Liam: No compartiré mi cama

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¡Por Dios, Liam! Estás todo mojado.—Peggy corrió al baño por una toalla.

Es porque estuviste con Damon ¿verdad?—dijo el tonto de Noel mientras me observaba desde el comedor.

Muy gracioso, Noelio.—tomé la toalla que me ofrecía mamá y me seque con cuidado.

Por cierto, Liam. ¿Los padres de Damon?...

—Están felices lejos de él. Están en Colchester disfrutando de la vida.—interrumpió Noel.

Oh, ¿entonces no tiene a nadie quien lo ayude en casa?—preguntó mamá, ya sabía para dónde iba el asunto.

No ma, no lo traeremos aquí hasta que se recupere.—dije mientras me sacudía como perro.

Piensen en que debe ser difícil trasladarse estando herido, su lesión fue muy grave y no creo que pueda sostenerse en una pierna mucho tiempo. Además su casa es de dos pisos ¿no les preocuparía que se cayera por las escaleras?

—Sería un milagro, mami.—dijo Noel sin despegar la vista de su revista de chismes. Mamá solo le lanzó una mirada severa.

Ahhh, en fin. Les haré un trato. Vendrá a casa y se quedará con nosotros un tiempo hasta que se mejore, si le ayudan, les daré un pequeño aumento en su mesada.

—Tentador, tentador, pero depende de cuánto hablamos.—dije analizando la oferta.

Cincuenta pesos.—respondió en voz alta.

Que sean setenta y cinco.—comentó Noel y mamá asintió cerrado el trato.

Me da lástima el pobrecito.—comentó.

A nosotros también.

Al día siguiente, en la escuela me enteré que el club de canto y composición estaba cerrado temporalmente. Me sentí satisfecho por tan agradable noticia. Sin embargo durante la tarde, para ser exacto, a la hora de la salida mi desgracia aparecía de nuevo pues sabía que seguramente Damon y Noel se encontrarían ya en casa.

Ya llegue, mamá.—dije en voz alta al entrar a casa.

No está, fue a recoger a Noel de la universidad.

—Gracias, Paul. Oye... ¿no te gustaría compartir tu habitación conmigo por unos meses?

—Ni loco.—se fue.

Sabía que mamá metería a Damon a la habitación que comparto con Noel y quería ahorrarme la molestia de verlo todo el tiempo. Media hora más tarde, mamá llegaba con el imbécil de mi hermano y el otro zoquete.

Damon, siéntete libre de estar aquí, hay comida y todos los servicios, compartirás habitación con Liam y Noel...

Damon sonrió malvadamente mientras que Noel y yo nos mirábamos con sufrimiento.

Noel, ayúdale a Damon, tú cariño, ayúdame a subir su equipaje.—me dijo.

¿Por qué con nosotros?—me quejé.

Porque tienen la habitación más grande de la casa, mi cuarto es pequeño, el de Paul está reducido y desordenado, y el suyo está muy bien, además, podemos poner un colchón extra...

—Pero madre, en la cama de Liam caben perfectamente dos personas.—Noel arruinó mi vida en un segundo.

Es verdad, le tocó la cama grande.—sonrió.

Una vez que terminamos de llevar el equipaje de Damon a la habitación, me senté a la orilla de mi cama a descansar. Ahí acostado se encontraba Damon, llenando de pulgas mi preciosa cama. No pude mas que mirarlo con desprecio.

Dormir juntos no será malo, Liam... al contrario, podrás presumir que dormiste con este muñeco.

—¡Puaj!

—Además sólo dormiremos...

Me puse rojo ante tal comentario ¿Qué otra cosa íbamos a andar haciendo?

El resto del día fue una molestia total, a donde quiera que volteaba, Albarn estaba ahí fastidiando, incluso había almorzado con nosotros en la mesa y ahora se encontraba sentado al lado de mi viendo la televisión.

Liam... ¿no te gustaría volver?—me preguntó.

No te esfuerces, no lo haré. Además ¿para que me quieres? Puedes participar en el concurso con tus tres estúpidos amigos, tú eres cantante así que no necesitas de alguien como yo.

—No lo entiendes, tu voz es única. O sea tú eres una abominación pero tu voz es sorprendente.

—Mejor cállate y déjame ver la película.—me puse a considerar si tal vez era buena idea unirme a su banda para que dejara de molestar.

Llegó la noche y el temido momento también. Era hora de dormir, por fortuna era viernes y no debía dormir temprano, pero ya estaba muy cansado. Subí a la habitación, ahí se encontraba Noel, durmiendo como una piedra, mientras que en mi camita estaba el rubio gei cambiándose la pijama.

—¡Qué asco!
—Hey, no espíes.—se tapó rápidamente sus miserias.

Espere algunos minutos a que terminara de cambiarse y entré a la habitación, me sentí nervioso. Me dirigí a la cama y me metí, al otro extremo, Damon sé encontraba acostado de espaldas hacia mi.

Buenas noches.—oí su suave voz.

Bue... ¡ya duérmete y no molestes!—me acomodé para dormir.

La noche no fue tranquila pues me costaba conciliar el sueño, pero cuando al fin había cedido ante el sueño, un extraño ruido me despertó, se oía como alguien sollozado. Me acomodé en mi cama y al darme la vuelta me encontré a Damon, hecho bolita, parecía que había llorado por horas. Sentí lástima por él y por instinto mi brazo rodeó su hombro en un torpe abrazo. El rubio de nariz perfecta me miró, sus ojos azules estaban atascados de lágrimas.  Sorbió sus mocos.

¿Qué sucede?—susurré.

Nada, es solo que... nadie había hecho esto por mi. Creí que me odiabas y así.—secó sus ojos.

Si te odio, pero no tanto.—pase mi mano por su grasoso cabello y sin pensarlo le di un pequeño beso en la frente. ¿Qué chingados me pasaba? —Deja de llorar, mariquita.

Albarn se acomodó en la cama, su cuerpo se sentía tibio y suave, no pude resistir al verlo en ese estado. Lo abracé y nos quedamos dormidos.

Weird Kid →DiamWhere stories live. Discover now