El cansancio ahora es el mayor de sus problemas. Olympia siente como sus piernas tiemblan y se estremecen en cada paso que dan, sus amigos ni siquiera emiten palabra alguna para guardar fuerzas, incluso Alexander lleva dos días sin querer coquetear con la castaña.
Suelta un pequeño suspiro antes de dejarse caer, su espalda apoyada en el tronco de un gran árbol y sus ojos cerrados.
- Nos quedan dos días caminando a pie para llegar a la frontera del norte – habla Daymon antes de darle un buen trago a la bota de agua – si seguimos a este paso puede que lleguemos mañana al anochecer.
Alexander le da una dura mirada.
- ¿Acaso quieres matar a la futura reina? ¡no puede apenas ni abrir los ojos! – exclama indignado por la frialdad y desinterés por parte del moreno.
Olympia abre los ojos y le da una mala mirada a Alexander antes de incorporarse y ponerse de inmediato en pie.
- ¿Soy una persona débil para ti? – increpa la chica notablemente molesta – no, ¿cierto? – temeroso Alexander niega con la cabeza – entonces no me uses de excusa para detenernos a descansar – mira rápidamente a Daymon – Day, hay un poblado cerca, ¿crees que podremos conseguir unos caballos?
Olympia lleva desde hace tiempo fijándose en las huellas de caballos y carruajes. Incluso andando por el bosque se puede apreciar que es una zona donde las personas caminan, la tierra se ha visto modificada por las huellas.
Daymon observa de refilón a Alexander que se mantiene con su ceño fruncido y, entonces, le da una mirada confusa a Olympia. Claro, con caballos llegarían más rápido, pero no tienen dinero y tampoco ninguno es un ladrón como para robar los caballos que necesitan.
Se limita a encogerse de hombros.
Olympia suspira.
- De acuerdo – concede – una vez lleguemos a la frontera nos permitiremos descansar, hasta entonces tenemos que seguir avanzando como podamos.
- No podemos quedarnos allí mucho tiempo – interrumpe Alexander – hay una gran cantidad de soldados custodiando los caminos, si se dan cuenta de que eres tú, irán rápidamente a matarte, tenemos que pasar rápido y de modo que nadie te descubra.
Los tres se quedan en silencio pensando en su siguiente movimiento. Agotados, con apenas alimento en el cuerpo saben que no pueden llegar muy lejos, necesitan parar y descansar correctamente si no quieren desfallecer por el agotamiento.
Deben pasar los tres sin ser descubiertos, una vez pisen el otro reino serán totalmente intocables por parte de los soldados de Eitan, pero hasta entonces están en problemas. Y, además, nada les asegura que en Deinn estén a salvo.
Son extranjeros y los rumores dicen que ella es la traidora.
Simplemente llegar al castillo será complicado, incluso aunque se encuentra cerca de la frontera. Una vez lleguen, ninguno sabe cómo reaccionará el nuevo rey, tampoco los padres de este. Probablemente se nieguen a ayudarla y no quieran ni dejarla libre, sino que la podrían llegar a usar como moneda de cambio para una tregua, o incluso solo deshacerse de ella sin motivo alguno.
Olympia agarra la daga de Daymon y se agacha para cortar un poco de tela de su pantalón, la cual se coloca justo en su ojo derecho para cubrirlo.
Una vez vuelve a incorporarse alza la mirada y mira a sus amigos. Sus peculiares ojos se encuentran ocultos y ya no muestra un ojo marrón y otro azul, sino que tan solo muestra su ojo azul. Un simple ojo azul que no debe por qué relacionarla con ser la princesa, cualquiera puede tenerlos de dicho color.
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Lucha de coronas
FantasyA veces aquellos en los que más confiamos, son los primeros en traicionarnos. Eso es algo que aprendió Olympia cuando menos lo esperaba y eso le marcó todo su futuro. Su vida entera. Odiada por el rey de su reino, su propio hermano, tiene que tomar...