Diario de mi pequeño otoño en Múnich

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Diario de mi pequeño otoño en Múnich.

Hoy he visitado una ciudad llovida. Muchos se entristecen, quejumbrosos. Pero a mí me parece que es el mejor conjunto que pueden vestir las calles.

Aquí llueve mucho y muy bonito. Me recuerda a Barcelona con toques más rústicos. Tiene balcones adornados, plazas llenas de flores y bicicletas en las esquinas.

Esta ciudad es extraña. En ella he descubierto los remolques para autobuses, las bicicletas de siete asientos y líneas de tranvía más complejas que el metro de cualquier lugar.

También he descubierto que esta lluvia es muy fría, las calles algo grises y que las carreteras se colapsan por igual.

Pero hay cosas muy únicas. El ayuntamiento tiene un espectáculo de campanas, hay patitos, patos y patazos nadando en cualquier charco y los cisnes visitan los palacios. Hay casas de colores y callejuelas estrechas y serpenteantes. El tranvía da vueltas en las plazas y de noche se convierte en un espectáculo precioso.

Aquí ha empezado ya el frío invernal, las gotas construyen las casas desde el tejado y el marrón y el gris se convierten en su fundamento.

Hoy ha sido primero de septiembre. Hola, vengo a saludarte y a agradecerte este pequeño otoño en Múnich.


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