Estaba completamente sudada y sentía que mis piernas se estaban quemando, me costaba respirar. Sentía que me iba a desmayar en cualquier momento.
- ¡Vamos Alex, solo llevas una cuadra! -gritó Spencer que había parado unos metros por delante de mí.
Ayer por la noche Sam me había obligado a hablar con Spencer para que me entrenara, pero jamás pensé que el entrenamiento comenzaría el domingo en la mañana.
- ¡Llevo... más... -cada palabra era una tortura- más que eso! -grité casi agonizando, llevábamos corriendo por lo menos dos horas y no había tomado un buen desayuno. Solo ese asqueroso batido que Sam había preparado diciendo que era un excelente aporte para comenzar un día de ejercicios. Era fácil decir eso cuando ella se estaba comiendo sus huevos revueltos.
Hace casi dos años que no había hecho tanto ejercicio, ahora no entiendo que pasaba por mi cabeza cuando decía que amaba correr.
- Podemos descansar, -dijo Spencer notando que ya estaba a punto de un coma por cansancio- pero si descansamos jamás podrás entrar al equipo -el maldito estaba chantajeándome de esa manera.
- Eso... es jugar... sucio -lo miré con odio y seguí corriendo mientras Spencer se reía de mí. Lo peor era que él ni siquiera jadeaba.
Mientras corría, hacía el intento de mirar a mi alrededor, estábamos en una especia de bosque para corredores, no tenía idea de cómo se llamaban estos lugares, pero podía apreciar que había muchas personas haciendo ejercicio, eso era lo único que podía ver antes de que mi vista se volviera al trasero de Spencer, no lograba entender como era tan redondo y grande, sentía una comezón en las manos que me rogaba nalguearlo. El desgraciado tenía mejor trasero que muchas chicas.
Media hora después sentía que si no paraba me iba a caer de cara al suelo, casi no sentía mis piernas, Spencer estaba cada vez más adelante que yo y ya no sacaba nada con gritarle para que parase, así que simplemente dejé caer mi trasero al suelo de tierra. Mi corazón iba tan rápido que me hacía casi imposible controlarlo, estaba cansada y solo quería una ducha para sacarme la capa de mugre que me corría y el sudor que me empapaba, Spencer no tardó en notar que ya no iba tras él y a los pocos minutos estuvo parado a mi lado.
- Agua -mi voz sonaba agónica y era casi cómico lo derrotada que estaba.
- Estuviste mejor de lo que pensaba -dijo Spencer mientras me entregaba el agua y yo se la arrebataba de un manotazo- Tienes buena resistencia, cualquier otra persona hubiera parado en la primera hora -lo ignoré completamente y destape la botella desesperada.
El frío del agua fue bien recibido por mi garganta seca y en pocos minutos mi respiración comenzó a ser más normal.
- Creo que me voy a morir, ¿tienes comida? -el maldito se veía jodidamente bien, ni siquiera parecía que habíamos estado corriendo por casi tres horas- Por favor, dime que tienes comida -mi estómago estaba gritando por un poco de alimento en este momento.
- Si comes ahora, luego cuando volvamos trotando a tu casa puede que lo vomites -dijo con su estúpida calma de siempre, comenzaba a odiarlo.
- ¡Me importa una mierda, dame comida! -grité. Me sentía enojada, cansada, hambrienta y tenía sueño- ¡y ni creas que volveré trotando!
Spencer me miró y luego comenzó a reír. Sí, el maldito se estaba riendo de mí y en mi presencia, no estaba de ánimos para aguantar que se rieran de mí así que me puse de pie a duras penas y comencé a caminar de regreso a la casa.
- ¡Vamos Alex, no seas infantil! -me di la vuelta enfurecida.
- ¡Que te importa a ti! -él me miró aun riéndose de mi- ¡ya deja de reírte de mí!
- Alex, te estás comportando como un bebé con sueño -su estúpido tono calmado me hizo enojar aún más. Esta vez solté un grito de frustración y me di la vuelta para seguir de camino a la casa.
Me dolían las piernas... no, me dolía hasta el alma. Era como si un camión me hubiera pasado por encima.
- Toma -Spencer estaba a mi lado, pero lo ignoré y luego me codeo para que lo mirara.
- ¿Qué quieres? -si los tonos de voz mataran el pobre ya estaría muerto y enterrado. Luego miré lo que me estaba dando y fue como si el amor y la paz del mundo me recorrieran el cuerpo- ¿Es para mí? -mi voz sonaba esperanzada.
- No quiero que alguna pobre alma reciba tu furia en el camino.
- Idiota -le quité la barrita de cereal, la caja de leche y comencé a comerlas.
Spencer se sentó a mi lado y se quedó en silencio mientras comía, mirándome con una sonrisa en el rostro.
- ¿Te divierte algo? -pregunté cuando terminé de comer.
- Nada, solo anoto mentalmente que cuando tienes hambre te vuelves odiosa -dijo y yo lo miré con los ojos entrecerrados.
- Esto te sirve de lección, cada vez que salgamos debes llevar el botiquín de emergencia -él asintió divertido y yo puse mi cabeza en su hombro, sentí como se tensó un momento y luego recordé que esto había sido lo más cerca que hemos estado luego de la playa. Estuve tentada a sentarme bien, pero estaba tan cómoda que no me quedaban fuerzas así que solo me quedé ahí.
- ¿Alex? -hice un sonido indicándole que hablara, no quería hablar ni nada, solo quería dormir- ¿estás segura de querer entrar al equipo? -me encogí de hombros- Sabes que es un deporte agresivo.
- Yo soy agresiva -dije defendiéndome, pero el bostezo le quitó rudeza a la frase.
- Bueno chica agresiva, será mejor que ya volvamos si no queremos que tu tía comience a pensar que te secuestre o algo -se pone de pie y yo suelto un gruñido- Vamos Alex, levántate y volvamos trotando.
- No entiendo cómo le agradas tanto a mi tía -dije recordando como lo habían elogiado y recibido en la casa esta mañana- Eres odioso.
- Soy un amor de persona -me miró fingiendo estar ofendido- y tú debes seguir trotando.
- ¿Tú me odias verdad? -tuve que recibir ayuda de Spencer para ponerme de pie.
- Claro que no -respondió rápidamente mientras me quitaba los envoltorios y los guardaba en su mochila.
- ¿Entonces por qué me haces esto? -dije lloriqueando, él solo me ignoró y comenzó a trotar gritando mi nombre para que lo siguiera. Me sentía sudada y apestosa, pero de todas formas tomé mis últimas reservas de energía y lo seguí trotando hasta la casa.
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prometo quedarme
Teen FictionAlex deja que te explique...-tarde. mi puño choco justo en su mandíbula enviando un condenado dolor por toda mi muñeca. -¡mierda!-grite llevando mi mano a mi pecho como esperando que eso hiciera que el dolor parara. -¿Alex estas bien?- comenzó a a...