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Hyojong en un rápido movimiento unió sus labios con los de Kino en un beso feroz, Kino volteó su cara pero estaba claramente en desventaja al ser menos fuerte que el rubio. Hyojong agarró con una mano la cara de Kino volteandolo.

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Hongseok se acercó a Yuto y lo volteó. Yuto dejó caer el vaso por la sorpresa, momento de descuido que Hongseok aprovecho para unir sus labios moviéndose duramente, Yuto se resistió y cuando su cuerpo al fin se digno a seguir sus órdenes, estampo una mano en la mejilla de Hongseok y se alejó de él tan rápido como pudo.

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Hyojong tumbó a Kino en la cama y antes de Hyojong volviera a lanzarse contra Kino algo o más bien alguien lo tiró, Yuto había entrado al cuarto y era obvio que al ver semejante escena no lo iba a permitir.

¿Que mierda les pasaba por la cabeza a ese par de locos? Yuto estampó su puño en la cara de Hyojong abriendole el labio. Hyojong lanzó una risa sarcástica y regreso el golpe.

Kino reaccionó un poco tarde pues por la puerta ya se veía a Wooseok entrando al cuarto, el alto tomó a Yuto separándolo del rubio. Kino se dió cuenta cuando los otros chicos aparecieron; Shinwon tomó a Hyojong para evitar que se fueran nuevamente a los golpes.

Kino no se había percatado de las lágrimas que ahora bajaban por sus mejillas, estaba bastante asustado, para empezar nunca había sido besado por un chico mucho menos de esa forma tan dominante, mucho menos se imaginó que Yuto llegaría justo a tiempo para ayudarle a quitarse de encima Hyojong.

Kino se sitúo al lado de Yuto, el pelinegro quería darle más golpes a Hyojong pero en cuanto vió a Kino tan asustado, con las mejillas empapadas y temblando por la conmoción se calmó un poco.

-¿Que pasa? ¿Por qué lo golpeas?- preguntó Hui entrando al cuarto observando impactado aquella escena.

- Que te diga ese hijo de perra- respondió Yuto dirigiéndose de forma despectiva al rubio que en vez de ofenderse por la forma en la que Yuto lo llamó parecía más bien halagado.

-Se ha molestado porque le he dado un inocente beso a Kino- si Yuto se había calmado, el comentario sin vergüenza de Hyojong lo hizo enfurecer nuevamente. Wooseok lo agarró justo a tiempo evitando así una nueva pelea.

-No seas estúpido, pídele una disculpa a Kino-

-¿Por qué te afecta? ¿Qué es él de ti?-

-No tengo porque darte explicaciones hijo de perra- Yuto estaba colérico, no sabía qué hacer, mucho menos que decir.

Hyojong se quedó callado, alzó su dedo del medio, pero antes de que pudiera hacer cualquier otro movimiento Shinwon lo sacó del cuarto, yéndose con ellos Hongseok y Jin Ho.

Hui y Wooseok se quedaron con Kino.

-¿Qué pasó?- esta vez fue Wooseok el que rompió el silencio, mirando detalladamente pudo darse cuenta de algunas marcas rojas en el cuello de Kino, bajo su vista y vio otras marcas en sus brazos, cuando levantó la mirada para ver a la cara de Kino se dió cuenta que igual tenía ese tipo de marcas en el rostro.

Kino seguía llorando cuando comenzó su relato, ¿quién lo hubiera imaginado? a pesar de toda la mierda que vivía en aquel entonces el miedo no era nada comparado a lo que acababa de sentir, nunca se había sentido tan impotente, se sentía sucio. Para cuando terminó de contarles lo sucedido Kino ya se había calmado un poco.

- Ese maldito estúpido- Hui reaccionó antes. Wooseok y Yuto seguían en shock.

-Pero estoy bien mira- Kino levantó las manos con aire jovial fingiendo una sonrisa, si bien era cierto que estaba bien aún seguía demasiado asustado.

-Si Hui, siéntate, apenas acabas de salir del hospital, ¿Que planeabas hacer? ¿Ir y reclamar cuando Yuto ya lo hizo? Yuto fue la protección de Kino, déjalo ya- Wooseok quién era el más impulsivo sorprendió a todos con sus palabras.

-¿Cuando creciste tanto?- preguntó Hui secándose una falsa lágrima, arrancando en el acto unas risas por parte de todos.

Su conversación duró unas tres o cuatro horas como mínimo, de alguna manera tenían que ponerse al día con lo sucedido en sus vidas después de no hablar durante bastante tiempo.

Cuando Yuto y Kino se quedaron solos, el silencio invadió la estancia, Yuto se aclaró la garganta y Kino se giró prestando toda su atención al pelinegro.

-¿De verdad estás bien? perdón, por no haber llegado antes- admitió Yuto con la culpa en el cuerpo, cosa que a Kino le pareció tierno.

-Si, no deberías preocuparte más por eso, estoy bien- Yuto asintió y el silencio volvió a reinar, pero esta vez Kino rompió el silencio- Gracias- Yuto lo vio confundido.- Por lo de hace un rato quise decir, gracias- Yuto se sorprendió.

-No es algo por lo que debas de agradecer, yo solo........ No quiero que nadie te haga algo- aunque Yuto tenía sentimiento por Kino, el pelinegro miro a Kino quien se vio sorprendido por las palabras llenas de sentimientos de dolor, de cariño y de algo más que era imposible describir con palabras porque era un sentimiento tan hermosa y tan puro como pocos.

Ambos se quedaron viendo a los ojos, poco a poco se fueron acercando, hasta sentir sus respiraciones cerca, Kino tomó la iniciativa y besó a Yuto, que aunque estaba sorprendido correspondió el beso abriendo un poco su boca para dejar entrar a Kino.

Se besaron con profundidad, con sentimiento, con pasión y necesidad, se separaron cuando el aire se empezó a hacer escaso en sus pulmones, tomando un pequeño respiro unieron sus frentes por un segundo, como si no se quisieran ir, el beso había sido mágico, a Kino le dio las esperanzas para seguir adelante, a Yuto lo ayudó a liberarse de todos esos sentimientos reprimidos en su pecho.

Nuevamente unieron sus labios tratando de demostrarse sin palabras los sentimientos que encerraban en los más profundo de sus delgados y cansados cuerpos.

Yuto tomo la nuca de Kino profundizando el beso, haciendo gemir a Kino por la cantidad de sentimientos desbordantes que traía. Con ternura Yuto rompió el beso y hundió su cara en el cuello de Kino aspirando su aroma, a naranja, si era naranja con tal vez jazmín, aspiro profundamente para llenar sus pulmones de aquel olor, quería guardarlo en su memoria, quería nunca separarse de Kino.

Kino estaba agradecido de haber encontrado a Yuto en el momento preciso ni antes ni después; Yuto llegó a recoger los pedazos que quedaban del pobre castaño, protegiéndolo y resguardando su frágil corazón de los peligros que lo rondaban. Yuto era lo que él necesitaba.

Separándose un poco ahora fue el turno de hundir su cara en el pecho del japonés, sintió el calor del cuerpo ajeno, acercó su oído y pudo oír las palpitaciones hacerse aún más rápidas, soltó una pequeñas lagrimas de felicidad.

Se recostaron en la cama, metiéndose bajo el suave y mullido edredón, y se abrazaron sin mediar palabra, pues solo querían quedarse juntos hasta que la muerte les llegará, hasta que sus corazones fallaran y sus respiraciones se detuvieran, hasta que sus cuerpos se enfriaran; pero juntos, porque no tolerarían pasar un segundo más sin sus voces o haciéndose compañía el uno al otro.

Por primera vez en mucho tiempo Kino no se sintió asustado.

-Te quiero Kino, más de lo que las palabras pueden expresar- dijo Yuto en un susurro

InocenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora