Deslice mi dedo sobre la curva de su pecho, bordeando con cuidado la zona maltratada.
- ¿Se le fue la mano intentando marcarte como suya? -susurre intentando ocultar el enojo de mi voz.
- Me gusta que me marquen y marcar Octavio. No es algo que podamos experimentar nosotros.
Hizo a un lado la sabana que cubría parcialmente su cuerpo y se sentó al borde de la cama.
- Si de verdad estas diciendo eso, no te conozco ni un poco. Jamás dejarías que alguien te toque de esa manera y disfrutarlo.
Emily soltó una risa amarga antes de voltear el rostro y mirarme sobre su hombro.
- Ninguno conoce completamente al otro. Tener sexo no te hace merecedor de esa intimidad.
- ¿Y Antonio si lo es? – gruñí.
- No, él tampoco lo es - soltó un suspiro y volvió a darme la espalda - No quiero que hablemos de Antonio.
Asentí. Me estire intentando tocar el dorso de su mano llamando su atención
- ¿Vamos a la playa?
- ¿Y si cocinas algo para mí? Mientras yo voy a comprarme un bikini
Reí a la vez que me colocaba mi bóxer
- ¿No puedo ir contigo y ayudarte a elegir?
- Seria raro Octavio ¿no crees? – acomodo su cabello en un moño tirante, escondiendo esos rizos post sexo que tanto me gustaban.
No había que ser un genio para entender que quería ir sola y eso, aunque no quisiera del todo, me dejaba algo de tiempo para pensar.
- Tienes razón. ¿tengo camino libre para la cena?
- Mientras no incluyas algo de lo que ya sabes que no me gusta.
Bajamos la escalera. Abrió la heladera tomando una botella de agua del montón que habíamos comprado en el camino. Lo guardo en una mochila y se estaba yendo cuando hable.
- ¿Nada de aceitunas entonces?
Cuando se detuvo y volteó a verme, una sonrisa enorme ocupaba gran parte de mi rostro.
- ¿Lo recordaste?
- Mientras estés involucrada, por mínimo que sea, siempre lo recordaré
- Hubo veces en que creí que tenías una memoria selectiva.
2040
- Hasta ahora seguís demostrando recordar todo – Greta sonrió
- No es solo el hecho de recordar. Emily fue mi gran amor y sería un insulto a lo que tuvimos si no tuviera presente cada momento que pasamos juntos.
- Me gusta oírte hablar así – suspira Helena.
- Tendría que haberte hablado sobre esto hace mucho tiempo - repito mi admisión con pesar.
Helena no habla y es Frida la que, con una sonrisa pregunta en el bache de silencio.
- ¿Qué cocinaste?
2014
Emily tardó más de lo que esperaba, pero eso me vino de maravilla para esmerarme. Tenía pensado cenar temprano y luego ir a la playa con ella.
Estaba sirviendo los platos cuando Emily atravesó la puerta con algunas bolsas.
- Huele rico -sonrió - ¿Qué fue lo que cocinaste para mí? - su voz es alegre y algo risueña.
- Se que te cuesta oírme decir que te amo, pero se me hace difícil no hacerlo cuando sonríes de esa manera.
- ¿Y de qué manera lo hago?
- Sorprendida de que te cocinara solamente a ti
- No consigo que alguien lo haga por mi últimamente.
- Siempre que pueda, me encargaré de alimentarte y tenerte saciada- declaré olvidando momentáneamente el gigantesco elefante rosado en la habitación.
- Espero que sepa bien. No puedo morir de una intoxicación.
- ¡Hey! No seas exagerada. Sabes que soy bueno cocinando.
Emily sonrió, seco sus manos con un paño luego de haberlas lavado y se acercó a mí. Se detuvo antes de sentarse en el lugar que anteriormente había ocupado y tomó asiento a mi lado.
- ¿Conseguiste lo que buscabas?
Ella levantaba la mirada a la vez que llevaba un bocado a su boca.
- Lo hice - respondió con la boca llena haciéndome sonreír.
Se tomo su tiempo para saborear haciendo muecas extrañas. Cuando gemidos salieron de sus labios tuve que detenerla.
- No juegues conmigo- gruñí y Emily soltó una carcajada.
- Delicioso. El mejor arroz con frutos del mar que he probado
Su mirada se encuentra con la mía y tengo que hacer uso de todo mi autocontrol para no caer de rodillas frente a ella y devorar lo que para mi era verdaderamente delicioso.
- No empieces - puso los ojos en blanco y apunto su dirección en mi dirección. – tienes esa mirada.
- ¿Cuál mirada? - pregunte divertido y ella negó. Continuó comiendo mientras reía
- Te conozco Frazer. Follamos hace…- miro el reloj en su muñeca- hace menos de tres horas.
Tuve que reírme
- Emily, por favor! Dame algo de crédito. Quiero tener sexo contigo a todas horas, pero se que tengo que alimentarte.
- Que considerado de tu parte – ironizó
- Lo sé, soy todo un caballero pero que puedo decir – encogí mis hombros.
Hizo a un lado su plato vacío y me miro mordiéndose el labio.
- Octavio
- ¿Sí?
- Quiero ir a la playa.
Recordé las bolsas con las que regresó, el bikini que seguramente consiguió y me tuve que ajustar debajo de la mesa.
- Créeme, yo también lo quiero. Necesito ver que fue lo que compraste.
[…]
Iba a jodidamente matarme.
Definitivamente, el azul se había vuelto mi color favorito.
Estaba atardeciendo. El cielo pintado de los colores más brillantes de naranjas y amarillos, mientras el sol se escondía de nosotros en el horizonte.
- Cenamos temprano – comenta
- Y ahora tengo ganas de mi postre – Emily soltó una risita que hizo detener mi corazón. De verdad, amaba a esta mujer.
- Entonces, ve por él – salió corriendo en dirección al mar.
Meneé la cabeza y riendo la perseguí. No me detuve hasta que mis brazos rodearon su cintura.
- Te atrapé – susurré escondiendo el rostro en su cuello inhalando su aroma.
- Hace bastante- murmuró por lo bajo.
- Emily…
Encontré mi mirada con la suya
- ¿Nunca sientes culpa?
No respondí.
Debería sentirme culpable pero no lo hacía. Cada mirada, cada beso o caricia que recibía de Emily era una descarga de vida para mí. Me impulsaba a seguir adelante. El simple hecho de verla sonreír hacía mi día mucho mejor.
Luego de un momento en silencio y de buscar en mi cabeza las palabras correctas hablé.
- Siento culpa, pero no de lo que esperas que sientas.
- Ya te dije que no creía que tuviéramos culpa por lo de mamá. Puede que hayamos desencadenado su muerte, pero no la asesinamos. Tenía un maldito problema del corazón del que nadie estaba al tanto.
- Lo sé
- ¿Entonces?
- La culpa que siento es de no ser lo suficiente bueno como para hacer lo correcto. – Emily asintió y no tuve que decir nada más. Me conocía lo suficiente para no tener que hacerlo. En su lugar desvió la mirada hacia el horizonte.
El sábado Emily amaneció tensa. Me sorprendió encontrarla en la cocina horneando. Ni siquiera había notado que hubiéramos comprado los ingredientes.
- ¿Qué tienes?
Deje el teléfono en la mesa, ella clavo la mirada en el aparato antes de dispararme dardos imaginarios.
- Nada. Ayer aproveche que estuve en el centro y compre lo que necesitaba para hacer algunas galletas. Para comer durante el viaje mañana.
- Si antes no estaba seguro, con esto de las galletas lo confirmo. Emily amor, solo haces galletas de limón cuando necesitas distraerte ¿algo sucedió mientras hablaba con tu hermana?
Un gruñido escapo de sus labios y procedió a ignorarme. Apoye mi cadera en el borde de la encimera, mis brazos cruzados y mis ojos fijos en ella. No aguanto ni dos minutos sin explotar enojada.
- ¿Quieres saber si algo sucedió? ¿Además de que de nuevo me hiciste callar cuando la llamabas? No soy idiota Octavio, ni una niña a la que tienes que regañar
Mierda
- No me di cuenta.
- Seguramente- la veo poner los ojos en blanco – No sabía que las llamadas estaban permitidas. Es bueno saberlo ahora. Recordé que tengo algunas llamadas que hacer a Belén y Antonio. Tú entiendes. - la comisura de su labio se elevo en una sonrisa condescendiente.
- ¡Es diferente! – aclare repentinamente exaltado – Necesitaba saber que todo andaba bien en casa, las niñas…
Ella alzo la masa y la lanzo sobre la masa haciendo un gran estruendo.
- ¿Y quien dijo que yo no necesito comprobar que todo anda bien? No eres el único que se preocupa por lo que ocurre en su casa
- ¿Casa?
- Vivo ahí con Antonio- encoge sus hombros.
- No sé porque estas buscando pelear cuando estábamos más que bien.
- ¡Hasta que la cagaste! - me empuja haciéndome retroceder dos pasos – Me voy por estas razones. Me cansé de ser la tercera rueda en tu relación con mi hermana. Me cansé de soportar todo para que tu vida no se arruine. ¿Ibas a tomar este fin de semana para pensar? Entonces hazlo y deja de jugar con las personas. Si no te creo cuando dices amarme es porque a la vez te veo jugar a la familia feliz y decírselo a Vic. Estas con ella y todavía me buscas para tener sexo. Por lo menos yo intento hacer las cosas bien, pero ¿y tú?
- ¡Mierda Emily, no todo es tan simple!
- Tampoco es tan difícil. -Alza la voz – Jamás te pedí nada ni lo hare porque no soy capaz de darte lo quieres. Mi vida es demasiado complicada para sumarle un problema más.
