Miranda
Una sensación realmente incómoda se apoderó de mí, sentía una presión extraña en mi pecho.
Abrí los ojos poco a poco y el sol me hizo volver a cerrarlos. Escuché murmullos a mi alrededor y volví a abrirlos, al hacerlo un cuerpo se encontraba frente a mí.
Hice ademán de levantarme y quedar sentada, froté mis ojos con los dedos y pude enfocar mejor al sujeto frente a mí.—¿Estás bien?—formuló con voz gruesa y un acento bastante peculiar.
Asentí algo conmocionada.
—¿Qué sucedió?—pregunté, sintiendo mi voz como un hilo y enfocando el azul de su iris.—Tuve que lanzarnos al agua porque casi te arrollan con un carro de golf.
De un momento a otro, una chica y dos chicos se acercaron hasta mí, por las fachas que traían y sus instrumentos, debían ser los paramédicos.
—¿Estás bien?—se acercó uno de los chicos.
Asentí finalmente.
—Él me salvo, pudo haber sido peor...
—No fue nada—esbozó éste, para luego tenderme una mano y ayudarme a recobrar la compostura.
Al hacerlo un leve mareo se apoderó de mi cabeza y coloque una mano en ésta.Los paramédicos me llevaron casi a rastras a la enfermería del hotel, aunque les hubiese repetido por trillones de veces que me encontraba bien, que sólo tragué un poco de agua y que no era necesario, ellos insistieron hasta realizarme un chequeo en la enfermería.
Me encontraba en una camilla con oxígeno, me sentía bastante extraña, ya que me parecía innecesario tenerme aquí si sólo había sido algo insignificante.
—¿Cuándo podré irme?—Pregunté a la enfermera que se encontraba en un escritorio a escasos metros de mí.
—En unos minutos—Respondió mientras tecleaba algo en la computadora.
—Estoy bien, no creo que sea necesario seguir aquí—Añadí otra vez, colocándome de pie y tomando mis sandalias.
Asintió.—Está bien, dejaré que te vayas. Pero la próxima vez ten más cuidado por donde caminas, algunos empleados me comentaron que de no ser por un huésped, hubiese sido mayor—Respondió levantándose de su escritorio y acercándose a mí para quitar el oxígeno.
—Totalmente, quisiera agradecerle a ése huésped por ayudarme—agregué, tomando mis cosas y acercándome a la salida.—Gracias—le agradecí y salí de la habitación.
Las cosas que me sucedían podían considerarse una película de horror; primero mi novio me dejó alegando que quería enfocarse en su carrera, luego me enteré que me engañó con una de mis mejores amigas y ahora de no ser por un hombre, casi soy arrollada por un carrito de golf.
Caminé hasta la habitación para darme una ducha, me sentía algo cansada y bastante hambrienta. Entré en ella y me dejé caer en la tina de ésta un buen rato.
Literal, era como toda una diva de Hollywood o alguna celebridad disfrutando de sus vacaciones.
Ésto era lo que mi cuerpo me pedía a gritos, relajarme un poco y estar lejos de algunas personas.Al salir de la tina relajada por el hidromasaje de ésta, abrí mi maleta en busca de mi ropa, al hacerlo conseguí ésta completamente vacía.
Comencé como loca a buscarla por cada rincón de la habitación sin resultado alguno, maldije mi suerte, a Andrew y a todos.Me senté en la esquina de la cama y solté un largo suspiró, de pronto divise el armario y corrí hasta él con la esperanza de que mis cosas estuvieran ahí.
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La organizadora ©
RomanceMiranda Bennet además de ser una joven escritora de Look Magazine, es una exitosa organizadora de bodas. Éxito que no es el mismo en el ámbito amoroso. Luego de romper una relación de cinco años y descubrir que su novio la engañaba con su mejor am...