Capítulo 6: Solos tú y yo.

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CAPITULO 6

Solos tú y yo.


Los ojos de Hal se clavaron sobre los otros, escudriñando a través de estos. Su mirada era intensa, penetrante, propia de un Linterna lleno de fuerza y voluntad. Se acercó más al rostro de Bruce que hasta casi podía sentir su aliento

— Está bien —dijo al fin tomando distancia—. Pero no me pienso subir a tu auto.

Wayne tenía una sonrisa de satisfacción en los labios.

—¡Ehhh, piloto! —le gritó Bruce a un chico que también acababa de salir de la instalación y se dirigía hacia el estacionamiento de motocicletas— Te doy trescientos dólares por tu casco —El chico no podía creérselo, pero se acercó y al ver la billetera de aquel extraño desconocido abrió los ojos como platos. Wayne sacó tres de los grandes y se los ofreció. No dudó en aceptarlos. Bruce tomó el casco y se lo colocó en la cabeza. Al ver la cara de Jordan no pudo resistirse a preguntarle— ¿Nos vamos ya, o prefieres que conduzca yo?

—Hmmf, en tus sueños, Wayne —contestó colocándose el casco también—. A este bebé lo conduzco solo yo. —Se subió a su moto y esperó a que el otro hiciera lo mismo. El maldito Wayne siempre se las arreglaba para salirse con la suya. Negó con la cabeza y encendió el motor con el peso de su cuerpo— ¿Algún lugar en mente? —preguntó antes de emprender la marcha.

—Sorpréndeme —se limitó a decir. Con agilidad felina alzó una de sus piernas, la pasó al otro lado de la moto y se dejó caer sobre el asiento de cuero. Una vez arriba, llevó su mano derecha al asidero trasero y con el brazo izquierdo rodeó el cuerpo de Jordan, agarrándose fuerte a él.

Un gruñido ahogado por el ruido del motor vibró en la garganta de Hal. No deseaba particularmente el contacto con el otro, pero muchas opciones de refutar no tenía. No podía prohibirle que se sujetara de él siendo que ambos iban a estar en la moto y quizás por un tramo largo. La carne era terriblemente débil, de eso no había dudas, pero esta vez su orgullo lo hacía más resistente.

Hizo rugir al motor de la máquina y en seguida arrancó a una gran velocidad. No sabía bien a dónde ir, el estar ahí arriba con el viento golpeando en su rostro le ayudaría a pensar. Como en muchas oportunidades, simplemente moverse, sin plan alguno, era más que suficiente para él.

Decidió tomar el camino bordeando la costa, y el apreciar el mar con ese tono rojizo por el cielo lo relajó. En esa paz, pudo encontrar la respuesta. La idea llegó a su cabeza con esa brisa marina que tanto le gustaba. Condujo un buen tramo más viendo como el sol desaparecía del firmamento y como sus rayos moribundos hacían esfuerzo para alumbrar un poco el camino.

Rara vez era él el que no conducía. De hecho, no recordaba la última vez que había ido en el asiento de atrás de una moto y sin embargo... no se sentía tan mal no tener el control de la bestia que rugía entre sus piernas. De hecho, la brisa marina, la hermosa puesta de Sol y el contacto de la espalda y el abdomen de Hal en su mano se sentían justo como pensaba que se sentirían. Todo ello le hizo olvidar repentina desconfianza en Clark, sus preocupaciones por la mujer pelirroja, su pérdida de voluntad y todas las demás obsesiones en las que Batman tenía algo que ver de una u otra manera.

Al reconocer la zona a la que quería llegar, el Linterna sonrió alegre y continuó hasta alcanzar el lugar que estaba buscando. Descendió suavemente la velocidad y se arrimó a la acera hasta frenar y apagar el motor. Retiró la llave y se bajó el vehículo para quitarse el casco y respirar libremente el aire puro. Sacudió un poco su cabeza dejando que sus cabellos fueran liberados, y todavía con el casco en una mano, tiró con sus dientes el guante de cuero que llevaba puesto en la otra.

No te enamores de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora