Capítulo 13: Paciente sexy y necesitado.

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CAPÍTULO 13

Paciente sexy y necesitado.

Luego de la ardua batalla contra Poét, los héroes controlaron la situación rápidamente y el caos en las calles se fue sosegando hasta volver a reinar la calma otra vez. Superman en cuanto se recuperó y pudo hacer uso de sus habilidades, salió de inmediato hacia el epicentro del conflicto y se dispuso a auxiliar a las personas en lo que podía. Eso le ayudaba a mitigar un poco de la enorme culpa que le pesaba al sentirse el responsable directo por todo el daño ocasionado. La policía investigó el supuesto atentado que se había efectuado hacia la O.N.U, pero sus pericias fueron totalmente infructuosas. Se quedaron con las manos vacías al no tener ningún indicio que les diera a conocer quienes podían haber sido los causantes de la explosión, que no había servido más que para espantar a los civiles.

Dentro de los mal heridos, el que peor se la había llevado había sido Linterna Verde, que terminó hospitalizado en el Mercy con unas terribles lesiones causadas durante el enfrentamiento contra Superman. Hal no tenía idea de que estaban haciendo con su cuerpo, éste pasó unas cuantas horas en aquel hospital siendo trasladado de una sala a otra mientras le hacían los estudios correspondientes para conocer su estado físico. Al fin, luego de los procedimientos y análisis de rutina, atendieron sus heridas y lo dejaron en una habitación privada con vigilancia.

Media hora más tarde, un hombre joven estaba pagando en efectivo todas las curas y pruebas diagnósticas que le habían hecho a Jordan en la oficina administrativa del hospital. La mujer que le atendía, le miraba con cara extraña, más que nada sorprendida por la acción en sí misma que por otra cosa.

—No se preocupe, señor. No es necesario que usted se ocupe de los gastos —le dijo la secretaria de admisiones encargada del cobro—. Avisaremos al ejército y ellos se harán cargo del costo.

—No será necesario, señorita. —Sonrió a aquella enorme mujer—. Yo me encargo.

La administrativa le devolvió la sonrisa a aquel galán y aceptó el pago correspondiente entregándole un recibo a cambio. Notaba fácilmente que era un hombre realmente muy guapo y alto, aunque poco se le podía ver la cara oculto tras unas enormes gafas de sol y una gorra de baseball calada hasta los ojos. El caso es que... esa cara le sonaba, pero no sabía de dónde.

—¡Habitación 304! —le gritó mientras aquel hombre caminaba por el pasillo.

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El joven piloto sintió que había caído en un sueño profundo, de esos de los que no quieres despertar, donde todo es ilusión, más ameno y placentero. Pero algo desde el otro plano lo llamaba insistente a que regresara otra vez. Al ir despertando, sintió un absoluto dolor que le invadía todo el cuerpo desde la punta de los pies hasta el último cabello. Estaba muy bien medicado, aun así, era insuficiente para calmar lo adolorido de su cuerpo. Lo primero que quiso hacer fue moverse. No pudo. Abrió sus ojos y se encontró en un lugar desconocido, el techo no le resultaba familiar, no era las instalaciones de la Atalaya, sino se hubiera dado cuenta de inmediato. Pensaba que probablemente por la prontitud decidieron llevarlo al hospital más cercano. Bajó la vista a su mano y notó la ausencia de su anillo. ¿Quién lo tendría? ¿Qué había sucedido con Poét? ¿Y Superman?, se preguntaba sin poder olvidar los últimos sucesos ocurridos. Luego se le vino a la mente unos intensos ojos grises y pensó en Bruce. Recordó que lo había atajado, en aquel momento que había sido lanzado pudo atraparlo, pero su fuerza no había sido suficiente y había caído. ¿Estaría herido? El Linterna no lograba ver bien y le costaba mantener los ojos abiertos. Tuvo que cerrarlos y abrirlos reiteradas veces para poder enfocar mejor.

—¿Cómo te sientes? —Bruce estaba sentado en una incómoda butaca de hospital al lado de la cama donde Jordan descansaba. Parecía cansado. De hecho, llevaba varias horas velando por su compañero—. Estás en el Mercy. —Se levantó para ponerse a su lado—. Superman está bien. El parásito de su cerebro está muerto y no tenemos ni idea de dónde está Poét.

No te enamores de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora