El vacío que precede la inmensidad

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Las recientes cenizas en la chimenea dan cuenta del frío que se siente, mientras, la ventana deja ver una montaña nevada con Cipreses helados

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Las recientes cenizas en la chimenea dan cuenta del frío que se siente, mientras, la ventana deja ver una montaña nevada con Cipreses helados. Aquellos más osados se mezclan con la Lenga, que valiente se trepa en los riscos más altos, bañándose con el frío néctar que cubre la inerte piedra. 

La cabaña de madera es cálida, pero la única alma que la habita está en el lugar más húmedo; el baño de la casa, en cuyo espejo se refleja un hombre. Él se ve y toca la hinchada piel que enmarca sus ojos, las ojeras, inquilinas perpetuas e indeseadas se ríen de él. Siente la cara cansada y sus ojos ya no reflejan el brillo de antes. Se siente vacío, no sabe hacia dónde va su vida y su mente se llena de preguntas que no son respondidas por su reflejo. Pero al salir de la habitación se percata de una mujer sentada en el sillón, ella es delgada, vestida con finas telas, porte elegante, rojos labios, oscuros ojos. El hombre, como un ente vacío, le da una vuelta al sillón seguro de que es solo otra alucinación. Busca con la mirada su taza de café de todas las mañanas y, encontrándola demasiado cerca de ella, desiste de alcanzarla. La mujer lo mira con una curiosidad casi burlesca. 

–¿Eres la muerte? –El encorvado hombre pregunta resignado, aconteciendo la desagradable, pero esperada respuesta. 

–Eso depende de si quieres partir conmigo, sino simplemente puedo ser tu amiga. –Voz clara, cuerpo imponente, sin embargo rasgos amables. 

El desgarbado hombre mira por la ventana y se deja deslumbrar por el paisaje patagónico, aquel tan característico por la mañana, con la helada que cae sobre el patio y el rayo de sol perezoso que no calienta, pero alumbra. 

–Ya no sé qué hacer. –afirma al fin, dejando ver por un segundo la sombra que pasa veloz por su rostro cual demonio mostrando su congoja. 

La muerte lo observa y ya no hay curiosidad en su rostro, aburrida, ve decepcionada a otra alma insatisfecha separada completamente de su matriz original.   

–He vivido desde la creación de los humanos, viví el nacimiento de tus abuelos y también el de tus nietos. Conozco el destino que les espera y sé qué lo provocó, las cenizas que comenzaron, irónicamente, el fuego que los extinguirá. 

El hombre descolocado observa al ser enfrente de él, la máscara de enojo desaparece de apoco de aquella que bramó tantas verdades. Y la taza de café humeante queda abandonada, porque toda la atención se la lleva ese ente oscuro que, aun así, alumbra. 

–Y tú, deprimido porque te corrieron del trabajo, porque te dejó tu novia, o tal vez porque algún compañero te atrae más de lo que se considera apropiado. –Soltó una risa cínica y continuó–. Y yo preocupada porque en un futuro las cosas van a empeorar ¿Acaso sabes tú cuántos animales se han extinto por las acciones del hombre? ¿O cuántas más se extinguirán? –Levantándose comenzó a caminar en círculos alrededor del ser empequeñecido–. Preocupada por la maldad que habita en los seres humanos, a esos seres a los que solo les interesa el dinero. En un futuro, pequeño humano, todos van a hablar un mismo idioma, propio de aquel con más poder, todos van a tener la obligación de pensar lo mismo, pertenecer a la misma cultura, adoptar las mismas costumbres. –La mujer se transformaba y ya no era un rostro amable, sus facciones angulosas parecían dispuestas a arrancarle un ojo–. En un futuro todo lo que consideras propio va a ser devorado por los negocios. 

El hombre se sentó en el sillón y agobiadamente miró por la ventana. La inmensidad de los hechos lo asustó al mirar el pasto y ver cómo desprendía un armonioso vapor al ser tocado por la luz, derritiendo los pequeños cristales. A su alrededor, abundaba la paz y, mirando un diente de león lleno de vida, no pudo creer que se cortaran para construir oficinas, que esos colibríes, que ahora revoloteaban tranquilos, se quedaran sin hogar para hacer hojas de papel.
Se sobresaltó al sentir las huesudas manos apoyándose en sus hombros. 

–¿Aún te sientes vacío? –preguntó con falsa inocencia.
El enorme descubrimiento lo golpeó en la cara y lágrimas recorrieron sus mejillas, sentía por primera vez tantas cosas bullendo en su interior que temió, se asustó de lo ciego que había estado. 

–Todo el tiempo atrapados en su burbuja, como hámsteres en una jaula de concreto. A veces hasta me dan pena, pero luego recuerdo que no todos son así, que la sociedad es la que los convierte. –Su sonrisa insolente siempre presente. 

Ante él un ser temible, pero recién comprendía que la especie verdaderamente aterradora tenía la misma apariencia que él poseía. Seres callados, igual de culpables que los monstruos que mataban por dinero. Pero él quiso cambiar, no le encontraba sentido a su vida, pero acababa de entender quien quería ser. ¿Qué importaban sus defectos? ¿Qué importaba que algunos lo marginaran por sus elecciones de vida? ¿Y si era homosexual? ¿O Bi? ¿Qué importaba? Era humano y estaba vivo. No quería etiquetas, quería ser libre y estar con quien quisiera, vestirse con lo que le gustara, hablar su idioma materno e ir a todos lados, viajar. No quería trabajar en una oficina, quería dibujar e inspirarse en esa hermosa naturaleza que él iba a impedir que desapareciera, quería ser libre y continuar con las cosas que le habían enseñado sus padres. 

–Sí, podría ser feliz. 

Ella sonrió, por primera vez sinceramente. 

–Y entonces ¿Por qué estás hablando conmigo? Ve a vivir tu vida. 

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Me han dicho que escribo con palabras rimbombantes, que es "innecesariamente pomposo", me criticaron, pero no señores, no de manera constructiva (ni siquiera amable). Que no les gustaba mi escritura dijeron, que no tenía talento afirmaron. Y saben qué, no tengo porqué discutirlo, si incluso puede que sea cierto. Pero al menos siento lo que escribo, nace de adentro ¿Y si me gusta, por qué debería dejar de hacerlo simplemente porque a otros no? solo... no leas. ¿Y saben que respondo yo? que las palabras rimbombantes tienen su encanto, que se utilizan para embellecer relatos, claramente la pomposidad no es necesaria ¿Quién afirmó alguna vez que lo era? pero aporta su parte, puede magnificar las pequeñas palabras que de otra forma no serían visibilizadas. Además ¿Quién dijo que estaba escribiendo el resumen de una idea? ¿O que debía ser aniquiladoramente concisa?... también pueden usarse palabras de ese tipo cuando el autor está averiguando que decir, díganme, por favor ¿qué hay de malo en eso? si son nuestros escritos, podemos decidir que decir y como hacerlo. Y, finalmente, creo fielmente que está mal catalogar palabras, o tacharlas de inútiles cuando "no aportan nada necesario" no hay nada de malo en describir escenarios, emociones, y yo no me arriesgaría a afirmar que la disposición poética sea una cosa ligera sin importancia, que las palabras no sean herramientas. Por último, el talento es un tema serio ¿Existe realmente? ¿Se aprende? y, más importante aún ¿Es bien utilizado? creo que esa es la pregunta clave. Sin embargo y más allá de todo, no se dejen avasallar nunca, porque tampoco importa lo que piense un puñado de gente. Si te gusta hazlo, hazlo y no te rindas nunca, si consideras que puedes mejorar, mejora, pero jamás dejes que te hundan los sueños frustrados o prejuicios ajenos.  

~No te rindas sin intentarlo, que una opinión mala es solo eso, una opinión, y las únicas opiniones que importan son las que te pertenecen~

Gracias por leer.

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