2040
Aquí estaba, un día antes de los que sabía, sería uno de los mejores y más importantes días de mi vida, sintiéndome melancólico y derrotado mientras miraba las fotos en mi laptop. En la mesa ratona frente a mi descansaba la caja, que había desenterrado hace dos horas, con más fotos y recuerdos.
Había estado inmerso en una fotografía, haciéndole zoom y admirando su sonrisa por largo rato cuando sentí las voces de mis hijas al entrar en casa. Me apresure a limpiar el rastro de lágrimas de mi rostro.
- Solo a ti se te ocurre comprar a último momento el vestido, Frida - comento divertida mi hija mayor Greta a su hermana.
- ¿Qué tienes papá? - se acercó preocupada Helena, la menor de mis hijas.
- Nada cariño- intente desviar la mirada, pero ella me detuvo mirándome de esa manera como lo solía hacer su madre cuando sabía que algo sucedía.
- No me mientas.
- ¿Qué le pasa? - preguntaron al mismo tiempo sus hermanas deteniendo su parloteo.
- No sé- la veo voltear su rostro, hacer cierta mueca y volver a fijarse en mi - Estas raro- responde dirigiéndose a mi después de analizarme.
- Solo... estaba recordando algunas cosas.
Greta mira la caja y su rostro decae con entendimiento.
- Oh, ya veo.
Frida se había puesto a escribir algo en su teléfono. Me relaje creyendo que lo dejarían pasar, pero no, Helena quería respuestas. Desviaba la mirada de mí hacia su hermana.
- Ya ves ¿Qué? - sus ojos entrecerrados y confundidos- no estoy entendiendo nada gente... ¿Y esta caja?
- Pá, deberías contarle...- comentó Frida dejando las llaves y el teléfono sobre el platón de la mesa.
- Si, pienso igual. Ya tiene veinte años. Edad suficiente para saber y entender la verdad-agrego Greta. Helena me miraba confundida y anhelante, pero en absoluto silencio. No era de las que insistía, ella me esperaría si fuera necesario hasta que yo estuviera listo para hablar. Pero ellas tenían razón. Tenía que decirle la verdad, aunque me asustara su reacción.
Trague fuerte y fingí hacer como si nada estuviera a punto de cambiar.
- Está bien, pero esto tendrá para rato si empezamos desde el principio. Pónganse cómodas y traigan comida. Todavía no cene- juro que en su momento intente sonreír, pero estaba tan nervioso que debió salir como una mueca extraña.
- Tú y ese estomago sin fondo- bromeó Greta arrojando sus tacones por el aire y quedando descalza- yo preparare algo rápido. Alguna que se encargue de ir a buscar las mantas - estaba atardeciendo y en esta época del año la temperatura descendía al anochecer.
Una vez que ya todas estaban abrigadas y recostadas en el sillón de cinco cuerpos color terracota, cada una con un bowl de palomitas de maíz endulzadas a su gusto me dispuse a observarlas.
Greta. Mi eterna compañera. Con su cabello rubio, teñido tenía que agregar, sus observadores ojos azules y un enorme corazón me ayudo con sus hermanas los últimos años. Se había convertido en una gran abogada con aspiraciones a ser Fiscal en su momento.
Frida. Siempre curiosa y con reservas de energía que nunca supe de donde conseguía. Su cabello oscuro y ojos del mismo tono de verde me recordaban a su madre cuando la conocí. Mi Frida había heredado la pasión por la fotografía de mí y se casaría con un colega en menos de veinticuatro horas.
Helena. Mi preciosa y adorada Helena fue luego de sus hermanas la demostración de amor más grande en el mundo que tuve. Era igual a su madre en todos los ámbitos posibles que una persona se podía parecer a alguien. Lo único que había aportado en ella fue mi color gris de ojos. Helena podía haber sido lo que quisiera en la vida, pero había estado decidida en que su padre no durmiera tranquilo nunca más por las noches. Estaba en la academia de policía, influenciada por su tía Belén.
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Encadenado a Ella© (Serie Encadenados : LIBRO I)
RomanceHay ocasiones en el que el primer amor no suele ser el amor de nuestra vida, ocasiones en las que necesitamos algo que nos motive a vivir, que nos haga sentir realmente con vida... quizás alguien nuevo. Octavio Frazer es un hombre apuesto, maduro...