Capítulo 3: No es por ti, es por el coche.

2.9K 225 160
                                    

CAPÍTULO 3

No es por ti, es por el coche

—"¿Qué el dinero no es algo que deba preocuparme?" —Hal se quedó pensando y magullando esas últimas palabras dichas por su compañero mientras se dirigían al lugar al que irían a tomar un trago.

Lo que menos iba a consentir era que Bruce le restregara su posición económica en la cara. Sabía que el hombre no lo hacía con malas intenciones, pero él tenía un orgullo y no se rebajaría a que le regalaran un trago. ¿Por qué le molestaba la idea? No lo sabía, pero justo con él no quería ser así. Generalmente no tenía vergüenza si alguien le invitaba a beber y lo hacía hasta saciarse. Otras tantas veces salía de él hacerlo mismo y el equilibrio se mantenía. Siempre que había algo gratis no podía rechazarlo y siempre que él podía ofrecerlo, era dadivoso. Igualmente era así con la fuerte intimidad que tenía con Barry. Su amigo le había prestado incontables veces dinero para pagar la quincena cuando no le alcanzaba.

Podía aceptar una mano de sus amigos, pero no de Batman.

—Wayne, no pienso permitir que me pagues un trago. Te lo agradezco, pero no es necesario —dijo al llegar al lugar de mala muerte, mirando para todos lados confundido.

Bruce escuchó sus palabras mientras se quitaba la chaqueta y la dejaba en el maletero del vehículo. Se aflojó la corbata en un gesto sumamente sensual, y se desabrochó dos botones de su camisa negra. Una fea cicatriz podía observarse cruzando esos musculados pectorales. Una, que devolvía la oscura realidad sobre aquel hombre que era mucho más que el consentido rico que aparentaba ser.

Hal no se esperaba el lujo de los ricos, porque no se lo podía permitir, pero tampoco el sucucho de algún mafioso. No es que tuviera miedo alguno, pero si iba a beber, no quería estar aguantando griteríos y gente peleándose a puños.

—Oye... Bruce. Sé que te dije que no podía costearme un bar de lujo, pero... creo que estoy en condiciones de pagarme algo mejor. —Sonrió y luego se dedicó a mirar a los niños que rondaban por la calle a esas horas, viendo con cara extraña lo lúgubre a su alrededor.

Wayne picó a una puerta metálica de un oscuro callejón cercano. Una mirilla se abrió e inmediatamente la puerta también. Una joven oriental vestida con unos altísimos zapatos de tacón y un elegante vestido negro les saludó.

—Buenas noches, señor Wayne. —Hizo un gesto para que la acompañaran—. ¿Su mesa de siempre?

—"Kõsu, Yukio" —pronunció con un impecable japonés.

Hal en su cabeza se había imaginado un antro de mala muerte donde borrachos se reían a carcajadas mientras algunas sillas o mesas salían volando por alguna discusión. Había visitado esos bares, estaba acostumbrado, pero no era de su total agrado. Jamás imaginó encontrar esa clase de lugar, que mezclaba algo del lujo con lo más llegado a lo terrenal. A Jordan no le parecía un sitio incómodo, todo lo contrario, le gustó. No podía creer que Bruce conociera aquel lugar o que fuera habitué para él el visitarlo.

Aquel lugar era la mezcla perfecta entre un tugurio y el local más de moda de Gotham. La iluminación era tenue y parecía un viejo teatro restaurado donde un grupo de Jazz amenizaba la velada con una triste canción de saxofón. La joven los dejó en uno de los palcos privados superiores donde podían ver el escenario desde un sitio privilegiado que les otorgaba cierta intimidad. Wayne se sentó en una especie de sofá de terciopelo rojo.


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
No te enamores de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora