Al día siguiente, me desperté como siempre para ir al colegio. Preparé mis cosas–como todos los días–y salí de casa en mi bicicleta, tomando la ruta de siempre. La primera clase era la clase compartida que tomaba con el grupo de Alex y Dave, adoraba esas dos horas a pesar de que la materia era una completa mierda debido a que el profesor era un anciano que chocheaba mucho.
Al llegar a la sala de música, corrí con mis amigos.
–Hey, Damon. ¿Cómo estás?–Preguntó Dave.
–Guapísimo como siempre, mi querido Dave.
–Seas mamón, Damon.–respondió Alex con una ligera risa.
–Graham aún no llega, ¿cierto? –pregunté al mirar su lugar y notar que sus cosas no estaban ahí.
–Oh no, no vendrá. Me llamó anoche diciendo que tenía mucha fiebre.–dijo Dave mostrándonos aquel mensaje de texto. Efectivamente, Gra había puesto el emoticón de la carita con fiebre. 🤒
–Oh... ya veo, eso quiere decir que estaré solo durante cuatro horas... creo que moriré.
–Tal vez mañana ya esté mejor.–respondió Alex–Aunque si sigue sin presentarse los siguientes días, vete preparando para una dramática muerte solitaria.
–Bueno, cambiando de tema... ¿Se enteraron ustedes de lo que está sucediendo en el Burnage?
–¡A la madre, Dave! ¡Damon vive cerca de ahí!–Alex parecía un completo estúpido al gritar eso de forma tan chillona.
–No, no me he enterado de nada. ¿Qué está sucediendo en Burnage?–pregunté con cierta preocupación.
–Bueno, sucede que desde la semana pasada se han presentado robos a las bicicletas de los vecinos. Nadie sabe quién está detrás pero sospechan que podría ser una banda de delincuentes peligrosos.
–Vaya. Day, deberías tener cuidado tú también.–me dijo Alex con ese aire maternal que en ocasiones me causaba cierto calor interior.
–No se preocupen chicos, mi barrio es cien por ciento seguro.–dije intentando creérmelo yo mismo al tiempo que recordaba como a la vecina de la casa de enfrente le habían robado la ropa interior del tendedero.
–Aún así, deberías de tomar precauciones.Esos ladrones aprovechan cualquier oportunidad para robar lo más que pueden.–me dijo Dave poniendo su mano en mi hombro.
–Descuiden, seré cuidadoso.
–Oigan, muchachos ¿qué día es hoy? ¿Acaso no deberían estar en sus casas celebrando con su familia y jugando con los regalos que les ha traído Santa Claus? –había entrado el profesor a la sala de música para dar inicio a la clase. Aún no entendía cómo era posible que el profesor Jenkins siguiera dando clases ahí. Aquel hombre era veterano de guerra, comenzó a trabajar en la Facultad de Música el mismo año de su inauguración. La escuela era vieja, igual que la memoria de aquel anciano.
–Profesor Jenkins.–Alex levantó la mano derecha para pedir la palabra.–Aún faltan 62 días para Navidad .
–¿Ah si? Damon, ¿podría decirme que día es hoy?–se rascó la calva.
–Hoy es 24 de Octubre, señor.–respondí mirándole con cierta preocupación.
–Phhhh... oh, chicos. Lo siento, lo había olvidado.–caminó hacia su escritorio.–Bueno, comencemos la clase de hoy...¿alguien puede decirme qué dice el teorema de Pitágoras?
Si, era una clase de teoría y análisis musical, pero a veces se le iban tanto las cabras al pobre viejo Jenkins que terminaba creyendo que daba clase de cálculo integral y diferencial.
Después de la aburrida clase en la cual solo vimos quince minutos de teoría musical y una hora con treinta minutos de explicaciones trigonométricas, el profesor Jenkins nos dejó ir.
–La sigue clase la tenemos libre, Damon.–comentó Alex.
–La señorita Dixon se rompió la pierna, así que tal vez falte durante un largo tiempo.
–¿No deberían verificar si les asignan un sustituto?–Pregunté, acorde con mi actitud de alumno comprometido.
–Ummmhhh, si. Deberíamos pero suena mucho más interesante ir a comer una hamburguesa afuera, o quizá ir a la tienda de discos...
–Bueno, Damon. Nos avisas si decides saltarte la clase, estaremos en el puesto de hamburguesas de la esquina.–Dave tomó la mano de Alex y ambos salieron corriendo.
Decidí conservar mi historia académico sin una sola falta, así que me resigné a tomar las dos clases restantes sin la compañía de Graham. Seguramente muchos pensarán que soy un exagerado y que soy muy dependiente, pero la verdad es que sin Gra yo estaba completamente solo; no hablaba con los chicos de mi clase pues eran unos completos imbéciles y no digo que Graham y yo no lo fuéramos, sino que el nivel de estupidez de el resto de los chicos no combinaba con el de nosotros. Además, Graham y yo habíamos estado juntos desde la secundaria y siempre había sido así: Graham y Damon, Damon y Graham. La relación Coxon-Albarn era algo difícil de entender para el resto de las personas, pero para nosotros era de lo más natural.
Al final del día decidí regresar a casa por la ruta de siempre, pero justo un segundo antes de montar mi bicicleta recibí un mensaje. Mi celular vibró en mi bolsillo y lo saque para desbloquearlo y observar el mensaje de texto. Era de Graham, necesitaba que le llevara algunas medicinas. Por supuesto, como buen amigo que soy le respondí que sí. Así que monté mi bici y me dirigí a la farmacia más cercana.
Al llegar a casa de Graham toque el timbre en repetidas ocasiones–ya que era esa nuestra clave secreta–y él abrió la puerta cubierto hasta la cabeza con una manta azul con bordados de unicornio.
–Dames.–sonrió y el brillo llenó sus ojos cafés detrás de sus gafas.–Pasa, no te acerques mucho a mí, porque podría contagiarte.
–Gra, te extrañé mucho.
–¿Me extrañaste a mí o a mi tarea?–levantó una ceja.
–Por supuesto que a ti, mi querido nerd.–le extendí la bolsa con medicinas.
–Gracias.–dijo tomándola entre sus manos y analizando el contenido.
Nos quedamos conversando un rato y le pasé los apuntes de ese día. Cuando llegó el momento de irme, Graham y yo quedamos sorprendidos ante lo que vimos al salir de su casa: mi bicicleta había sido desarmada, se habían llevado el cuadro. Gilipollas...
–Oh, Damon. Lo siento tanto.–se tapó la cara avergonzado.
–¡Mi bicicleta! ¡Puta madre! Aaahhh.–me enojé tanto que un sabor amargo inundó mi boca. Malditos ladrones.
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Weird Kid →Diam
FanficLa vida de Damon Albarn era monótona y aburrida, como la de cualquier chico de veintiún años que en pleno 2017 prefiere ir a la universidad en bicicleta en lugar de pedir un Uber para transportarse. El barrio en el que vivía era relativamente tranqu...