No lo abandonaré a su suerte

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Alguien tocaba mi puerta como un psicópata, aporreándola con fuerza pero, me daba igual, no estaba dispuesta a hablar con nadie. Solo quería empezar de cero, deshacerme de mi vida y renacer.

Curioso pensamiento el mío si creía que podía olvidarme de todo lo que había descubierto y dejarlo pasar. Porque ahora sabía lo que pasaría si marchaba, lo que abandonaría.

¿Dejar a Jake?¿Dejar que Zack sea torturado por mi culpa? Eso sería demasiado cruel, demasiado egoísta.

Cuando dejó de golpear la entrada, se detuvo y probó a girar el pomo. Si no hubiese aporreado mi puerta y hubiese actuado con normalidad, ya estaría dentro desde hacía tiempo. Correcto, soy tan despistada que cuando entro llorando en mi habitación con el único propósito de estar sola ni siquiera me preocupo de poner el pestillo.

Finalmente, entró. No le vi la cara puesto que mi cara estaba pegada al cojín pero pude adivinar su rostro. Esos ojos verdes esmeralda mirándome con preocupación y ese pelo castaño despeinado que tanto me gustaba.

-Hey, ¿estás bien?

-¿Tú lo sabías y no me lo dijiste? –pregunté con desagrado refiriéndome a lo de mis padres biológicos.

Asintió y mi alma se partió.

Se sentó en mi cama y comenzó a acariciarme el cabello. Me di la vuelta y le miré a los ojos.

-¿Por qué? –pregunté con mis ojos fijos en él.

No lograba entenderlo, él sabía lo que significaba para mí mis padres, siempre había tenido pesadillas con quién era realmente, mi vida. Él lo sabía todo y me lo había estado ocultando todo este tiempo.

Las lágrimas comenzaron a brotar de nuevo. Eso le dolió, me miraba con tristeza porque sabía que era su culpa.

-Sabía lo que ellos te querían y lo que te dolía que no tuvieran tiempo para ti. Pensé que si te lo decía te rompería, te empeñarías en conocerlos y eso te llevaría a la muerte. Porque conocerías a tu padre biológico, un demonio y te engañarían para unirte a ellos y usar este don en nuestra contra. No creía ser el adecuado para contártelo.

Estaba dolido, lo veía en su rostro, pretendía mirarme solo de vez en cuando porque le afectaba demasiado verme en este aspecto.

¿Por qué le dolía verme así?

-¡¿Y ellos si tenían derecho a contármelo?!

-No pretendo que me perdones, tan solo que me comprendas, si yo te lo decía irías directa a buscarlos, te irías al infierno si era necesario, no podía permitírmelo.

-¿Por qué crees qué no les buscaré ahora? –pregunté más tranquila, seguía mirándole fijamente a los ojos y me mataba su dolor, porque podía sentirlo.

Me miró seriamente, le preocupó mi pregunta.

-Porque sabes a lo que te enfrentas, a una guerra. Sabes tu destino y sabes lo que pasará si vas, perderemos, moriremos. Todo el mundo formaría un desequilibrio dominado por ángeles caídos.

Acertó con la respuesta, yo no era tan perversa como para abandonarlos a su suerte sabiendo que pude haberlos salvado, pero se le escapa un detalle:

Yo no creo en el destino.

Tienen que haber más alternativas, algo que no implique la guerra y yo averiguaría que sería aquello.

Quizás ahora no estaba preparada, no lo asumía, pero lo estaré. Tan solo que primero tengo algunas cosas que arreglar.

Las lágrimas desaparecieron y el simplemente, me abrazó. Fue un abrazo tierno, en el cual yo apoyé mi cabeza en su hombro izquierdo y lo rodeé con mis brazos por su cuello.

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