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No podía estar enamorado, no de nuevo, no de un hombre, no otra vez, definitivamente debía haber un error, porque él había jurado solemnemente no volver a sentir nada ni mínimamente parecido después de su mala experiencia con Remus Lupin, el idiota de Remus Lupin, que le había ilusionado, le había hecho conocer el cielo y las estrellas y al final todo había sido, en palabras del profesor: "ideas suyas". Y definitivamente no quería volver a pasar por una humillación como aquella, le había tomado bastante tiempo recuperarse de aquella patada a su ego y no iba a soportar otra, mucho menos viniendo de Harry Potter, el estúpido que se había colado quien sabe cómo bajo su piel y le había robado noches de sueño, como si fuese la tonta protagonista de alguna ridícula película de amor.

Se había convencido por todos los medios que aquello no era verdad, que solo estaba alucinando, que él no podía sentir nada que no fuera cariño fraternal por aquel moreno de malos gustos para la moda, cero modales en la mesa e irritante cabello desordenado, porque en el mundo no existía persona más opuesta a él y todos lo sabían, la gente ni si quiera se explicaba cómo es que se habían llegado a convertido en amigos, aunque en realidad la respuesta era excepcionalmente fácil, entre Draco Malfoy y Harry Potter había una química extraordinaria y peculiar que Draco había percibido la primera vez que sus ojos grises se habían posado en los orbes verdes de Potter, la razón principal por la que le había golpeado en el rostro, la sensación había sido tan abrumadora que solo había acertado a golpear a Potter justo en la nariz.

Y Draco sabía que Potter lo había podido sentir también, pero estaba aterrado, aterrado de estar equivocado y quedar en ridículo una vez más, aterrado de que Harry le dijera lo mismo que Remus un par de años atrás, que todo había sido su confusión y que en realidad esas miradas de anhelo, los roces casuales y las sonrisas brillantes habían sido producto de su retorcida imaginación a falta del cariño de sus padres. Y era realmente difícil, porque cada que veía a Harry podía jurar que éste se derretía por él, pero lo mismo había pensado de Lupin y había sido el más grande error de su vida.

Cuando se había enamorado de Remus, en su tercer año de colegio había estado dispuesto a todo por él, tal vez porque había sido su primer amor. Había estado dispuesto a dejar de lado su apellido, su fortuna, a su familia y a su futuro, y de haberlo hecho seguramente hubiera perdido, porque Remus no le correspondía y los Malfoy no tenían lugar para un marica en la familia, o al menos así de claro se lo había dejado su padre cuando había insinuado que tal vez, solo tal vez, los chicos le iban tanto como las mujeres. Al final, no había obtenido a Lupin, pero había conservado el cariño de sus padres y su dinero y su fama y aquello había estado medianamente bien para él, no para su corazón, su corazón había estado destrozado.

Pero lo que había sentido por Harry no se comparaba ni un poco a lo que hubiera sentido antes y era extraño, por que le quería, le quería hasta los huesos pero también quería golpearlo en el rostro cada que se pasaba de idiota, y no entendía bien a que se debía aquello, pero definitivamente no se había sentido así por nadie, ni por Remus, ni Astoria, ni ninguna de las amantes que tuvo para convencerse de que su etapa de enamoramiento por los hombres había sido precisamente eso, una etapa que no se volvería a repetir, que a él solo le iban las vaginas y los pechos y las cinturas estrechas, no los brazos fuertes ni los músculos marcados, ni el cabello corto, ni la barba mal rasurada, mucho menos la piel morena, los ojos verdes esmeralda, ni los labios gruesos, ni las espaldas anchas o las ridículas gafas redondas.

Probablemente, el segundo peor momento de su vida, había sido cuando realmente se había dado cuenta de sus sentimientos por Harry, poco después de que éste le hubiese salvado la vida cuando habían querido acribillarlo. Había entrado en pánico, le había costado muchísimo mirarlo a la cara o dirigirle la palabra y la mayor parte del tiempo, cuando lo visitaba en su corta estancia en el hospital solía hacerse el dormido, mientras Potter dejaba las notas de clases junto a la cama y decía cosas como "Vas a recuperarte", "No voy a mentirte, nadie en el colegio extraña tus gilipolleces" o "Abre los ojos Malfoy, creo que ya he olvidado que tono de gris eran". Pero cuando menos se había dado cuenta ya no había podido mantenerse lejos de él y entonces fue que su amistad comenzó a tomar forma y él ya había aceptado que tal vez, Potter si movía en él algo, algo parecido al amor.

impossible MALFOYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora