La llegada al poblado es tranquila, durante el camino no ha habido ningún tipo de percance que les retrasase. Mientras ellos llegaban, el grupo de Alexander también ha regresado y tanto él como Daymon se encuentran sentados en el centro del poblado conversando acerca de lo que han pasado los últimos días.El moreno, con su espalda contra un árbol, se encuentra de brazos cruzados y la mirada perdida, pensativo.
- ¿Qué te preocupa? – pregunta Alexander al notar el ceño fruncido en su amigo.
Daymon alza su mirada y observa al castaño. La preocupación brilla en sus ojos, es imposible no notarlo.
- Ayer pude hablar con un soldado que solía ser cercano a mi padre antes de que todo sucediese – recuerda cada palabra y de nuevo siente una profunda ira – mi padre sigue vivo, pero si no obedece las ordenes de Eitan ha prometido asesinar a mi madre, a la cual han encerrado en una habitación. Es tan aterrador pensar que su vida pende de un hilo... es mi madre, Alex.
Golpea con fuerza el tronco de un árbol que había a su lado. La ira hierve todo su cuerpo, no puede creer todo lo que está sucediendo por el solo hecho de no seguir las ideas de Eitan, quien debería ser el traidor del trono, no él.
Alexander coloca una de sus manos sobre el hombro del moreno tratando de tranquilizarle, si alguien viese a Daymon en aquel estado, Olympia no tardaría en enterarse y aquello le pondría muy triste. Quiere evitar aquello.
Sabe que Daymon es todo menos impulsivo, no suele ir golpeando cosas cuando se encuentra enfadado, debe de sentirse realmente furioso como para reaccionar de ese modo, aunque lo entiende a la perfección.
Cuando se enteró de la noticia de su padre un increíble sentimiento de tristeza le sobrecogió el pecho, quería que nada de lo que escuchaba fuese real, quería retroceder el tiempo a cuando nada había ocurrido para poder cambiar todo.
Los padres de Olympia, su padre, sus amistades. Todos ellos están siendo asesinados y él no ha podido hacer nada para evitarlo, se siente un completo inútil y detesta sentirse de esa forma.
Quiere idear un plan, está cansado de esperar, quiere ir en ese mismo momento al castillo a acabar con aquel tirano que disfruta con el dolor y el sufrimiento de la gente.
Pero sabe que no debe precipitarse y nunca ir contra las ordenes de Olympia, deben colaborar juntos hasta el final, es el único modo para poder lograr el objetivo.
- ¿Qué crees que hubiese ocurrido si no hubiésemos seguido a Olympia aquel día? – cuestiona Alexander pensativo.
Daymon se gira furio para observar a su amigo. No puede creer que se esté preguntado aquello, siempre van a estar los tres juntos, desde el principio hasta el final. Cuestionarse ese tipo de cosas no es aquello por lo que siempre luchan.
- ¿Te arrepientes?
- Me lo pregunto – responde rápidamente al notar el tono de voz que emplea el moreno – quiero decir, ¿crees que Eitan hubiese matado a mi padre o estaría tu madre encerrada? ¿quizá nos habría matado a ambos?
En silencio Daymon mira fijamente al castaño.
Se percata de la tristeza que es susurrada junto a aquellas palabras, la muerte de su padre le hizo sentirse terriblemente roto, por un momento perdió la cabeza junto a Olympia y, aunque ha estado tranquilizándose durante esta semana, hay algo en su interior que sigue atormentándole.
Entiende la razón.
Si su padre estuviese muerto también se cuestionaría muchas cosas, pero nunca el no seguir a Olympia, eso jamás.
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Lucha de coronas
FantasyA veces aquellos en los que más confiamos, son los primeros en traicionarnos. Eso es algo que aprendió Olympia cuando menos lo esperaba y eso le marcó todo su futuro. Su vida entera. Odiada por el rey de su reino, su propio hermano, tiene que tomar...