Sus palabras cayeron como cianuro en mi, últimamente, ardido esófago.
Estos corajes van a matarme, lo sé...
En mi lápida, básicamente se leerá en letras mayúsculas, cursivas y en negrita:
Murió de un coraje.
—¡¿Estás idiota, Luca?!—exclame, y podría jurar que si pudiera verme, mi imagen seria lo más parecido al demonio de Tasmania.
Él se cruzó de brazos.—Tengo que explicarte las cosas, Miranda—se excusó, justificando su psicópata actitud.—Y tú no me dejaste elección...
Suspiré con pesadez.—Eres un psicópata, Gianluca—lo acuse, molesta. Y es que realmente no sé qué me molesta más, si el hecho de que me haya seguido o la maldita reseña en las noticias.—Déjame en paz—le exigí, soltándome de su agarre y escupiendo con rabia la última palabra.
Automáticamente caminé, alejándome de él cuando su mano no me permitió avanzar más:Lo observé con cara de póquer y él me ignoró, sólo tomó mi mano y me arrastró hasta una puertilla que divisé a lo lejos.
—¿Qué rayos te pas...?—no me dejó terminar de formular la pregunta cuando cerró con pasador la puerta.
Él enarcó ambas cejas.—Hablaremos ya mismo, Miranda Bennet.
Negué.—No hablaré contigo, es decir, no hay nada sobre qué hablar, Luca...—le gruñí, y fruncí el entrecejo, molesta al darme cuenta de que aún lo llamase Luca.
Cerré los ojos, intentando mantener la calma, acompañado de un largo suspiro.—Caray, tú me mentiste, Gianluca...¡y lo hiciste cuando más frágil me encontraba, cuando me abrí a ti y te conté todo lo que me sucedía!—exclamé, sintiéndome una completa tonta.Él negó.—Luna...—dijo, no dejé que terminara la oración:
—No me digas Luna, ese nombre sólo pueden usarlo mis conocidos...y a ti no te conozco—determiné, y es que mientras más pienso en todo lo que sucedió entre nosotros, peor me siento. Porque no sólo me mintió en cuanto a su identidad, también lo hizo en cuanto a Verona...y lo asumo, la culpa no ha sido sólo de él, porque para hacer las tonterías que ejecutamos en México se necesitan dos personas...pero sí es culpable en haberme mentido.
Él se dispuso a decir algo y lo fulminé con la mirada, asintió y dejó caer las manos en señal de rendición.
—Sólo te pido una oportunidad, Lu...—lo observé de mala manera y él sopesó un poco para culminar su frase.—Sólo te pido una oportunidad, Miranda—hizo una pausa y me observó fijamente.—Sé que es prematuro, sé que puedes dudar de mí todo lo que quieras porque te mentí. Cometí un grave error y lo acepto.—pausó y deslizó una mano en su cabello.—Pero, Miranda, yo creo en algo más contigo...
Negué sin dejarlo terminar, y es que necesito cortar su discurso antes que él vea lo mucho que me afectan sus palabras.—Creer no es estar seguro...—esbocé.—Una vez creí que Andrew me amaba y era una mentira, pues se acostó con mi mejor amiga. Una vez creí en mi amistad con Rebecca y ya ves, me traicionó...y una vez creí en ti, y no resultaste ser quién creí—solté el aire contenido.—¿Qué más ejemplos quieres de que el creer no es certero del todo?
Y me dolió decir eso...porque a pesar de todo, Gianluca me afecta, sí, lo hace...y me rompió el corazón verlo junto a Verona.
Por lo que...
—No, Gianluca...no puedes decir que sientes algo—me atreví a decir, fingiendo que me creo mis propias mentiras.—Sólo fue un error y ya—finalicé, sintiendo un nudo en mi garganta.
Él tensó su mandíbula y me observó fijo.—¿Y por qué si sólo fue una noche, un error, como tú le llamas, me afecta tanto...nos afecta tanto?—inquirió—¿Por qué, Miranda Bennet?...¿por qué una aventura, como tú le llamas, me ha hecho pensar en ti desde que te conocí?—interrogó.—Porque he pasado todo este tiempo analizando mis sentimientos...y no concibo la idea de llamarlo una simple aventura.
Tragué seco.
Yo también me preguntaba lo mismo, Gianluca...
Detuve mis masoquistas pensamientos internamente.
Mordí mis labios.—Porque lo confundimos con una simple ilusión, porque ambos nos conocimos en un momento difícil y hemos confundido eso con algo más—negué con la cabeza.—Fuimos esa especie de sol que llega a iluminar los paisajes grises...pero que no es para siempre—secunde, y cada palabra que decía me pesaba como jamás creí.—No confundas amor con ilusión, Gianluca.
Él negó, por enésima vez, como había estado haciendo hasta ahora y se dispuso a tomar mi mano, suspiró.—No lo creo, porque he tenido ilusiones en mi vida, pero ni un poco se comparan a lo que sentí junto a ti en ese viaje—pausó y apretujó mi mano. A esa altura pude jurar que mis ojos están rojizos.—Contigo me sentí tan vivo, tan ajeno a cómo me siento al lado de las demás personas. Contigo no me sentí un empresario, ni un D'Angelo...contigo sólo me sentí yo, Gianluca.
Se acercó a mí y tomó mi rostro entre sus manos, acercándose más y más a mí. Dejándome contagiar por su delicioso aroma varonil.
—Pero aquí la historia es otra—lo detuve. No iba a permitirlo.—Aquí lo único real es que tú estás junto a Verona, te casaras con ella y yo sólo seré la organizadora—pronuncié firme, certera y me solté de él, quitándole el seguro a la puerta y marchándome de allí.
Creo que fue lo más sensato que pude haber hecho, porque aquí él tiene su realidad y yo la mía...y lastimosamente, yo en la suya sólo pinté como una breve ilusión... nada más.
Llegué a la puerta de mi apartamento y justo antes de abrir, me saqué mis incómodos tacones, quedando suspendidos en mis manos.
Abrí la puerta y me adentré.
No podía negar que el resto de mi día estuvo del asco, hablar con Gianluca y dejarlo todo en claro me afectó más de lo que pensé...pero al fin y al cabo, fue lo más sensato y maduro que pude hacer.Siempre he sido impulsiva, me he dejado dominar por lo que siento y he arruinado muchas cosas por vivir de ilusiones...pero ya no puedo permitirlo, o no en esta ocasión, no cuando él ya tiene una vida hecha, donde antes de mí su iba a la perfección...
Como un relámpago vienen a mi mente las palabras de mi madre: "Miranda, siempre terminas llevándote todo a su paso con tus impulsos, sin importarte a quien te lleves por delante con ellos"
Di un asentamiento ante sus palabras.
Era cierto, en esta situación, alguien debe ser racional y asumir los respectivos papeles...y aunque Luca se niegue, yo sí lo haré.
Al final, no creo que hayamos podido enamorarnos en un viaje...¿o sí?
Negué nuevamente.—"El amor sólo se genera con los años, Miranda, y a veces ni eso"—pronuncié para mí, repitiendo las palabras de mi madre.
Resoplé, cansada.
¿Y por qué si esto sólo es una ilusión, duele tanto?
Pasado rato y luego de darme una larga ducha, enfundarme en mi pijama rosa bebé y prepararme una sopa instantánea, tomé mi laptop y decidí terminar todo el trabajo que tenía atrasado por los preparativos para la boda.
Al final en eso siempre se ha resumido mi vida...en organizar todo, menos lo mío.
Suspiré, mientras tecleaba:
¿A dónde van las oportunidades que se escaparon de nuestras manos?
¿A dónde va el amor que jamás sopesamos?
¿A dónde vuelan las aves de las ilusiones que jamás tocaron la tierra de las realidades?...
Muerdo mis labios un instante.
Al demonio...
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La organizadora ©
Roman d'amourMiranda Bennet además de ser una joven escritora de Look Magazine, es una exitosa organizadora de bodas. Éxito que no es el mismo en el ámbito amoroso. Luego de romper una relación de cinco años y descubrir que su novio la engañaba con su mejor am...