Conflictos en la feria

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Mi despertador sonó a las siete de la mañana, pero para esas horas ya me había despertado con los primeros rayos de sol que atravesaron mi ventana. Era un día despejado, ninguna nube cubría el cielo.

Era un día especial. Era viernes, la semana acababa. Zack se iría de mi vida tal y como vino. Además, era el cumpleaños de Cloe, mi mejor amiga. Cumplía dieciséis exactamente hoy. Así que cogí mi móvil, una piedra que no se rompe ni aunque lo golpees contra el suelo. Estaba en mi mesita de noche, rodé un poco por la cama para llegar a cogerlo. Sí, por la mañana soy muy vaga.

Cuando lo agarré, mandé un whatshap a Cloe.

"Felices 16 Cloe, será genial la fiesta del sábado,  la estoy deseando! Te veo en el instituto."

Volví a recostarme en la cama, cómoda y plácidamente.  Puse el cojín sobre mi cabeza, definitivamente, ayer había sido un día agotador.

Sábado ven a mí.

Sí,  mañana era sábado. Amo los sábados. Son esos días en los que no hay clases y puedes dormir hasta la hora de comer. Por la tarde tienes dos buenas opciones: las primera sería quedarse en pijama el resto del día vagueando, la segunda sería salir.

Este Cloe celebraba una de las últimas fiestas de este año. Estábamos en Noviembre. Mi mejor amiga era de las pequeñas del curso.

Sería una de aquellas fiestas elegantes, a la vez que divertidas. Sus padres habían alquilado un local con un gran salón,  piscina...

Me di una ducha de agua fría para despertar las neuronas y espabilarme un poco. Me vestí con unas mayas y una blusa. Desenredé mi larga cabellera, que mojada poseía un color más oscuro y la dejé colgando por mi espalda.

Abandoné mi habitación dirigiéndome a la cocina. Allí me serví en un gran tazón una tercera parte de los primeros cereales que encontré en el armario y añadí algo de leche recién sacada de la nevera.

Al poco tiempo apareció mi madre, todavía en pijama.

-Hola cielo -dijo ella.

Me dio un tierno beso en la frente y se sentó en el taburete cercano al mío.

-Hola mamá -le respondí.

Mi madre es una de esas personas con las que siempre puedo contar. Es alta y delgada, su pelo y ojos son castaños. Mi padre tampoco es muy parecido a mí.  Mi familia cree que he heredado el cabello de un tatarabuelo, pues tanto materna como paterna poseen el pelo oscuro. ¿Mis ojos? Extraño,  en mi familia tampoco poseen colores aguosos respecto a los ojos. Se podría decir que soy la excepción, la rara de la familia.

Mi madre siempre me ha querido y lo sé.  Pero siempre he vivido con madrinas o niñeras desde bien pequeña. Ella solía viajar muy a menudo, mi padre, tres cuartos de lo mismo. Es la representante del jefe de una empresa de diseño. Habitualmente, debe ir a organizaciones, reuniones y de más, todas fuera de la ciudad.

No la veo mucho, de echo, ella admite que debido a eso no posee muchas fotos de mi cuando era pequeña. Me he acostumbrado a este tipo de vida, pero hay veces que una hija necesita a su madre.

-¿Qué tienes pensado hacer este fin de semana? -preguntó interesada por mí.

Al fin y al cabo, sigue siendo mi madre, aunque a veces no actúe como tal.

-Cloe celebra su cumpleaños el sábado por la noche, supongo que me quedaré a dormir a su casa. Para el domingo no tengo nada pensado.

-Está bien.  Tu padre y yo estaremos en Dublín durante un tiempo, espero volver para el martes.

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