Park Jimin, un adulto con los estudios pausados a causa de un descuido, un bailarín frustrado y padre adorable.
Park Sarang, una pequeña de 4 años, que gusta de dulces y lecturas a media noche.
Jeon JungKook, un recién adulto quien trabaja medio tie...
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ㅡ¿No quieres ir a cooky en lo que llega appa?
El rostro aburrido de la pequeña cambió al escuchar la palabra mágica y de inmediato asintió con una gran sonrisa mientras que con la mano que tomaba a su mamá, la arrastraba en dirección a la tienda de dulces.
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ㅡ¡Mami, vamos, vamos! ¡Se nos hace tarde! ¡Vamos, vamos!
Mientras arrastraba de la mano de su madre, daba pequeños saltitos para llegar a su destino. Se soltó del agarre y aplaudió, giró hacia su mamá.
ㅡAnda, ve a pedir lo que quieras. Estaré aquí sentada esperando a que papi llegue, ¿ok?
La pequeña asintió con entusiasmo.
ㅡY recuerda, si alguien extraño se te acerca...
ㅡLo muerdo ㅡrespondió mostrando sus pequeños dientes con una mirada furiosa, YooA rió y besó su cabello.
Y en un abrir y cerrar de ojos, Sarang ya corría por los pasillos de la dulcería.
Eran más de la cinco de la tarde, Sarang y sus padres habían ido a la plaza a comprar algunas cosas para la semana, pero Jimin había tenido algo qué hacer y tuvo que irse unos minutos, prometiendo que volvería antes de las seis. Pensando en las múltiples maneras de matar a su novio, recibió un mensaje.
Jimin Estaré ahí en diez minutos
YooA suspiró cansada y buscó a su pequeña con la mirada, miró por cada pasillo pero no la encontró, comenzó a alarmarse. Rápidamente le mandó un mensaje a Jimin diciendo que estarían en Cooky, se puso de pie y caminó con desesperación por todo el establecimiento, gritaba su nombre y corría pero no había señales de Sarang. Se aguantó las lágrimas y volvió a la mesa en la que estaba sentada. Seguro estaba en algún lugar y volvería en cualquier minuto. Y tal como lo predijo, su pequeña apareció con una enorme sonrisa en la cara, YooA estaba a punto de regañarla cuando vio que de su pequeña mano, sostenía otra más grande, la de un adolescente, el cual se veía muy incómodo.
