Capítulo 21: Un nuevo comienzo.

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CAPÍTULO 21

Un Nuevo Comienzo.

La onda expansiva envió a Bruce bastante lejos. Se golpeó la espalda contra la corteza de un árbol cercano. No hubo daño físico más allá de algunos rasguños por ir totalmente desnudo. Escuchó las amenazas de Hal que se le atragantaron en el pecho, destrozándolo por dentro y por fuera. Se llevó las manos a la cara, cubriéndose el rostro, y se quedó sentado, ocultando la cabeza entre las piernas, como si fuera un animal apaleado que no espera más que golpes. Indefenso. Dejó que la lluvia siguiera empapando sus cabellos y su cuerpo embarrado, porque así se sentía, cubierto de lodo hasta el cuello, tanto, que apenas podía respirar.

Hal lo miraba altivo, con el aire desencajado y resoplando fuertemente por la nariz. Su pecho subía y bajaba de lo más alterado. Esperó que Bruce se levantara, que fuera hasta él y le lastimara tanto como quisiera. Se dejaría golpear y acabaría todo eso allí. Satisfacerlo y dejarle con ese último sabor en su boca. Pero aquel gesto tan primitivo de autodefensa, como si el malo fuera él, como si Jordan fuera el que le estuviera haciendo daño, lo estremeció al punto de ablandar sus facciones furiosas lentamente. Su respiración se fue normalizando, y el semblante antes rabioso, ahora solo denotaba tristeza, una tristeza profunda por no entender que le atormentaba a ese hombre para que reaccionara así. Caminó lentamente en dirección a Bruce llevado por un impulso que le quemaba en medio del vientre, y al llegar a su lado, se desplomó junto a él. Permaneció unos largos segundos en silencio, sin moverse. Sólo acompañándolo. Y luego lo abrazó. Lo abrazó como pudo en aquella posición y dejó que su luz lo envolviera poco a poco, entregándole calor y protección para que todo lo que les estaba pasando no fuera tan crudo y miserable. El corazón adolorido lo sentía palpitar veloz, ahogado por un llanto que asomaba con escaparse sin mucho más control.

—No tienes que hacerlo, Bruce. No tienes que —susurró con voz rasposa. La persona frente a él parecía totalmente quebrada.

—Lo siento Hal —dijo tomándole una de las manos, sin dejar de esconder su rostro—. Yo pensé que estaba preparado, pero no... —Negó con la cabeza—. No... no. —Wayne alzó la vista, derrotado, mirando al vacío, rebuscando la fuerza que necesitaba en su interior—. Tengo que explicarte algo. Algo de lo que no me siento orgulloso.

—Tengo una larga lista de cosas de las que no me siento orgulloso. —Intentó sonar gracioso para aflojar la tensión, pero no sintió que lo hubiera logrado—. Puedes confiar en mí. Necesito saber que sucede, para entenderte.

—Ya sabes que hace algún tiempo tuve una relación—. Sus labios temblaban al pronunciar las palabras, se notaba a leguas que Bruce no acostumbraba a hablar de sí mismo, y mucho menos, de su vida íntima—. Fue algo... —le costó escoger la palabra adecuada, porque no había nada de adecuado en lo que iba a explicar—. Fue algo enfermizo y doloroso para mí. —Alzó la vista para fijar la mirada en los ojos de Hal—. Pero no fue con un compañero de Liga. Fue con Joker. Sucedió antes del pelo verde y la cara blanca, sucedió antes de las cámaras y la falsa teatralidad. —Bruce volvió a mirar hacia el suelo intentando explicar algo que no tenía sentido, ni siquiera para él—. Cuando tan solo era Jack. Alguien retorcido que asesinaba bajo mandato de la mafia. Él se convirtió en mi objetivo a los pocos meses de ponerme la capa, cuando el mundo aún dudaba de la existencia de Batman. —Hizo una pausa para tragar saliva en su reseca garganta—. Un día, cuando se hartó de esconderse, me atrapó. —Bruce cerró los puños fuertemente—. Me tuvo encerrado más de seis meses en un apestoso y frío sótano de Gotham. —Wayne apretaba la mandíbula rememorando aquellos tiempos pasados—. No hubo un día con su noche en el que no viniera a torturarme de mil y una formas distintas. Hasta que quebró mi alma. —Miró a Jordan a los ojos de nuevo, buscando un atisbo de comprensión—. Me rendí. Yo... me rendí completamente a él... Y él tomó ventaja de ello, abusando de mi cuerpo y de mi mente.

No te enamores de míDonde viven las historias. Descúbrelo ahora