seis.

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Dos palabras, un sentimiento.

Alarma culia. Odio.

Lo primero que hice fue revisar el celular, el brillo me cegó brigido, abrí y cerré los ojos un par de veces hasta acostumbrarme a la luz.

Dos llamadas perdidas a las cinco de la mañana.

¿¡qUiÉN CHUCHA LLAMA A ESA HORA!?

El número desconocido que ayer me habló, entera picá' devolví el llamado para que me mandara a buzón de voz.

– ¡Liss! ¿Vas a ir a clases o no? Para llamar a tu abuela y se quede contigo. – Apareció mi mamá en la puerta.

– No – di un bostezo –, ya me levanto.

Lo que sea por mi amor platónico.

Con cuea me levanté, corriendo fui al baño pa' hacer lo típico pues.

Una vez lista, fui a la cocina donde mi mamá estaba vuelta loca buscando mi lonchera.

– Lisseth, ¿dónde dejaste tú lonchera? todos los días lo mismo, siempre buscando a última hora, no tienes compasión con tú madre. ¿Crees que soy tú nana? ni eso, las nanas tampoco deben hacerse cargo de niñas irresponsables.

Inhala, exhala.

– Mami, tienes la lonchera en la mano. – Sonreí tomando mi pancito.

– Sigue comiendo, que hoy te voy a dejar yo y vamos tarde.

Asentí para comer a lo flash y atragantarme una cinco veces, pero no importa.

Una vez en el auto con mi mami, comenzamos a hablar de cosas triviales, pero llegamos a un punto donde me preguntó "¿por qué te va tan mal en matemáticas?".

– Chao, mami. Gracias por traerme. – Salí huyendo del auto.

Con toda la paja del mundo caminé a la sala, tiré mi mochila en mi puesto y me fui a la sala del b, allá eran mas tela.

– ¡Jaci! ¡Mi love! – Me tiré encima de ella.

– Ay, mi potito. – Se quejó.

– Te extrañé.

– Yo igual. – Me sonrió mientras me abrazaba.

Esta culia es lo más tierno del mundo.
Conversamos un rato, hasta que mi profe jefe llegó a mi sala y me tuve que despedir de mi pana. Cuando entré a mi sala saludé a mi maraca y a mi maraco.

– Oe, ¿qué tenemos a primera hora? – Pregunté.

– Mate.

Lloré internamente, hasta que tocaron la puerta e hicieron pasar a mi ap y un compañero suyo.

– Wena, ¿quién tiene calculadora científica?

Oh, wachito rico. Me preñé.

mE MIRÓ.

Mood:

– La Liss tiene calculadora

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– La Liss tiene calculadora.

Sofía culia.

– Yo igual tengo. – Se metió en la conversación la Annely, con su voz de pito.

– Quién. – Dije

– ¿Ah?

– Quién te preguntó.

Y todos nos reímos, fuimos felices, hasta que comenzó a llorar.

Siempre es lo mismo con esa hueona.
La tocan y llora.

Mi ap se estaba acercando.

aaaaaaah
aaaaaaah
te amo

– Liss, ¿me prestai calculadora?

– No.

– ¿Por qué? – Hizo puchero.

– No hagai eso, parecí pato. – Hice una mueca de asco.

Rodó los ojos y sonrió.
Ah, una margarita.
Me preñé x2.

– Anoche te llamé. – Se rascó la nuca.

– ¿Tu fuiste el hueon sin vida que me llamó a las cinco de la mañana? – Pregunté con ganas de matarlo.

– Sí, es que el Pancho me dio tú número y bueno...

Aw, estaba nervioso.

– Ya, no importa. No te presto calculadora porque tengo mate a primera hora, y me va como la pichula.

– Yo te podría ayudar, si quieres, claro. – Se ofreció.

Mientras yo colapsaba la Sofi estaba grabando todo, pediré el video para ponerlo en nuestro matrimonio.

– ¿La dura? ¿Podi hoy?

Pasado tenía prueba y lo único que sabía era que pasado mañana tenía prueba.

– Eh, sí. ¿En tú casa? – Sonrió.

Tocó el timbre y se tuvo que ir, así que no alcancé a contestarle, solo susurré un te amo.
:(

Llegó el profe de mate, lo saludamos, pasamos materia, me dormí, me anotaron, seguí durmiendo.

Era hora de recreo y mi wachon, bueno, no mío, algún día, me esperaba afuera.

– Nos juntamos en el paradero para ir nos juntos, ¿ya? – Sonreí mientras se me caían los calzones.

Asintió para ir a jugar a la pelota.

– Liss, ¿podemos hablar? – Se me acercó el Martin.

– Sí, revisé tú historial, lo admito. – Levanté los hombros.

– Es que – hizo una pausa –, me gusta una mina – me miró fijo. ¿tengo un moco? – ¿ayúdame a conquistarla?

Por alguna extraña razón, algo se rompió en mi corazoncito.

•••
0 imaginación, sorry:(

¿Pa' qué me psicopateai'?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora