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Harry odiaba ser observado, odiaba que hablaran de él y ser el centro de atención, siempre le había parecido molesto y desde que había llegado a Hogwarts, había luchado fervientemente por pasar desapercibido, fallando rotundamente. Su enemistad con Draco Malfoy, el muchacho más popular del colegio le había ganado el reconocimiento ante todos como el único alumno en todo Hogwarts capaz de hacerle frente al príncipe de las serpientes sin temor a salir herido de manera física y emocional. Sin embargo, el que lo consideraran un héroe no hacía menos desagradable estar en boca de todos, mucho menos cuando la razón por la que hablaban era la enorme mancha morada en su pómulo derecho, justo el lugar en que Malfoy le había soltado el peor golpe que jamás hubiera recibido.

Después del espectáculo en su apartamento, donde Malfoy se enfrentó cara a cara con Remus y Sirius, Harry había regresado a su habitación y había encontrado a Draco con un gesto contorsionado por la furia y con lágrimas en los ojos por la misma razón, sostenía entre sus manos una de las fotografías que Harry había robado de Lupin y en cuanto notó que Harry cerró la puerta no dudó en golpearle el rosto con saña.

—No sé lo que piensas que sabes, pero no te metas en esto, Potter y más te vale mantener la boca cerrada si no quieres terminar con todos los huesos fracturados. —Le había dicho antes de marcharse y arrojarle la fotografía hecha bolita.

Y tal vez Harry le hubiera respondido que había sido el mismo Malfoy quién lo había terminado de involucrar en todo aquello, pero había estado muy ocupado en el suelo sujetándose el golpe y maldiciendo en voz baja. No solo se había metido en problemas con el rubio, si no con su propio padrino y su novio, y realmente se sentía jodido, él no había querido estar en medio de todo aquello, él no había querido causar tantos problemas y mucho menos haber recibido aquel golpe que aún después del regreso a clases seguía tan fresco como cuando recién se lo habían dado. Pero definitivamente Harry sabía que lo había jodido cuando poco después Sirius apareció en la puerta de su casa con todo y maletas, Black había puesto fin a su relación de años con Remus por culpa del jodido Draco Malfoy.

Sin embargo, y pese a todo pronóstico, Malfoy no había dejado de lado la apuesta y seguía manteniéndolo a su lado, aunque Harry sabía que probablemente solo lo hacía para fastidiarlo a él, a sus amigos y a Remus quién no había vuelto a mirar a Harry a los ojos desde que Sirius lo había dejado. El rubio no dudaba en tratarlo como a algún tipo de amigo/sirviente y aunque a Harry no le parecían sus modos, siempre terminaba cediendo, no sabía si por lastima o por culpa, pero lo hacía, siempre y cuando le afectara solo a él y no al resto, y es que Draco Malfoy había tenido el peor humor del que jamás se le había visto en Hogwarts, ya no necesitaba de provocaciones para fastidiar a su prójimo, lo hacía a cada segundo, cada que tenía oportunidad y el colegio estaba aterrorizado.

Harry sin embargo comprendía que, aunque estuviera mal, aquella era su forma de protegerse del daño, sabía que Draco sufría y quería que todo el mundo se hundiera con él, por que Malfoy era de ese tipo de personas, si él no era feliz, nadie podía serlo. Y era peligroso, no solo para las personas que le rodeaban, si no para sí mismo; el rubio había dejado de ser el alumno perfecto, muy rara vez entregaba sus tareas, a veces no llegaba a clases, Harry incluso lo había descubierto bebiendo descaradamente de una botella de wiski que guardaba en su casillero o fumando en los jardines.

Cuando llegó febrero la apuesta finalmente había concluido y para ese momento, Harry era el único amigo que Malfoy conservaba, a la fuerza pero lo hacía, el resto parecía haberse cansado de sus desplantes y de sus groserías y habían decidido darle su espacio, y tal vez Potter hubiera hecho lo mismo, pero era un hombre de la palabra e iba a cumplir con su apuesta. Sin embargo aquello no significaba que no estuviese harto, ya había perdido la cuenta de la cantidad de veces que mandaba al rubio a la mierda y luego regresaba a seguir cumpliendo con su castigo. Y es que su relación con Malfoy era bastante extraña, lo odiaba pero no podía estar lejos de él, mucho menos cuando lo veía tan jodido por todo lo que había pasado.

impossible MALFOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora