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Prov. Yo...

Eran las 12:51 de la noche, la mayoría de los estudiantes en el barco estaban durmiendo.

Ah, excepción de Hinata, Nidai y Mitarai, quien los últimos 2 estaban en la cabina del barco, controlando el rumbo del navío.

Hinata estaba encerrado en su habitación, con una toalla húmeda apoyada en los hombros y su pelo, ligeramente mojado. Se disponía a sentarse frente al computador, una vez que lo prendió, no pasó nada, apretaba el botón una y otra vez, como si se tratase de un telégrafo.

Después de quejarse en silencio y preocuparse por el estado de la computadora y su amiga dentro de ella, dedujo que no prendía porque, hasta el momento que la encontró, nunca la cargo.

El joven de ojos bicolor salió de su habitación hacia la bodega del barco, donde posiblemente, encontraría un cargador entre las cajas que cargaron al barco días antes.

Mientras bajaba por las escaleras hacia la bodega, en silencio, podía escuchar la escandalosa risa de Nidai y las incomodas quejas del nuevo integrante, Mitarai.

Sonrió ante ello, le alegraba que después de todo, sus amigos fueran capaces de sonreír.

Cuando llego a la bodega, no tardó mucho en buscar un cargador, al parecer, unos de sus talentos, la suerte y ser buscador, lo ayudaron.

Curioso, no le gustaba usar los talentos de su otra identidad, pero por esta vez, agradeció tenerlos.

Rápidamente se dirigió a su habitación a enchufar la computadora e irse a dormir, la dejaría cargándose toda la noche.

A la mañana siguiente, Hinata desconecto la computadora, pero no hablo son Nanami, tenía cosas que hacer.

Pero de un momento para otro, la computadora se prendió, era como si el chat de Nanami y Komaeda se distorsionara, volviendo las letras rojas y cambiando el orden de las mismas.

Algunas desparecían, otras se juntaban, otras simplemente cambiaban hasta solo quedar la forma de un ojo un tanto peculiar. Uno que ninguno desearía ver en su vida. Uno que les recordaba a un horrible pasado. El ojo de Monokuma.

Y el miraba, él lo vio, no podía esperar más tiempo o la felicidad de todos sus compañeros caería en un agujero lleno de desesperación. La felicidad de esa persona se perdería si viera a Nanami desaparecer otra vez.

No quería que eso pasara.

No tenía que pasar, según él.

Según Komaeda, no.

Y tenía un plan.

Y lo iba a poner en marcha.

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Ya sé, me quedo algo corto.

Y si, exactamente paso un mes desde que publique el capítulo anterior.

Lo siento, estuve algo ocupada.

Espero que les allá gustado el capítulo.

¡Nos vemos!

Besos Pau 😉


Cartas Virtuales -#HopeAwards-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora