Capítulo 17: No te alejes.

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CAPÍTULO 17

No te alejes


Aún no lo podía creer, o en el fondo se preguntaba si no siempre había sabido con quien trataba y por tozudo como era se había negado a la realidad. Hal se fue maldiciendo y gritando improperios, cubierto por el motor que rugía como si estuviera enojado igual que él. El jodido Wayne había decidido abandonarlo e irse con aquellas mujeres en aquel barco sin dudarlo un ápice. ¿Pero en qué estaba pensando? ¿Qué iba a tener una oportunidad? ¿Qué el gesto de llevarlo hasta allí y la veces que intimaron, era alguna demostración de afecto genuino?

—¡Estúpido Hal! —se quejó llevando hasta el tope la fuerza de aceleración.

Llegó hasta el muelle de manera violenta y amarró la bestia para luego lanzarse al agua. Allí sólo bastó vestir su traje cubierto por las profundidades del mar y ocupar un buen tramo bajo el agua hasta estar seguro de haber perdido la pista a cualquiera que pudiera notar su presencia. En cuanto lo consideró oportuno, salió de la misma y fue de inmediato hacia el espacio, a su lugar de refugio, dónde podía calmar su alborotada cabeza. Necesitaba descargar toda la bronca que sentía, y que mejor que con trabajo atrasado.

—Aquí Linterna Verde, reportándome a los miembros de la Liga. ¿Quién está disponible para darme información sobre el caso del Spellanita? Estoy en condiciones de ocuparme de su captura —informó a través de una comunicación especial que le permitía estar conectado a todo aquel héroe que usaba la transmisión de la Liga.

—Aquí Wonder Woman, me alegro de verte en plena forma Linterna. —Realmente Diana se alegraba de oír la voz de Hal, aunque sonaba algo enojado—. Superman está monitoreando a todas las personalidades asistentes a la convención y de momento no hay comportamientos anómalos. Estoy segura que ese Spellanita se ha metido en algún agujero a lamerse las heridas.

—Princesa, me enteré que clavaste tu espada al parásito. —No pudo evitar reír al escuchar la voz de la Amazona y recordar lo que le había contado Bruce—. Ese gusano me hubiera servido de mucha ayuda para dar con Poét. ¿Por casualidad ha quedado algún resto del parásito? Con tan solo una pequeña parte me bastará. —Detuvo suavemente su marcha en dirección al enorme satélite para permitirse respirar unos segundos—. Y gracias, estoy mucho mejor.

—Los restos están a buen recaudo en la Atalaya —dijo la Amazona. No se arrepentía lo más mínimo de haber ensartado a un ser como aquel, pues a veces las costumbres de las Amazonas de eliminar toda amenaza, se arraigaban de tal manera que hasta a la princesa le costaba resarcirse.

—Heyyyy, ¿cómo está mi Linterna Favorito? —preguntó la amigable voz de Barry.

—Gracias, Diana. Pasaré en algún momento a buscarlos. Corto y fuera. —Efectivamente cortó la comunicación y respiró hondo para sentir el alivio que le propinaba el velocista—. Oh, Dios, Bear. Cuántos deseos de verte tengo, necesito contarte tanto. ¿Cómo estás tú? ¿Dónde estás? —Miraba la Tierra desde aquella postura y se mordió el labio tentado por espiar más abajo al murciélago. Ni quería pensar, ya se lo imaginaba follando con las borrachas y le daba náuseas.

—Estoy en el laboratorio de criminalística, ¿dónde quieres que esté? El capitán me está obligando a hacer más horas que un reloj. Y tú, ¿dónde te habías metido? Fui al hotel y no estabas. Además, Bruce me pidió tu anillo, pero no quiso contestar ninguna de mis preguntas. Te juro que le hubiera agarrado y le hubiera...

—Chicos, —interrumpió Oliver por el intercomunicador—, saben que están en canal abierto, ¿verdad? Y que todos los miembros de la Liga les están escuchando... —Casi no podía aguantarse la risa. Barry puso inmediatamente el comunicador en modo privado, de esa forma la conversación quedaría solo entre Hal y él.

No te enamores de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora