Regresé a casa caminando, maldiciendo todo a mi camino, maldito árbol, maldito perro, maldita casa, maldita cabina telefónica... había decidido traer lo que quedaba de mi bici a la casa, si la dejaba con Graham posiblemente hubiera desaparecido. Mi casa era poco espaciosa como para meter una bicicleta en la sala de estar, así que me había acostumbrado a dejar a la bicla afuera amarrada con la cadena. Pero en vista de lo sucedido debía ser cuidadoso y vigilarla todo el tiempo. Esa misma semana decidí gastar todos los ahorros que me quedaban en un nuevo cuadro para bici, era mejor que el anterior por supuesto, era más ligero, más lindo, más cómodo pero un poco más costoso. Pasé la mañana del domingo rearmando la bicicleta con el nuevo cuadro y le quedó perfecto. Mejor de lo que yo esperaba, se veía genial.
Sin embargo no todo en la vida sale bien... me había pasado vigilando que mi bicicleta no fuera robada hasta el miércoles, cuando sucedió lo inevitable.
Iba saliendo de la escuela, como todos los días tomé la ruta más corta, esa sería una tarde especial, ya que había invitado a mis amigos a mi casa para ver una película en Netflix–si íbamos a ver una película, esta vez no haríamos una orgía gay, en serio...- así que me apresuré para llegar a casa pronto y aprovechar para limpiar antes de que llegaran los chicos. Mi prisa combinada con mis pensamientos revueltos hicieron que me olvidara completamente de asegurarme de amarrar bien la bicicleta con la cadena. En mi desorden me fui así, dejando a la bici sin protección alguna.
Los minutos pasaron volando, mi mente solo se concentró en lavar los platos sucios de toda la semana y trapear el suelo lleno de polvo y tierra. Y vaya que me costó algo de trabajo, no recordaba la última vez que había hecho un buen aseo a la casa. Cuando terminé por fin mi labor de aseo, me senté a descansar un rato en el sillón amarillo de la pequeña sala de estar, con la mirada fija en la televisión apagada, me sentía como un zombi, un zombi de la limpieza.
"Crash" un ruido metálico me sacó de mi estado de trance post-limpiatorio. Me di cuenta de que el ruido provenía desde afuera, así que con mucho cuidado me asomé por la ventana a observar lo que ocurría en mi jardín delantero: ahí estaba, esa maldita rata estaba a punto de desarmar mi hermosa bicicleta. El jodido ladrón era un chico no mayor a diecisiete años.
Era esa mi oportunidad de hacerle un favor al Burnage, abrí la puerta de de casa y corrí hacia él. El estúpido chico se asustó y se levanto del suelo para huir, dejando su herramienta en el suelo. Corrí tras él y, cuando estuve relativamente cerca me lancé sobre él derribándolo. Quedé cara a cara con ese estúpido niño ladrón, me bastó sólo una mirada para darme cuenta de que era un maldito raro.
Aunque quedé sorprendido ante lo lindo que era, su piel era blanca y tenía ojos muy azules, sobre ellos sus dos enormes cejas parecían unirse. Aquellos ojos me miraban llenos de lágrimas, pero yo estaba demasiado enojado como para sentir algún tipo de lástima por él.
–Aaahhh... idiota. ¡M-Me lastimas! Suéltame por... por favor.–su voz rasposa suplicante era hermosa.
–¡Eres una maldita rata!–grité enojado.
–¡Déjame ir! Aaahhh, me duele.
–Maldito mocoso, esto es por haberte robado mi cuadro y por haber causado tanto daño en el vecindario.–No pude contener mi enojo y mi excitación. Había atrapado al ladrón de bicicletas del Burnage. Me sentí como Light Yagami en su plan de Kira "yo soy la justicia", sólo yo podía castigarlo al tenerlo en mis manos. Le solté un duro golpe a puño cerrado, el cual aterrizó en el ojo derecho del chico. Chilló de dolor y, al intentar defenderse me proporcionó un certero golpe en mi perfecta nariz–oh no, mi hermosa nariz–haciendo que esta me sangrara un poco, el golpe no había sido tan fuerte como el que yo le proporcione, pero si me había causado un poco de dolor. Me aparté de él y corrí por un palo que había visto tirado, cuando me volteé dispuesto a molerlo a palos, me di cuenta de que el chico se había ido. Maricón.
–¡Damon!–la voz de Graham retumbó en mis oídos.
Me di la vuelta y a media calle venían mis amigos corriendo, seguramente habían presenciado la "épica pelea" que me había aventado con el cejota.
–Chicos...–salió de mi apenas audible.
–Damon, estás sangrando.–Alex sacó un pañuelo de su chaqueta y comenzó a limpiarme la sangre que salía de mi nariz.
–Muchas gracias, Alex.–agradecí. Los miré con un poco de vergüenza. Nos encontrábamos en un incómodo silencio, yo no supe qué decir, ellos al parecer tampoco, pero después de unos cortos minutos que parecieron siglos, Dave decidió hablar.
–¿Qué sucedió? ¿Quien era ese chaval?
–No sé exactamente cómo ocurrió todo esto, a decir verdad fue muy rápido y...–respiré hondo y sentí como la sangre regresaba por mis fosas nasales–lo vi intentando desarmar mi bicicleta, supuse entonces que se trataba del famoso ladrón del Burnage. Quise hacer justicia por mi propia cuenta y bueno, ustedes vieron el resto.
–Vaya, para haber robado tantas piezas de autos y bicicletas es demasiado joven.–comentó Graham.
–Si, parece ser un chico de instituto, era obvio a pesar de no llevar uniforme.
-Si, bueno, pero la próxima vez que lo vea, me las pagará.–caminé hacia la casa, mis amigos me siguieron y mientras el resto de la tarde transcurría con normalidad nos olvidamos del asunto.
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Weird Kid →Diam
FanfictionLa vida de Damon Albarn era monótona y aburrida, como la de cualquier chico de veintiún años que en pleno 2017 prefiere ir a la universidad en bicicleta en lugar de pedir un Uber para transportarse. El barrio en el que vivía era relativamente tranqu...