Trono Trocado

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El frío quema la piel

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El frío quema la piel.

El blanco lo cubre todo, enterrando cualquier obstáculo.

Y a lo lejos se distingue nuestro objetivo. La inmensa construcción, teñida de un negro color, grita mi nombre; Agelón.

Nos reclama como sus próximas víctimas.

Y no es de extrañar, tantos han caído ya. El reino de las tinieblas se traga todo lo conocido, con la conciencia cargada de muertes.

Dentro del palacio nos preparamos para enfrentar al mismísimo mal personificado.

Las escaleras heladas, amenazan con ser un arma letal para todo aquel que ose pisar. Avanzamos con sigilo, cuatro mujeres y cuatro hombres, comunes como cualquier otro. La valentía fue lo único que nos diferenció, pero la situación le quitaría el coraje a cualquiera.

El ambiente que antaño fue cálido se presenta oscuro y húmedo, recordándonos quién es el nuevo propietario. Ese que destruía nuestro mundo, que lo volvía gélido.

Mató al rey más poderoso de toda la historia, encerrando su alma.

El vil ser, cuyo rostro nadie jamás pudo ver, nos estaba esperando. Y cuando lo vimos a los ojos, comprendimos porqué nuestro mundo caía destrozado a un abismo sin fin. Cargaba la cara del diablo, pero con ojos humanos, llevaba la característica esencia de los seres que vendían su alma. En él pude ver a la humanidad reflejada, ya que fue como nosotros, pero perdió su rumbo.

Al encontrarse descubierto profirió un alarido que distaba mucho de lo que representaban sus ojos. La entidad monstruosa encaminó hacia nosotros, mostró sus sauces cargadas de roja saliva y se abalanzó.

Aquel ser podrá haber sido un humano, pero ya nada quedaba de esa existencia pasada.

Corrimos desahuciados, rezando clemencia. Aterrados subimos escaleras, sabiendo que la única oportunidad se hallaba en la torre del castillo.

El oscuro ser mataba a los desdichados que se encontraban cerca de él, pero yo no miraba atrás, después de todo, teníamos conciencia del suicidio que esto implicaba.

Para cuando llegamos a la sala tan esperada, los gritos habían dejado de oírse y las garras del animal marcaban el son de sus pasos. Quedábamos tres, desviviéndonos para dar con la dichosa alma de un tirano.

El rey no era ningún santo, pero tenía más de humano que esa bestia.

En un hueco en la negra pared, resaltaba algo luminoso. Corrí trastabillando y por fin, lo abrí.

El repugnante ser chilló de evidente dolor, mientras el techo parecía deshacerse en cenizas. El blanco se expandía, un estruendo sonó y el ser desapareció, dejando en su lugar a un rey poco honorario.

El mundo se restableció, tomando su curso.

Pero mis compañeros muertos y yo, viviremos en el olvido.

Pereciendo eternamente pobres, por la desdicha de no ser merecedores.

El hombre de sangre azul, porta con orgullo su corona, pero no reconocerá jamás a aquellos que arriesgaron y perdieron su vida por él.

Un relato a forma de experimentación, un desafío autoinpuesto donde trato de salir de mi zona de confort

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Un relato a forma de experimentación, un desafío autoinpuesto donde trato de salir de mi zona de confort. Sé que tiene muchas comas, pero las vi necesarias para expresar las pausas que quería transmitir al lector. Al igual que el uso excéntrico de puntos a parte que, quizá, no hayan logrado el objetivo deseado en todo aquel que deslizara sus ojos por estas líneas. Sin embargo, esta disposición queda a criterio de cada quien y, a su vez, pueden dejarme en los comentarios sus opiniones. Por mi parte tengo la impresión de que con dichos recursos recreé la oscuridad que en mi mente tenían estas escenas, que el anonimato de los personajes es equilibrado y, que a pesar de tener un final abrupto, tampoco me lo imagino de otra forma. 

Entiendan que fue un experimento que, aunque no perfecto, me parece lindo compartir.

Gracias por leer.

Primrose~

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