Cierra los ojos e imagina

50 33 9
                                    

—Crea con tu imaginación un mundo ideal, crea tu mundo perfecto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Crea con tu imaginación un mundo ideal, crea tu mundo perfecto. ¿Qué es lo que más desearías? Si pudieras pedir lo que sea.

—Desearía que no existiera la crueldad. —Una lágrima bajó lentamente por su mejilla golpeada.

—¿Sería lo único que pedirías? —dijo el hombre sorprendido.

—Es lo único que necesitaría. —dijo bajando la mirada hacia sus rodillas. Pasó suavemente los dedos por su muñeca cortada, y ya no logró recordar por cual de todas las cosas se había hecho aquel corte.

—¿Has hecho algo para solucionar tu problema?

—Le diré una cosa, cierre los ojos e imagine: imagine que está en mi lugar. Recree con su mente un pasillo de escuela, póngase ahí a los 14 años. Vea que un grupo de chicos lo miran y ríen, imagine la angustia y desesperación que causa en su corazón ese caminar lento y decidido de ese grupo de chicos que se sienten superiores. Se están acercando y sabe lo que ocurrirá si no se aleja corriendo. Pero por más que corra, igual lo alcanzan. Imagínese ahora llegando a su casa, golpeado, y que sus padres lo manden a hablar con un psicólogo que sabe que no lo ayudará en nada. Imagine el dolor, la tristeza y la vergüenza tanto interna como externa. Y ahora le preguntaré: ¿Has hecho algo para solucionar tu problema? Antes de preguntar cosas e intentar intervenir en mí vida debería ponerse en mi lugar. —Se levantó, agarró su mochila y se fue dejando la puerta del consultorio abierta.

Le habría gustado complacer a sus padres, preocuparlos menos, pero no podía echarse la culpa. Ya tenía suficientes problemas.

Siempre había pensado que la vida era como un suspiro, llenos de emociones, cortos y efímeros, habían suspiros que ni siquiera llegaban a tomar aire que soltar, cada uno era diferente y se convenció de que había que valorarlos, pero la verdad es que en estos últimos tiempos, le había resultado muy pesado el aire de su propio suspiro y dudó que en algún momento se alivianara.

—Pero tu aceptaste el título al igual que la etiqueta. Deberías dejar de hacerte daño, todo tiene solución. —dijo su único amigo que en verdad lo quería y valoraba.

—No en la sociedad en la que vivimos. Cierra los ojos e imagina que estoy muerto ¿En verdad me extrañarías?

—Cierra los ojos e imagina ¿En serio valdría la pena? —respondió su amigo.

—Me llamarían cobarde, pero no es así.

—No entiendo tu afán de decir que los suicidas son valientes. —dijo mirando el cielo que empezaba a oscurecer.

—La gente acusa a los suicidas de cobardes, pero le temen a la muerte ¿No te parece hipócrita? se aferran a la idea de la vida y los suicidas no...

—Es que es lo único que tenemos. —exclamó él.

—Y las personas le temen a lo desconocido.

—Todos odiamos el envoltorio en el que está nuestra alma, pero es nuestra forma de vivir.

—¿Sería una salida cobarde?

—Yo pienso que deberías enfrentar tus problemas.

—Y yo pienso que cada quien tiene el derecho a decidir, porque a mí no me dieron a elegir si quería nacer.

—Como tampoco elegimos la vida que nos tocó, pero podemos decidir cómo vivirla y somos los creadores de nuestro futuro, forjamos nuestro destino. Pero si de verdad crees que eso es lo máximo que podrás hacer en tu vida, si de verdad piensas que es para lo que naciste, si nada te ata, hazlo, tú lo decides.

En ese puente...

Parado en la cornisa...

Pensando en las palabras de su único amigo, sintió que no tenía por qué matar su cuerpo y encontró otra forma de morir, de liberarse, de matar una parte de él... y liberó el grito que tenía atrapado en la garganta hacía años.

—¡Cada uno de ustedes me torturó, cada uno de ustedes me mató, cada uno de ustedes puede considerarse asesino! ¡Pero tengo derecho a vivir!—lloró. Y así pasó la noche, desquitando el odio, el rencor y dejó de tragar lo que sentía. Murió, pero murió su parte mala, su parte débil, la parte que permitía que la etiqueta lo matara.

 Murió, pero murió su parte mala, su parte débil, la parte que permitía que la etiqueta lo matara

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Vidas De TintaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora