¿Quién dijo que el odio no existía?

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Estaba respondiendo la carta de Zac cuando alguien se acercó tras de mí. Me giré pausadamente y para mi desgracia, no era precisamente la persona ala que más deseaba ver, para ser precisos, ni la quería ver.

-¡Parker y Browen al despacho del director ya! -gritó muy furiosa. La persona situada tras de mí resultó ser, ni más ni menos que la profesora de ciencias. Una señora de mediana edad, alta y con cara pequeña y arrugada, sobre sus ojos habían unas grandes gafas de mosca transparentes, y su expresión no era otra que de muy mal humor. Imagínense un mal sueño por la noche, un despertar de pie izquierdo y dos alumnos hablando mal de ella en su clase. Ahí tienen su expresión de cabreada en el rostro.

Sin dirigirle ni una sola palabra, con el fin de no cagarla más debido a mi gran boca parlanchina, decido levantarme de mi silla y caminar hacia la puerta. Antes de atravesarla y empezar a caminar por el pasillo rumbo al despacho del director, miro hacía detrás para ver si Zac tuvo el mismo pensamiento de callarse la boca y seguirme. Para mi mala suerte, no lo hizo. Demasiado orgulloso para ello.

-Venga Sra. Sarah, fue tan solo una broma de mal gusto, además ella no hizo nada, tan solo fui yo que la quise provocar -dijo él poniendo cara de perrito abandonado. ¿Me estaba defendiendo?

-¡He dicho al despacho del director, ya! -dijo ella aun más furiosa, si es que eso se podía.

Tras estas últimas palabras de la profesora, Zac se iba a atrever a responderla, por suerte, entré, lo agarré del brazo y lo saqué al pasillo. Por si ya fuera poco el castigo, él la respondió, soy una buena alumna, un poco dormilona, tal vez, pero eso de cargar con castigos no es lo mío. Desde que este muchacho había llegado, no tenía más que problemas, eso sin mencionar que tenía que ayudarle a integrarse durante una semana. ¿Cómo iba a sobrevivir? Con este chico, acabaré expulsada.

-No tuviste que haber respondido a la profesora, imbécil -dije cabreada mientras andábamos al despacho.

-Intenté convencerla para que no te castigara, con un gracias me sobraba -dijo con una sonrisa divertida que era para estamparle un tortazo en toda regla. Odio a la gente que se lo tiene tan creído.  

-Oh muchas gracias por haber conseguido que nos castiguen y haber cabreado aun más a la profesora -dije intentando mantener la calma, me saca de mis casillas, no lo aguantaré una semana, eso es imposible.

Llegamos al despacho y decidimos tocar para entrar, nadie quería más problemas debido con la educación. Miré a Zac un poco insegura de la reacción del director cuando viera las notitas de la clase de ciencias, él me reglo una sonrisa tranquilizante y una mirada de sus perfectos ojos azules que entendí a la perfección, decía "déjame hablar a mí". No estaba muy segura de si eso me relajaba o no, sus modales no eran que digamos muy buenos, pero yo me sentía incapaz de  hacer algo.

-Pueden pasar -dijo el director que parecía haber sido ya informado del pequeño suceso en clase.

Ambos entramos sin decir ni una palabra. Me quedé boquiabierta. El despacho era de lo más elegante que había en toda la escuela, era amplio y espacioso, había un gran sillón con una pequeña mesa del té. Unas grandes ventanas por las que se podría ver toda la parte exterior del colegio. Nos sentamos en unas sillas modernas en frente del escritorio del director, él se encontraba frente a nosotros. Su rostro parecía serio y sus ojos mostraron preocupación al verme allí sentada junto a Zac.

-Me han informado de vuestro suceso. Un buen comienzo para usted, Zachary Browen -dijo irónicamente pero sin sonreir y obviamente mirando a Zac- respecto a Annie Parker, no me esperaba esto viniendo de usted.

-Disculpe director pero tan solo fue una broma de mal gusto, entiéndalo, soy nuevo y no sabía las normas de aquí, tan solo quería hacer amigos y pasarlo bien -dijo sonriente, lo cual hizo pensar al profesor que estaba de broma. Era el momento de intervenir si no quería que ambos discutieran y nuestro castigo fuera el peor de todos.

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