveza y lo arrojó al suelo sin cuidado, lo último que había pensado en ese momento era en mantener el suelo limpio.

La chica lo recibió con una amplia sonrisa, Harry no podía decir si ella estaba tomada o algo, pero no le importó ser descarado y sujetarla de las caderas, acariciándola lentamente. No era que él fuera de esos que iban por allí teniendo sexo con cualquiera, de hecho podía decirse casi inexperto en el tema, pero con Cho, Romilda y Cedric como pasados sujetos de prueba podía decir que sabía al menos, como cuidarse de embarazos y enfermedades de transmisión sexual. Por lo general no lo hacía, tener sexo con desconocidos, pero llevaba bastante tiempo sin contacto de ese tipo y si la chica estaba dispuesta a un intercambio de sexo oral, él no iba a oponerse.

La pelirroja se aferró a sus hombros y le miraba intensamente, como si quisiera comérselo ahí mismo y aquello solo lo hizo sentir mucho más caliente, un hombre de dieciséis años no debía ser expuesto a ese tipo de torturas. La canción cambió una y otra vez sin que Harry las reconociera, música sin voz que resonaba estrepitosamente. Los jóvenes a su alrededor no parecían ponerles atención en lo más mínimo, todos estaban demasiado ocupados bailando, bebiendo o vomitando y Harry no podía estar más agradecido, lo último que necesitaba era que se hablara de lo infiel que Harry Potter podía ser, pues no era secreto que éste tenía una novia, una que había dejado atrás cuando se había mudado y a la que supuestamente quería.

Y entonces, cuando comenzaba a sentirse un poco culpable ella lo besó, húmedamente, descaradamente, aferrándose al nido de pájaros que él llamaba cabello y joder que le gustó, bien podía ser por el alcohol, pero se encontraba completamente desinhibido y el recuerdo de Cho llorando, como siempre, se desvaneció rápidamente, mientras el sabor cereza le invadía, haciéndolo sentir repentinamente emocionado, le emocionaba estar engañando a su novia con una desconocida en un lugar donde cualquiera podía mirarlo y le importaba una mierda.

El beso terminó poco después, la pelirroja se veía bastante satisfecha consigo misma, tal vez por haber causado en Potter aquella expresión de excitación y expectación. Pasaron un rato más mirándose y bailando al ritmo de la música, hasta que un chico que Harry no conocía se acercó con botella en mano y les ofreció directamente de ella, tanto él como la chica aceptaron, aun a sabiendas de lo peligroso que era aceptar bebidas de desconocidos.

El alcohol impregnó en su garganta, haciéndola arder y causándole una mueca extraña que hizo reír a su acompañante, de repente pensó que tal vez no debía beber más, pero no tuvo tiempo de cavilar aquella información, la pelirroja se había inclinado hacia él y le había susurrado:

—¿Por qué no vamos al cuarto oscuro?

Una pregunta directa, sin rodeos, sexo fácil y sin compromiso. Harry asintió torpemente mientras sujetaba a la chica de la mano y la arrastraba hasta el cuarto que se habían dispuesto para aquellos cuya necesidad principal se había vuelto obtener un buen polvo. Nunca le había hecho gracia eso de hacerlo en un lugar tan público y sabía, por sus amigos, que en aquel cuarto encontraría a más de una pareja, y no estaba seguro de querer compartir aquel momento con nadie, pero tampoco era que tuviera otro lugar en mente para hacerlo y los baños no eran una opción, pues eran incluso menos privados.

impossible MALFOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora