Miré por encima de mis gafas a la Diosa. Ella parecía súper orgullosa con su nuevo planeta. Llevaba muchas eternidades jugando con aquella galaxia. Había dedicado buena parte de sus esfuerzos a aquel sistema en concreto y la mayor parte de sus recursos se unían en el nuevo continente.
—Cuando vivía en la Tierra hubiera creído gracioso que mi continente tuviera forma de ostra y el otro, algo más abajo, de cucharón. Parece que floten en el plato de sopa que es el planeta— rebufé, hastiado. —Pero qué más da. Ahora la Tierra ya no existe y nunca más voy a poder quejarme de estudiar geografía con el profesor Giménez.
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Bittersweet fairytales
Cerita PendekAquí dentro hay cuentos de hadas que jamás debieron contarse. Prosa poética y relatos cortos de 2017-2018.