Este no era un día como cualquier otro, al fin, después de tanto tiempo había reunido el dinero suficiente para irse a su nueva casa, años viviendo en un departamento donde solo cabía ella y su cama y donde por las noches ni siquiera se podía dormir por la contaminación acústica de la ciudad.
Su vida no había sido fácil, después de que Shigaraki y la liga de los villanos fue derrotada, cada vez aparecían menos malhechores. Pasaban los años y se notaba considerablemente la escasez de delincuencia que azotaba a la ciudad, llegando a haber solo un par de villanos al mes, los cuales no eran tal amenaza así que el atraparlos pasaba a ser trabajo de los policías. Por lo mismo, conseguir trabajo de superhéroe ya no era lo mismo de antes, obligándose, y no solo a ella, a buscar un trabajo normal. Habiendo tantos profesionales le era aun más difícil encontrar algo que generará buen dinero.
Iba en su auto, con todas sus cosas arriba, toda su vida en unas cuantas maletas y embalajes, tenía la música a todo volumen y cantaba con todo el pulmón, estaba feliz, muy feliz.
Todo era perfecto, hasta el día había estado soleado con una brisa agradable. Ya era de noche, había manejado mucho, el cambio de casa también implicaba cambio de ciudad, ella cantaba en el semáforo esperando el verde, cuando por fin cambió de color dándole paso a avanzar, Ochako hundió su pie en el acelerador para reanudar su viaje, pero de pronto sintió que todo su cuerpo se cargaba había su derecha, el tirón fue tan fuerte que de no ser por el cinturón de seguridad habría volado de su auto.
Por inercia, cuando notó que todo se distorsionó en el exterior intentó maniobrar con el volante para recuperar su marcha recta, pero fue inútil, en vez de controlar el vehículo era como si se moviera más, de pronto algo se le cruzó de frente y por la adrenalina que tenía veía nublado, no alcanzo a notar que era porque todo se fue a negro y lo único que podía escuchar era un pitido y el olor a gasolina.
Como todas las noches, Katsuki, se dirigía de su trabajo a su departamento, era un reconocido oficial de policía, ya que desde hace 5 años que había empezado ahí jamás se había tomado un día libre y siempre hacía horas extras.
El día había pasado lento, eso había causado que su sueño y cansancio aumentaran como nunca, definitivamente este fin de semana se tomaría uno o dos días para descansar.
Iba con la música baja, realmente estaba cansado, le dolía la cabeza y quería recostarse con una cerveza hasta quedarse dormido. El camino iba vacío, no había visto ningún auto desde que salió de la estación de policía.
Su celular sonó.
—¿Hola?
—Bakugou, ni siquiera te despediste hombre.— Le dijo su jefe, al otro lado del teléfono.
—Lo busqué para decirle que me iba, pero no lo encontré por ninguna parte.— Decía el rubio mientras aceleraba más para llegar lo antes posible a su cama.
—Jajaj lo sé, me escondí para no ver tu fea cara, jajaja. —Reía el tipo.
A Katsuki le hirvió la sangre, en todos los años, había trabajado mucho para aprender a controlar su ira y compulsividad, tener un jefe como el que tenía podía ser muy estresante.
—Tsk. —Chasqueó la lengua.
—Tranquilo, tranquilo, solo te llamaba para avisarte de algo muy importante... — El jefe de policía se aclaró la garganta antes de continuar. —En unas semanas más vendrá un abogado a dar una charla muy importante, necesito que estés aquí sí o sí, sin excusas.
—¿Alguna vez se las he dado? —El chico sonrió de lado, aludiendo su buena responsabilidad y compromiso.
—Exacto, la próxima semana no estaré aquí, así que te enviaré un correo con todo lo que debes de hacer en mi ausencia, eso sería todo, nos vemossss.
—Adiós jefe. —Y con eso cortó la llamada, si que le aburrían las conferencias de abogados, los odiaba, él se partía el lomo buscando y arrestando villanos y malhechores para que llegara un tipo con un traje y los liberara como si no hubiese hecho nada.
