Las respuestas de los sabios

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Habían pasado dos horas desde que desperté en esta habitación. Dos horas que para mí habían sido como el mismísimo infierno. Lo único que veía eran ángeles que se hacían pasar por enfermeras sirviéndome pastillas y haciéndome revisiones, cuando yo ya les había asegurado que mi estado era bueno. No sentía ni mareos, ni dolores de cabeza, tan solo, necesitaba salir de allí, ver una cara conocida.

Si os preguntáis por Jake, ni yo lo sé. Llevaba sin verlo desde que se marchó por la gran puerta que daba al pasillo. Me preocupé y pregunté por él a algunas enfermeras que me atendían, pero estas no se tomaban la molestia ni de responderme.

Algunas me dirigían miradas descaradas que destapaba que sentían algún sentimiento hacia él, pues, a pesar de que nadie me quería contar lo que ocurría aquí, ni dónde me encontraba, la cara de los ángeles que me retenían en aquella habitación parecían saber por quién preguntaba a la perfección.

Me cansé de luchar contra los ángeles que no me dejaban escapar del cuarto y caí rendida sobre la cama.

Mi desesperación finalizó cuando la puerta se abrió entrando por ella Jake.

-¿Estás mejor? Se que tardé, pero estuve ocupado hablando con los sabios –me dijo mientras se acercaba a la cama donde me situaba y me ayudaba a levantarme.

Pude notar unas miradas celosas sobre nosotros, pero no me importó, de echo, reí ante ello.

-Tienes que conocerlos, estas preparada, debes obtener respuesta a tus preguntas, debes saber a lo que te enfrentarás, debes saber de lo que eres capaz de hacer –dijo entusiasmado mientras salíamos de la habitación y nos adentrábamos en un largo pasillo.

Solo quería obtener una sola respuesta, mi mayor temor en este momento era Zack. Nunca pensé que llegaría a admitirlo, pero realmente temía si le pasaba algo. De hecho, no podría soportarlo.

-Deberías llamar a Chloe y a tu madre para asegurarles que estás bien –comentó Jake rompiendo el silencio.

Ya casi me había olvidado de ella. Había abandonado su fiesta rápidamente y sin previo aviso; desde entonces ni la había llamado. Debía de estar preocupada. Mis padres por el contrario ni habrán notado mi ausencia, puesto que no creo que estén en casa y dudo que hayan llamado para saber sobre mí.

-Si no te importa, me gustaría saber antes si estoy segura aquí, después de lo que pasó en la fiesta no se si puedo fiarme de cualquiera, me has dejado sola por horas sin saber nada - respondí groseramente pero entiendan, me ha dejado sola con gente que desconozco por horas y tras lo ocurrido en la fiesta a penas me explico sobre ello.

Odio no saber donde estoy y que no me lo quieran decir. Sé que estoy en el cielo, pero todo es tan confuso ahora. Tenía miedo, todo estaba yendo tan deprisa, todo mi pequeño mundo que había creado desde niña se estaba rompiendo y sinceramente, no estaba muy segura de estar preparada para esto, para saber todas aquellas respuestas que rondaron mi cabeza desde pequeña y que ya me hice a la idea de no averiguar jamás.

-No seas tan borde conmigo, debía hablarles de ti, explicarles tus sentimientos, tus miedos y tu vida, tenía que ponerles al día de todo lo que sucedió, no te enfades –dijo en tono sincero.

¿Pretendía que no me cabreara?

Primero me deja sola en una habitación que no es la mía, en un lugar que no conozco y con personas, más bien, ángeles, jugando a ser médicos conmigo. Y, por si eso no fuera suficiente todo ese tiempo estuvo contándoles mi vida a unos seres que ni siquiera conozco. Mi intimidad, mis secretos, mi vida se había hecho pública en contra de mi voluntad.

-¡¿Quieres que no me enfade cuando se trata de mi vida?!, ¡Jake no tenías derecho a hacerlo, ni siquiera tenías permiso! –dije furiosa, muy furiosa.

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