Gianluca
Luego de que los paramédicos se llevaran a la chica, camino en busca de Fabrizio.
Necesito dejarle en claro que su imprudencia pudo ser peor, que evitara en lo posible meterse en líos, que se mantuviera bajo postura o Franco D'Angelo arderia en llamas si otro incidente de la misma magnitud o aún peor que el de hace unos minutos, se repitiera.Lo diviso con algunos encargados resolviendo parte del asunto, unos hombres uniformados con las vestiduras que exigía el hotel, estaban sacando de las aguas el carrito de golf.
Suspiré para luego negar con la cabeza.
Seguí acercándome hasta quedar en el mismo sitio donde se encontraban todos.
—Joven D'Angelo—saludó uno de los encargados.—No sé preocupe, todo estará bajo control.
Ya el vehículo será puesto en marcha nuevamente.Asentí firme y giré la cabeza hasta encarar al autor de los hechos.
Me observó apenado e hizo un gesto extraño con su boca.
—Fratello...Lo siento—Pronunció finalmente.—no preste mucha atención al camino, perdí el control del vehículo y terminé cayendo al agua—explicó.
Tomé aire.—Lo que hiciste fue bastante imprudente, Fabrizio. El peso no cae en que casi arruinas un activo del hotel, sino que casi atropellas a una huésped del mismo, sin añadir que ahorita está en la enfermería—lo amonesté, porque era necesario llamarle la atención.
Si mi padre se hubiese enterado, ya estuviese despedido.
Asintió.—Tienes tuta la razón, fratello.
Me disculpo por los problemas que causé y te agradezco por haber impedido que el daño a la ragazza hubiese sido peor.Asentí y le di dos toques en la espalda.
—Sólo que no se vuelva a repetir, sabes como se pondría mi padre si se enterase de ésto—le recordé.
Asintió nuevamente.
Dejé a Fabrizio y decidí caminar hasta el ala administrativa del hotel en busca de mi padre.
Ya había pasado un rato desde que había llegado y me habían dicho que mi padre llegaría en un par de horas.Cuando llegué a dicha área, todos corrían de un lado a otro inmersos en sus diversos trabajos.
Asentí para mi mismo corroborando lo estricto que verdaderamente era el empresario D'Angelo.
—Buenos días, ¿ya mi padre está aquí?—me acerqué hasta la recepcionista.
—¿Es usted el joven Gianluca?—preguntó con los ojos parecidos a dos platos, sin responder a mi pregunta.
Asentí, confuso.
—Ay, joven, disculpe mi falta de educación. Sí, su padre llegó hace unos minutos y está en su oficina—indicó con un tono de voz algo tímido y preocupado.—Y por cierto, buenos días—siguió lo bastante apenada.
Negué con la cabeza restándole importancia.
—No te preocupes.
Sonrió aún apenada.—Ya mismo lo llevo hasta la oficina de su padre.
Negué con la cabeza.
—No es necesario, yo conozco el camino—le agradecí y me encaminé hasta la oficina.
A pesar que hace años no venía a la extensión D'Angelo' en México, sabía perfectamente donde estaba ubicada la oficina de mi padre.
No sólo por el hecho de haber venido antes, sino porque Franco siempre había preferido trabajar en un ambiente tranquilo y aislado de todo el ruido corporativo.
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La organizadora ©
RomanceMiranda Bennet además de ser una joven escritora de Look Magazine, es una exitosa organizadora de bodas. Éxito que no es el mismo en el ámbito amoroso. Luego de romper una relación de cinco años y descubrir que su novio la engañaba con su mejor am...