Capítulo 10

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Saltamos finalmente, y pude jurar que fue una de las mejores decisiones que he tomado en mucho tiempo.
Me gustó poder sentirme en el aire por unos instantes.
Me reí mucho, lo hice y me lo merezco. Merezco reír, y como dice Luca "Enfocarme en el ahora".

Ya después podría ocuparme de solucionar asuntos no tan agradables, por ahora sólo debía aprovechar el momento que estaba viviendo.

No sólo salté una vez, lo hice una y otra, y otra, y otra vez, logrando hacer que Luca se dejara caer en una de las tumbonas del yate como producto del cansancio por intentar seguirme el paso.

También hicimos competencias de natación, desde hace al menos diez años no hacía eso. Formulamos una especie de circuito, que consistía en tomar impulso desde la planta alta del yate y saltar de la barandilla para luego nadar hasta llegar a una de las boyas que habían a una distancia prudente de nosotros. Saliendo victoriosa, cabe destacar que vencí al que creía ser el mejor en natación y al rey de los clavados.
Recalcando que Luca goza de una condición física mucho mejor que la mía, sus pectorales y demás partes del cuerpo están marcados, a leguas se nota que es de esas personas que tiene incluida en su rutina diaria ir al gimnasio o practicar alguna otra actividad física...cosa que yo no hago, ni haré.
Lo más parecido a la actividad física que hago es correr de un lado a otro organizando cosas para Glenn o cuando debo atender a los requerimientos de alguna de mis clientas....de resto no, aunque por suerte mi contextura es delgada, bastante delgada. Aún me pregunto a donde irán las miles de rebanadas de pizza que como cada semana, el helado, las sodas o los incontables trozos de pastel que debo probar cuando llevo a alguna clienta a elegir su pastel de bodas.

Ese momento es una de las mejores partes de organizar bodas, comer pasteles...muchos pasteles.

En varias ocasiones las clientas me han preguntado a que nutricionista voy, qué rutina de gimnasio sigo o que dieta uso para estar tan esbelta. Yo me carcajée al escuchar eso, si supieran que mi dieta consiste en mucha comida rápida, mucha ingesta de dulces y cero actividad física...ah, y mi nutricionista de seguro es el chico que prepara las pizzas en la pizzería a una cuadra de mi casa.

En fin, creo que las altas calorías que consumo diariamente solo engordan mi mala suerte.

—¡Eres una tramposa!—exclamó Luca persiguiéndome luego de que lo empujara por la barandilla cuando nos íbamos a lanzar juntos..

Reí para luego correr.

—Te gané y es lo que cuenta—grité, correteando por todo la planta. Luca corría mucho más rápido que yo y a pesar de lo amplio del lugar, ya estaba pasándome los talones.

—Ganar haciendo trampa no es ganar—se quejó tropezando con una de las tumbonas y golpeándose el dedo meñique.

Escuché un jadeo de su parte.

Reí.

Si yo tengo la suerte del pato Lucas, Luca tiene la suerte del corre caminos.

—Ya verás, Miranda Bennet—amenazó, entre risas y lamentos retomando su persecución.

Me carcajée.

—No es mi culpa haberle ganado al "rey de los clavados, emperador de la natación y primer ministro de la condición física"—añadí, deteniendo mi complejo de corre caminos.

En éstos momentos es que mi nula condición física me pasa factura.

Me incliné y coloqué las manos en mis rodillas, mi corazón quería salirse del pecho de lo fuerte de sus latidos. Estaba agotada.

De pronto aparece Luca.

—¿Qué sucede señorita Bennet?...¿ya está agotada?

—Oye, debes superar que te gané...¡Tengo derecho a recobrar mis energías!—protesté, bromista.

La organizadora ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora