Me he quedado dormida mientras ojeaba el libro le poemas de Harry, buscando un poco de él en cada palabra. Hay cosas que me hacen pensar en lo perdido que está, en el dolor que se lleva apoderando de él desde hace mucho tiempo. Muchas otras no tienen sentido, pero si un significado para él. Supongo que desde el primer momento supe que era un caos, pero nunca me imaginé hasta que punto. Hay tanto sufrimiento en él y en lo que le rodea que es imposible no romperse en mil pedazos y compadecerse de él. Es increíble todo por lo que ha pasado y todo lo que tiene que soportar, todavía lo es más que sobreviva a ello.
Desde la cama observo el exterior a través de las ventanas, ya ha caído la noche, de nuevo. Suelto un agonizante suspiro y limpio los bordes de mis ojos antes de que las lagrimas que estaba intentando aguantar se desborden. Me duele el pecho, sobre todo por dentro. Siento pesadez, un montón de nudos que presionan mi corazón. Me cubro la cara con las manos y dejo salir un grito de rabia, necesito desahogarme y no sé cómo. Observo la botella de whisky, apenas le quedan unos mililitros y tengo intención de beberme hasta el último. La cojo y de nuevo le doy un trago, uno largo que rasca mi garganta y casi me hace toser. Me levanto con la botella en la mano y doy vueltas por la habitación, observando y dándome cuenta de la poca vida que este lugar representa, las escasas historias y sentimientos.
Es un lugar enorme y vacío, con tan sólo una cama, un escritorio y un pequeño armario al fondo. No hay nada más, ni cortinas ni una alfombra, no hay estanterías ni mesitas de noche, tampoco los lienzos que pude observar la ultima vez. Estaban en una esquina, en el suelo, apenas eran visibles, pero estaban ahí. Ruedo los ojos, cansada, y doy otro trago a un whisky que ya está caliente. Camino hasta el armario y lo abro, me río al ver que las escasas cosas que en él hay están echas una bola y lanzadas de cualquier manera. Una camisa vieja, arrugada y manchada de pintura colocada en un rincón al lado de sus zapatos, en una balda un par de camisetas una más oscura que la anterior, una sudadera medianamente doblada y en otra, un par de pantalones, negros y ajustados.
Bebo la última gota de whisky, dejo la botella en la primera balda y cojo la sudadera, empiezo a darme asco después de dos días con la misma ropa. Me la pongo dejándome la capucha puesta, cierro el armario sin molestarme en recoger la botella y me paseo de nuevo por la casa intentando encontrar algo en qué pensar, pues mi cabeza está completamente vacía. Dos días y no ha aparecido, ni rastro de él. Con las manos metidas en el enorme bolsillo central de la sudadera, salgo al patio y me siento en el banco dónde estuvimos la última vez y con un ligero impulso hago que se balancee. Me acurruco en una esquina con las rodillas cerca del pecho y rodeo mis piernas con mis brazos. Observo el cielo y por un momento cierro los ojos, ¿Cómo he llegado a esto?
— ¿Dónde cojones estás, puto gilipollas? — me pregunto en voz alta y enfadada. — Juro que cuando te encuentre te mato. — siento cómo la rabia recorre mi cuerpo y soy incapaz de quedarme quieta. Siento la necesidad de gritar, de golpear algo. — ¡Joder! — dejo caer mi pierna bruscamente dándole un fuerte golpe al banco con mi pie. — Ni siquiera sé si estás bien...
Limpio mis lágrimas con la manda de su sudadera, me doy por vencida, me levanto y empiezo a caminar. Necesito salir de aquí, quedarme no me ha ayudado en nada. Nada excepto a preocuparme por él, a pensar en las peores cosas que le han podido pasar. Sólo vine aquí para hablar con él, para buscar una respuesta, yo no quería esto. No quería ver el desastre ni la sangre, no quería ver el vacío, la soledad y el dolor que siempre lo persiguen, y con él, me persiguen también a mí. Camino durante largos minutos, no sé cuántos kilometros he recorrido pero empiezo a ver las luces de las farolas y casas cercanas, al final de la carretera, los coches y los bares empiezan a aparecer, también la parada de autobús que me llevarán a casa.
Me siento a esperar durante casi veinte minutos hasta que un autobús se digna a aparecer, me subo y me siento en la parte de atrás pegada a la ventana. No aparto mi vista del exterior hasta que llegamos a la parada más cercana a mi apartamento. Recorro las calles con lentitud como si en realidad no quisiera llegar, cómo si esperara que fuera a aparecer en cualquier momento, pero cuando me encuentro en el portal, me doy cuenta de que no es así, no va a venir. Entro en el edificio dejando salir un suspiro y llamo al ascensor. El trayecto se hace eterno y cuando por fin se abren las puertas en mi planta, siento como mi corazón se detiene al ver la puerta de mi apartamento abierta de par en par. Me acerco asustada y con cautela, me asomo ligeramente y al no ver a nadie avanzo un par de pasos, pero me arrepiento cuando de repente veo a un hombre frente a mí. Cómo un acto reflejo retrocedo de un salto dejando salir un chillido.
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Hold On To Me
FanfictionSegunda parte de "Hold On" // Yo pertenecía a una alta clase social, aparentaba ser feliz y perfecta. Él era un chico solitario que aparentaba no tener sentimientos. Pero nada es lo que parece. Eso es algo que ambos aprendimos desde el momento en qu...