Un don neutral

La guerra comienza

((Jake en la foto))

Llegamos al cielo y la puerta del ascensor se abrió, habían ocurrido tantas cosas en un mismo día y todas ellas me habían afectado demasiado. Estaba derrumbada por dentro. Todavía me pregunto si estoy preparada para todo este nuevo mundo.

Salí del ascensor todavía pegada al cuerpo de Jake con sus perfectos brazos rodeando mi cintura, apretándola con delicadeza.

No hablamos en ningún momento del camino, él sabía que no era el momento, sabía que me estaba conteniendo por no llorar.

En lo relacionado con Zack, solo sé que hoy le dejarán una habitación en palacio pero estará bajo vigilancia y pasado mañana tendrá un jucio.

Cuando entramos en palacio los guardias se lo llevaron para hacer alguna revisión mientras Jake me seguía llevando agarrada hasta mi habitación, me dejó tumbada en la cama y se sentó junto a ella.

No pude aguantar más y lloré contra la almohada con verguenza a que me viera.

NARRA JAKE

Me llevé un gran alivio al volver a ver esos ojos azules, estos me devolvieron la vida.

Volaba con ella en entre mis brazos, me gustaba la sensación que ella me daba, el saber que no se va a ir.

Ha sufrido mucho el día de hoy, se que aguanta las fuerzas por no romperse a llorar. Me mata verla así de vulnerable, quiero regresar y matarlos a todos por lo que hayan echo, quiere romperle la cara a su padre porque estoy seguro que se lo han dicho de la manera más cruel.

Noto como ella se apega más a mí y como cada parte de su cuerpo encaja perfectamente con el mío. Lleva su largo cabello a un lado, permiéndome
ver la mitad de su hermoso rostro.

No hemos hablado en todo el camino desde el infierno, se que no tiene ánimos para hacerlo, así que aunque muera de curiosidad me tica esperar.

Entramos en palacio y sin dejarla en el suelo e ir andando la llevé entre mis brazos, se sentía tan jodidamente bien.

Abrí la puerta de su habitación con una leve agitación de mis grandes alas blancas y la tumbé es su cama. Ella rápidamente se dio la vuelta, pegando su cara en la almohada y lloró.

-Shh ya estás a salvo, estoy aquí, conmigo -dije intentando calmarla.

Se giró hacia mí como comprobando que seguía junto a ella y sin esperarlo si quiera me dio un cálido abrazo. Al principio me quedé helado, pero, cuando me di cuenta de cuan idiota estaba siendo al no corresponderle el abrazo y rodee con uno dr mis brazos su delgada cintura mientras la otra la dirigí a acariciar su suave pelo.

-Gracias, por haberme salvado hoy -susurró en mi oido algo más tranquila.

-Tú me salvas cada día -dije en un susurro a penas audible pero que ella logró escuchar.

Y es que moría si no se lo decía. Sus ojos, su sonrisa, me salvan cada día. Creí que jamás podría volver a vivir, que estaba muerto. En parte esto era cierto pero, de alguna manera desconocida para mí, ella me devolvió la vida.

No recuerdo en que momento se separó de entre mis brazos y se colocó frente a mí, sentada, indiferente y ¿fría?

-Deberías irte -dijo con sencillez evitando mi mirada.

¿Por qué está así ahora?¿Qué he echo?

Mierda, la frase. Soy un jodido imbécil por decir esa jodida frase.

-Si es por lo que he dich... -comencé a hablar intentando disculparme pero sin esperarlo, ella me cortó.

-Vete, por favor -dijo suplicante.