Siento como si me hubiera dado un puñetazo en el abdomen y me robara todo el aire doblándome por la mitad. Eso y el dolor que siento en este momento son iguales.
- ¿Soy un problema para ti ¿
- Si - nos quedamos mirando un momento en silencio antes de que volviera a hablar - ¿Por qué me la jugaría por alguien que no haría lo mismo por mí? Eres de Victoria y de las chicas. Lo sé y lo entiendo. Y es por eso que es mejor que me vaya y no vuelva.
No había nada que quisiera más en el Universo que ser suyo completamente. Tenía mi amor, pero eso no era suficiente cuando no podía darle lo que merecía en verdad y es por eso que me dolió admitir que tenía razón
- ¿Puedo seguir horneando tranquila?
Asentí acercándome a ella y quitándole un mechón rebelde del rostro
- Estaré en la ducha
Pensé y mucho mientras estaba lavando mi cuerpo. Ella estaba en lo cierto. Estaba actuando como un cobarde y había terminado de jugar con ella y Victoria. Le estaba dando la espalda a la puerta, pero pude escucharla abrirse y cerrarse. Mire sobre mi hombro para encontrar a Emily sentada sobre la tapa del inodoro.
- No me gusta pelear contigo
- A mi tampoco, pero no todo lo que dijiste era verdad.
- Siempre tengo razón Octavio. – sonríe- Pero eso no quita que no tenía ningún derecho para tiraste toda esa mierda porque me puse algo celosa.
- Me gusta verte celosa
Porque, aunque no me dijera en palabras que me amaba una persona no siente celos por alguien que no le importa lo suficiente.
Bufa poniendo los ojos en blanco.
- A mí no- admitió, su sonrisa decayendo y no me gusto.
- Entra
- Ya me bañé
Sonrió y yo hice lo mismo
- No me importa. Ven aquí.
Riendo se puso de pie, deslizo las tiras del vestido floreado dejando a la vista su cuerpo desnudo.
- Estabas preparada – señale. Ella dio un paso saliendo del todo y era algo que nunca me cansaría de ver. Su piel tan pálida daba un buen contraste con lo rosado de sus pezones,
- Vine por sexo. Mucho sexo Octavio.
- Con más razón entonces, entra aquí ahora mismo.
- Tengo 10 minutos. Las galletas están en el horno.
- Puedo hacerte venir en menos de nueve.
- Presumido
Reímos y tomo su mano ayudándola a entrar en la ducha. Tiro de su brazo atrayendo su cuerpo al mío tomando su nuca con firmeza.
- Tienes toda la razón en lo que me dijiste y aunque no estemos juntos hare algo al respecto.
- No tienes que hacer nada Octavio.
- Lo haré – declaro con determinación – te amo y lo digo de verdad – intenta alejarse, pero no se lo permito, obligándola a que me continúe mirándome – no me interesa si amas a alguien más, si es otro hombre con el que duermes cada noche. Mi amor por ti jamás cambiara. Pasara años y seguiré sintiéndome atraído por ti.
- ¿Cómo puedes estar tan seguro? Nada es certero en la vida.
- Te equivocas. Mi amor por ti lo es.
Y la besé intentando distraerla antes de que pudiera contradecirme. Ella acepto mi distracción.
No quería que siguiéramos hablando. A regañadientes me alejé de su boca, caí de rodillas llevando una de sus piernas a mi hombro. Acaricie su clítoris hipnotizado, sus gemidos se hicieron presentes. Su cabeza cayo hacía atrás y su boca se abrió gritando cuando comencé a devorarla
- ¡Octavio! Dios… me encanta. Yo-yo… ¡Ah!
- ¿Tú qué? – gruñí introduciendo un dedo en su interior húmedo y resbaladizo
- Lo olvide – balbuceo
- Seguramente – reí agregando un segundo dedo y acelerando los bombeos a la vez que succionaba con fervor su clítoris.
Emily enloqueció.
Tembló, gritó y si no la tuviera bien sujeta contra la pared habría terminado en el suelo por como le temblaban las piernas
No me importaba estar duro como una roca. No había posibilidad de hacerla mía sin que luego me asesinara por quemar sus galletas. Porque si, esas galletas de limón eran importantes para ella y por lo tanto para mí. Y es por eso que luego de hacerla venir, me levante y la ayude a salir de la ducha siempre teniendo cuidado de que no se resbalara.
Desaparece tras la puerta,y me bastó ver su vestido en el suelo para decidir ir tras ella.Espero que le haya gustado. Nos leemos más pronto que tarde.
Voten y comenten que les pareció y que piensan de Emily y Octavio.
Los amo
Mara
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Encadenado a Ella© (Serie Encadenados : LIBRO I)
Storie d'amoreHay ocasiones en el que el primer amor no suele ser el amor de nuestra vida, ocasiones en las que necesitamos algo que nos motive a vivir, que nos haga sentir realmente con vida... quizás alguien nuevo. Octavio Frazer es un hombre apuesto, maduro...