Capítulo 1: Carente de voluntad.

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CAPÍTULO 1

Carente de voluntad

Bruce sentía un sueño pesado que le obligaba a permanecer con los párpados cerrados. En el fondo, en algún sitio de su mente, rendida ante la vigilia y el letargo, sabía que algo no andaba bien. Notaba su cama demasiado blanda, añoraba el aroma de madera antigua de su habitación. Aquellas sabanas sobre las que yacía no eran de seda de la mejor calidad, pero tampoco estaba tendido sobre la fría acera. Todo le resultaba extraño.

Él mismo se sentía extraño. Se estremeció al notar el tacto suave de unos dedos sobre su rostro.

Hal Jordan no supo qué demonios había sucedido: Había sido asaltado en medio de la noche en su habitación, se había visto involucrado en uno de los sexos más salvajes y placenteros que había tenido, y ahora su intruso (increíblemente el héroe de Gotham), estaba completamente dormido entre sus sábanas.

Con una ducha refrescante y ropa nueva, se acercó a la cama antes de que el sol amaneciera, ya no tenía sentido dormir, y mucho menos podría hacerlo con aquel sujeto a su lado. Iba a resultar totalmente extraño y... perturbador. Tuvo intención de cerrar la ventana por donde había entrado y, mirándolo un instante al rostro, sus facciones gruñonas lo distrajeron. Se sentó con cuidado en la cama y con una sonrisa acercó sigilosamente sus dedos para acariciar su perfil. —¿Qué estás soñando Bruce? —susurró divertido. Ese hombre tenía cara de pocos amigos las 24hs.

 Ese hombre tenía cara de pocos amigos las 24hs

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Artista: Evinist

El murciélago no era capaz de abrir los ojos. Él, que tenía el sueño más ligero del planeta, no era capaz de reaccionar, pero sentía aquella presencia cerca. Muy cerca. Entreabrió los labios para tomar aire y frunció el ceño. Debía despertarse y debía hacerlo ahora.

Su cuerpo empezó a ceder ante su increíble fuerza de voluntad y el brazo se alargó en un movimiento instintivo. Buscó la tráquea de su enemigo para cerrar sus dedos con fuerza sobre ella. Luchó con toda su fuerza de voluntad para abrir los ojos hasta que sus irises del color de la tormenta se toparon con aquellos almendrados que le miraban fijamente.

—¿Jordan? —preguntó contrariado.

—Hola Bruce. ¿Mal sueño? —interrogó ahogado, llevando una mano rápidamente al apriete para aflojar un poco la sensación de ahorque que tenía. Cuando sintió que podía respirar, inhaló profundo y chifló agudo—. ¿Pero qué rayos, hombre? ¡Qué peligro eres en la cama! En todos los sentidos —murmuró eso último junto a un guiño.

Bruce retiró la mano como si estuviera tocando un hierro ardiendo. "Pero... ¿qué?" De un salto salió de la cama y empezó a mirar la habitación. Movía los ojos rápidamente escudriñando cada rincón. La cabeza le iba a estallar. Miró su traje de murciélago tirado de cualquier manera en el suelo y bajó la vista para darse cuenta que estaba totalmente desnudo. Miró a Hal con ganas de matarlo y se dirigió hacia él como una exhalación. Lo tumbó sobre la cama y se colocó a horcajadas encima suyo.

No te enamores de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora