Bittersweet fairytales

Etimología inventada

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Isona

Es un nombre propio femenino proveniente de Catalunya. El nombre ha surgido a partir del pueblo Isona i Conca Dellà cuya capital es la vila de Isona.

Dicen que hace muchos, muchos años un grupo de personas se establecieron en la zona, convirtiendo ese punto en uno de los asentamientos más importantes de la antigua Catalunya.

Cuenta una vieja leyenda ya olvidada que un día un mercader proveniente de lejanas tierras llegó al poblado para comerciar con los campesinos de la zona. Apenas se conserva alguna ilustración del extraño mercader guardada bajo llave en los museos más importantes de la actual Isona. Era un hombre alto y delgado cubierto por largas túnicas raídas y llenas de polvo.

Según dice la historia, el viejo hombre llegó alegando vender «aero». Nadie en el poblado le entendía. Nadie le hacía caso y, mucho menos, le pagaban. Los campesinos tenían suficiente trabajo en sobrevivir trabajando de sol a sol como para gastarse sus cosechas en comprar aquello que nadie comprendía exactamente.

El mercader, cansado de ir de aldea en aldea y ser ignorado, y más muerto de hambre que vivo, movió los brazos en el aire provocando una gran ventisca que derribó casas, árboles y personas.

Los campesinos más fuertes y pesados lograron llegar hasta el centro de aquél huracán en formación e intentaron entablar conversación con el anciano.

Dicen los cuchicheos, aunque no hay nada que demuestre su veracidad, que los campesinos de la aldea le ofrecieron un lugar para quedarse. A cambio, le pidieron a él que controlara el aire para traer y apartar nubarrones llenos de tormenta.

Hasta que el viejo campesino murió, no mucho después, la aldea pudo sobrevivir con las cosechas más fructíferas que hubieran visto jamás. En agradecimiento, le pusieron «Aero» a la aldea, en honor al mercader.

Pero claro, sólo es una leyenda.

La gran aldea pasó a llamarse «Aeso» con los años y de ahí evolucionó, paulatinamente, a «Aison» hasta que, finalmente, pasó a llamarse «Isona».

Pero claro, no son más que conjeturas, ¿no?