¿Donde estas, Uraraka?

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Dolía.

Mierda, como dolía.

Tenía el pecho apretado y le costaba respirar, había salido corriendo de la habitación donde Katsuki se encontraba justo antes de que las lágrimas que caían de sus ojos amenazaran con salir, no le daría en el gusto de verla llorando por él.

Al salir de ahí corriendo Kirishima la llamó y ella, por inercia, giró la cabeza, pero al darse cuenta de que se trataba del mejor amigo del rubio siguió corriendo, lo único que quería era salir de ese lugar.

Corrió hasta que no pudo más, no tenía ni la menor idea de donde se encontraba, quería alejarse lo más que pudiera de Bakugou.

Sus pies dolían y empezó a caminar, encontrándose con una plaza y del cansancio que sentía se fue a sentar, debía calmarse, tenía que controlarse un poco y secarse la cara.

Tocó la banca fría con la mano y se sentó en ella, levantando los pies y abrazando sus rodillas, se sentía morir, si Katsuki no quería volver a verla ella debía olvidarse de él. Conocía al chico, sabía que si se centraba en algo no había como hacerlo cambiar de opinión, así que ya estaba todo claro.

Ella debía olvidarlo, pero por más que lo intentara solo podía pensar en sus ojos rojos como la sangre, su cabello rubio, su cuerpo, sus abrazos, sus besos…

Por más que lo intentaba no podía quitárselo de la cabeza.

Apretó con más fuerza el abrazo a sus piernas y escondió su cara en ellas, comenzando a llorar nuevamente.

Estaba harta, no tenía ganas de seguir derramando lágrimas, pero era inevitable, le dolía el corazón, literalmente. No entendía como, no habían pasado tanto tiempo juntos como para sentirse así, para encariñarse de tal forma, para sentir tanto por él.

¿Cómo es que en tan poco tiempo pudo llegar a amarlo?

Sí, amarlo.

Tenía que admitirlo, más que gustarle, amaba a ese rubio desgraciado, no estaría sufriendo de tal forma si no fuese así.

—Estúpido Kacchan. —Dijo, llorando aún más.

Soltó el agarre que tenía de sus piernas con las manos para ponerlas en su boca, la pena era tanta que estaba empezando a sollozar.

Las palabras que Bakugou empezaron a resonar en su cabeza nuevamente.

'No quiero nada que tenga que ver contigo…', 'Vayanse lejos', Nunca más en mi puta existencia quiero volver a ver sus caras', 'Jamás debiste joder conmigo', 'Eres una desgraciada', 'Eres igual que todas las malditas perras', 'Nunca debí involucrarme contigo'.

Quitó las manos de su boca para ponerlas en su pecho, apretándolo, sintiendo como las lágrimas corrían por sus mejillas, ¿Como era posible que le doliera tanto? ¿Cómo?

Se quedó ahí todo el día, llorando y lamentándose, todo había sido culpa de ella, arruinó lo mejor que le había pasado en años por una estupidez.

Ya siendo de noche el frío la atacó, se puso de pie como pudo, sentía que sus fuerzas disminuían y no podía concentrarse para usar su quirk en ella misma.

La vida no es tan malaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora