- Un momento – pide Olympia casi jadeando del esfuerzo físico.
Con cuidado se deja caer en el suelo y lleva su mano a la herida de su pierna, de inmediato sus dedos se manchan de la sustancia roja, aquella que poco a poco comienza a detestar, sobretodo porque parece estar impidiéndoles avanzar a la velocidad que deberían hacerlo, solo les entorpece y les hace perder tiempo, uno que no tienen.
Rune preocupado se arrodilla frente a ella y trata de examinar la herida. Su estómago se revuelve al darse cuenta de que la herida no se encuentra en un buen estado. Sabe a la perfección por qué ocurre eso, desde que despertó no han descansado, no hacen más que continuar avanzando a petición de la chica, lo que dificulta la recuperación.
Su brazo, sorprendentemente, se encuentra ya recuperado y ha recuperado la movilidad. En menos de tres días la herida se curó casi por completo, sorprendiendo a todos los presentes, sobretodo a la joven que no podía salir de su sorpresa al ver la rápida recuperación, casi milagrosa.
- Deberías descansar al menos un día, tu pierna no puede recuperarse de esta forma – sus ojos enfocan preocupados las expresiones en el rostro de la castaña – Oly... deberías cuidarte más.
- Necesitamos llegar, estamos a menos de dos días del poblado de mi amiga – recuerda tratando de que su nuevo amigo deje de mirarla de esa forma, ella se siente bien. Cansada y algo adolorida, pero puede soportarlo – cuando lleguemos allí, te prometo que descansaré lo que haga falta.
Rune suelta una pequeña carcajada.
- Ambos sabemos que eso no ocurrirá – le revuelve el pelo con cariño antes de ponerse en pie, con una sonrisa en sus labios extiende su brazo – al menos déjame que te ayude a caminar.
Trata de ocultar una sonrisa, pero termina por rendirse. No puede evitar sentirse feliz por el trato que está recibiendo por parte de Rune, la cuida y cuando la ve mal no duda en acercarse a ayudarla.
Siempre ha detestado que la ayudasen porque considera que hay veces en la que, para crecer y volverte fuerte, lo que necesitas es valerte por ti mismo, sin depender de nadie.
El problema es que ahora sabe que no es un buen momento para hacerse la dura.
Mentalmente está quebrada, aunque trate de negarlo no cambiará lo que sucede en su interior. Hay noches en las que no puede ni cerrar los ojos, sus pesadillas se vuelven asfixiantes e imposibles de soportar, casi tanto como la cruda realidad.
Físicamente también es un completo horror. Su herida no curará rápidamente, no al menos si sigue forzándose de la forma en que se fuerza y, tanto sus amigos como ella misma, saben que en una situación como en la que se encuentran, no descansará hasta que sienta su cuerpo desfallecer.
Los claros ojos de Daymon enfocan un punto en la lejanía, hay una persona escondida tras los árboles, les vigila desde hace medio día, pero siempre se ha mantenido a varios metros de distancia, cauteloso, tan solo observando.
- ¿Ocurre algo? llevas tenso todo el día – Alexander coloca su mano sobre el hombro de su amigo, se encuentra preocupado - ¿Daymon?
El moreno aparta sus ojos del bosque para enfocarlos en los de color miel de su mejor amigo. Ambos buscan la protección de la princesa, pero no piensa contarle que hay alguien observándoles, sabe cómo reaccionaría y él es todo lo contrario a lo que Daymon puede llegar a ser.
No sabe si es un enemigo, un curioso o, incluso, un aliado.
Se encuentran en los límites del bosque de los salvajes, por aquí hay pocos soldados y si los hay desde luego duda que vayan a esconderse, son demasiado impulsivos y la actitud de su observador es lo contrario.
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Lucha de coronas
FantasyA veces aquellos en los que más confiamos, son los primeros en traicionarnos. Eso es algo que aprendió Olympia cuando menos lo esperaba y eso le marcó todo su futuro. Su vida entera. Odiada por el rey de su reino, su propio hermano, tiene que tomar...