Su celular volvió a sonar, pero esta vez era un mensaje, sin desacelerar lo tomó y empezó a ver lo que le tenía preparado ese hombre que tanta paciencia le gastaba, con el dedo empezó a bajar la pantalla mientras leía. Cuando terminó de revisar levantó su vista y menos de un segundo algo se le cruzó, algo a lo que no pudo hacerle el quite.
Después del fuerte tirón hacia delante que sintió con el choque, su cuerpo no reaccionó, se quedó ahí sentado, con las dos manos en el volante y su cara más sorprendida que nunca, solo podía mirar el vehículo de la otra persona, estrellado en un árbol y con el motor casi en llamas, no sabía que hacer.
Katsuki, como nunca, se estaba desesperando, no sabía si irse o hacer algo al respecto, nadie estaba mirando, no había nadie presente para testificar contra él o algo parecido, pero se abofeteó mentalmente al pensar en eso, como oficial y mano derecha del jefe de policía, su deber era actuar bajo la ley y debía hacer lo correcto.
Salió de su vehículo como pudo, le tiritaban las piernas al imaginar como estaría la persona del otro auto chocado, se apresuró en llegar cuando notó que las llamas estaban creciendo, corrió hacia la puerta y la intentó abrir, pero estaba trabada. Se quitó su chaqueta y se enredó en el brazo para golpear el vidrio hasta romperlo, metiendo su mano y sacando el seguro de puerta la abrió, quitó el cinturón de la chica que estaba sentada frente al volante. Genial, una chica.
No era que no le gustaran, pero no las soportaba.
Al sacar a la mujer de adentro no podía pensar, tenía que llevarla a un hospital rápido, estaba tan malherida, tenía una herida en la cabeza que era la que más le preocupaba, en un acto de impulsividad se apresuró al auto de la afectada, pero justo en ese momento este explotó, haciendo un estruendo tan grande que hizo que al rubio se le pusieran los pelos de punta.
Miró a la muchacha, algo en ella le resultaba familiar, dejó de pensar en eso y la subió a su auto como si nada, era muy livianita, la recostó en los asientos de atrás y literalmente voló hacia el hospital más cercano. El sueño ya no era parte de él, manejaba como si estuviera en una carrera, de ninguna manera dejaría que ella muriera, su trabajo y su vida se irían al carajo.
Cuando llegó entró con la chica en sus brazos, aclamando por un doctor, auxiliándolo a él y ella y separándolos de sector. Estuvo un rato en cuidados, donde solo salió con una bendita en la cara por unos rasguñones, se acercó al mostrador para preguntar por la morena que había traído ahí.
—¿Usted es familiar? —Le preguntó la recepcionista.
Bakugou no supo que responder, sabía que si decía que no, no dejarían que supiera de ella, pero si decía que sí, notarían que no lo son por los apellidos.
—No, soy el novio. —Dijo sin pensarlo mucho, qué más daba, solo quería saber si seguía con vida.
—Tenemos a una niña que llegó de un accidente de tránsito, está estable, pero su situación la dejó en un coma inducido, es la habitación 301. —Le respondió la chica detrás del mostrador, dejándolo pasar.
Él caminaba buscando la habitación. Mierda, coma inducido, fue peor de lo que pensó, pero nadie lo sabía, así que estaba más tranquilo, solo esperaba que la chica despertara lo antes posible. Cuando se detuvo frente al 301, su sorpresa fue la más grande, viendo el nombre de la persona que estaba en esa habitación, puesto al lado de la puerta.
Ochako Uraraka.
—Ura... raka? —Repitió Katsuki, casi en un susurro.
Ahora sabía de donde le parecía familiar.
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La vida no es tan mala
FanfictionDespués reencontrarse de la peor forma, Katsuki ayuda a Ochako a ver la vida de otra manera, no todo tiene que ser tan malo como ella cree.