Capítulo 20

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Los rayos de sol que entraban desde la ventana despertaron a Alice, que se encontraba dormida frente a Sam. Alice pudo apreciar cómo su compañera dormía pacíficamente y posó su mano en la frente de Sam y pudo darse cuenta que su fiebre había desaparecido. Eso la alivió. Y con la yema de sus dedos, decidió recorrer la cara de Sam muy suavemente, recorrió su nariz, sus mejillas... sus labios. Se veía tan pacifica mientras dormía...

Sam se empezó a mover, al sentir el sol en su cara, se movió con tanta brusquedad que chocó su frente contra la de Alice. Sam no quería abrir los ojos, pero alguna extraña razón sentía la necesidad de hacerlo. Al abrirlos se encontró con unos ojos miel, que eran tan calurosos como el sol. Tanta devoción sentía por ellos que inconscientemente posó su mano en la cintura de Alice y la atrajo más hacia su cuerpo. Por su parte Alice no opuso resistencia, ya que ella también estaba inminentemente pérdida en esos ojos marrones que le transmitían en ese momento... soledad, a la castaña le gustaba mirarlos, sentía que podía perderse en ellos y en su profundidad, sentía que ocultaban tantas cosas, ella quería descubrirlos, tomarle fotos a cada uno de sus gestos y analizarlos por horas.

Sam a su vez, a pesar de no recordar muy bien como llego ahí, se sentía segura, aquello era todo muy extraño y loco, pero cerca de Alice se sentía segura, sus ojos le brindaban calidez, cosa que a ella siempre le faltaba. Al cabo de unos minutos en esa posición, fue Sam la que rompió el silencio.

- Hace calor - Se quejó en voz alta, y Alice río. Aquel comentario indicaba que ya se sentía mejor.

- Es por la calefacción - explicó - debería apagarla y encender el aire acondicionado - Al levantarse agarró su celular y vio la hora, 7:15 am, rápidamente agarró la pastilla, que estaba en la mesita de noche, junto con un vaso de agua y se la extendió a Sam - Tomate esto.

- Estoy bien, no lo necesito - Negó Sam con voz algo débil.

- Mira, tomar esto prevendrá que tu fiebre aparezca, así que tienes dos opciones tomarla para que estés bien o no tomarla y volver a quedar inconsciente por una fiebre de cuarenta - Amenazó Alice muy seria y a Sam no le quedo de otra que obedecer. Más que todo porque si se oponía sabía que Alice le iba a seguir discutiendo.

Una vez levantada y después de vigilar que Sam se tomará su pastilla, Alice cerró la ventana, apagó la calefacción y encendió el aire, vio como Sam decidía no salir de la cama aun y prefirió seguir durmiendo. La castaña salió de su cuarto para preparar el desayuno, pero vio que su madre se le había adelantado.

- Buenos Días - Saludó Anna amorosa.

- Bendición - Pidió Alice al verla.

- Dios te bendiga - Responde Anna - ¿Cómo está Sam?

-Mejor - respondió con una sonrisa al recordar el momento que habían tenido – Había despertado, pero apenas encendí el Aire se volvió a dormir

- Está bien - dijo riendo - es bueno que descanse.

- Ma, tú crees que Sam haya escapado de su casa - Alice sentía mucha curiosidad. Era algo innato de ella, no lo podía controlar.

- Es tu amiga, tu deberías saberlo - Alice soltó un gran suspiro.

- Es que ella y yo no somos tan cercanas en realidad

-No lo parece – Dice con ironía – ¿A qué se debe?

- Es que ella es... muy complicada - Volvió a suspirar – No sé cómo explicarlo, a veces es una idiota y luego simplemente es genial, pero también sé que tiene muchos problemas y... como te digo, es complicada.

- Bueno, las personas son complicadas por algo, tal vez existe algo más grande que ellos que las complique y a lo mejor sólo necesiten a una persona con una espada que corte su nudo gordiano. - Explicó Anna, sabiendo que ese Consejo serviría para que Alice se acercara más a Sam.

No Soy Una Buena InfluenciaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora