Epílogo

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-Joder, Yuuri tú hijo no deja de jalar mi cabello.- Habló Mari en un desesperado intento por qué su hermano se llevará al bebé.

Yuuri río mientras acomodaba por última vez su traje blanco.

-Nick sólo quiere jugar, no seas mala con él.- Habló Yuuri mientras sostenía al pequeño bebé rubio.

-Desearía que se pareciera un poco más a tí, es demasiado latoso.- Hablo la castaña.

-El ya es hermoso tal y como es.- Habló con dulzura el pelinegro mientras acariciaba la mejilla sonrojada de su bebé.

-Lo dices porque es tu hijo y porqué se parece a Yurio más que a nadie- Se quejó la mayor.

-Quizás eso sea cierto...- Río el pelinegro y su hermana suspiró mientras sonreía junto con él.

Hacía un día hermoso, el sol brillaba en el cielo en aquél momento.
Yuuri abrazaba con cariño y nerviosismo a su ya no tan pequeño bebé de ocho meses.

La razón por la que se encontraba tan nervioso en aquél momento, era porqué en cuestión de minutos caminaría al altar para finalmente dar el gran paso con aquella persona que tanto amaba.

Después de tantos años juntos, después de todas las dificultades, el dolor y las tragedias que tuvieron que pasar, Yuuri finalmente tendría su boda y Yuri estaría seguro de que a su familia ya no le faltaba nada.

-Sales en diez minutos Yuu-Chan.- Hablo Hiroko entrando a la habitación dónde se encontraban sus dos hijos.

Por un momento acarició él rostro de Yuuri y suspiro de felicidad al saber que su hijo muy pronto se casaría.

-¿Que sucede con este pequeño bebé, eh?.- Hablo Hiroko entre risas al sostener a su nieto entre sus brazos al tiempo que el pequeño reía.

-Lo que sucede es que Mari es una tía terrible.- Respondió Yuuri.

Mientras tanto en otra habitación Yuri Plisetsky terminaba de acomodarse la corbata con las manos temblorosas, no podía esperar al momento en que viera a Yuuri entrar a aquel salón y salir con él siendo oficialmente su esposo. Bueno, por la iglesia, ya que el matrimonio legal lo habían hecho dos días antes.

-Yuri, ya es hora.- Habló Mila mientras veía su reloj.

Yuri tragó saliva y se volteó dandole el frente a la pelirroja.

Esta suspiró tranquila y sonrió.

-Yura, de verdad me alegra mucho que finalmente está boda esté sucediendo, después de todo, ahora puedes tener a tu familia completamente.- Hablo la más baja mientras abrazaba al rubio.

-Oye vieja no llores, vas a ensuciar mi traje.- Hablo Yurio respondiendo al abrazo.

-Eres muy estúpido, no sé cómo Yuuri quiere casarse contigo.- Se burló Mila.

-Por qué me ama, y sabe reconocer lo que es bueno.- Respondió con orgullo.

-Ya vámonos idiota egocéntrico, si no fueras tan lindo ya te habría golpeado.- Hablo la pelirroja.

Al entrar en aquel salón Yuri pudo ver como había amigos y familiares, si bien no eran muchos y no superaban a las 50 personas, estaban todos los que formaban parte de su vida.

Yukia y Daiki esperaban a que la boda comenzará mientras ambos estaban sentados en las últimas bancas de la iglesia cada uno sostenía un cojín con el respectivo anillo, ambos lucían adorables, Daiki con su traje negro y su pequeño corbatín azul, mientras Yukia portaba un lindo vestido rosa pastel y un bonito listón adornaba su cabeza junto con su recién cortado cabello.

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