Capitulo 3.

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-¿Que hace aquí Granger? ¿volvió a dejar algo?

Severus la miraba con su habitual semblante inexpresivo.

-Verá -dijo la castaña al mismo tiempo que Severus murmuraba un "pero que d.." pues la joven pasó por debajo del brazo con que él agarraba la puerta y se metía sin su permiso en el despacho - Traigo un te para que podamos tomar.

Hermione no esperó ni siquiera a ver los gestos de su profesor y empezó a sacar de su bolso (el cual seguro tenía un hechizo, pues no aparentaba lo que contenía) diferentes cosas, una tetera, tazas y al parecer unos bocadillos.

-¿Está usted loca? ¿Qué cree que hace? 

Posiblemente el asombro detenía a Snape de sacarla del lugar de inmediato.

-Ya le dije, es para que tomemos el te, podemos hacer esto seguido, también le ayudará a su salud, a mejorar.

-Estoy perfectamente bien.

-Mejor que ayer, si, así parece, pero no del todo sano, así que le vendrá bien.

Severus seguía mirando lo que ella sacaba, las pequeñas cucharas, los terrones de azucar, eso parecía... miró su reloj y efectivamente, eran las tres de la tarde.

-¿Es una maldita hora del te?

-Eh, ese vocabulario -dijo Hermione sin voltear a verlo, lo gracioso es que Snape estuvo a punto de disculparse, pero recapacitó -¿No le gusta guardar las tradiciones?

-¿No le gusta guardar los puntos de su casa? Claro que no tomaré el te con usted y ahora si me lo permi... ¿Esa es una torta de chocolate con fresas? ¿Ha estado usted hablando con el retrato de Albus?

El sonrojo que apareció en la cara de la muchacha la delató.

-Mire, no hago esto, pero le daré un consejo,  no todo lo que Albus le dirá será util, él mira al mundo de una forma que no es, y sobretodo, si se trata de mi.

Severus hablaba como pocas veces Hermione lo había oído, quizás solo una vez, cuando estuvo a punto de morir y le pidió a Harry que lo mirara a los ojos, hablaba sin su voz fría, sin burlas, solo hablaba como si fuera otra persona.

En su interior Severus sentía algo extraño cada vez que de Albus Dumbledore se trataba. Por una parte lo odiaba, pues fue su peon en esa guerra, siempre le exigía cosas que lo sobrepasaban, cosas que realmente no deseaba hacer, y al mismo tiempo, sentía culpa, si bien, el mismo Dumbledore le ordenó que lo asesinara, jamas olvidaría el momento en que miró por última vez esos ojos azules. 

Albus era para Severus alguien determinante en su vida, si bien, no admitiría ninguna clase de aprecio, si lo sabía dentro de sí, fue la única persona que supo por años su secreto, que nunca dudo de donde estaba su fidelidad, que a pesar de que a veces se sentía su títere, en ocasiones pudo reconocer un aura paternal en el viejo, sobre todo cuando mostraba afecto a él, como enviarle regalos en ocasiones "especiales" como fastidiarlo para que se relacionara mas, como llevarle la torta de chocolate con fresas, pues de alguna forma sabía que era su favorita.

Era molesto tener que recibir esas atenciones, pero cuando supo que moriría, no pudo dejar de pensar al respecto, de recordar como si de un crío sentimental se tratara, y saber que esa única persona que le miraba con completa honestidad, sin guardar ninguna desconfianza, dio o pesar, ya no estaría mas. Llevaba mucho tiempo que prefería no acercarse al retrato del director, solo era un constante recordatorio de una de las cosas mas difíciles que había hecho.

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