El tiempo pasa y, la estadía de Olympia en el poblado salvaje se va alargando, mientras que el ejército de Deinn se prepara para la inminente guerra y Eitan se compromete a destruirlos a todos, dejando a Olympia la última para que presencie la muerta de sus seres queridos y así destruirla por completo, física y mentalmente.
Llevarla al límite antes de matarla, destrozar su mente antes de poder matarla.
Apenas han pasados tres semanas desde que ellos pisaron de nuevo Peirl, pero Olympia no hace más que sentirse ansiosa, cada vez más, al extremo de levantarse todas las mañanas al alba para entrenarse, preparándose para lo que viene y desahogarse de alguna forma.
Siente que tiene fuertes aliados a su lado. Tanto Rune como Haeri van a servirla de grandísima ayuda para lograr lo que quieren lograr, sin embargo, el tiempo corre y se le viene todo arriba, trata de mostrarse positiva delante de todos, pero en su interior solo se encuentra ansiosa y a la expectativa de lo que ocurrirá.
Deben ganar, por el bien de todos, por su bien, por el bien de Peirl. Por el recuerdo de sus difuntos padres.
El sol apenas acaba de salir cuando su ropa ya se encuentra bañada en sudor y el pelo comienza a adherirse a su rostro por su esfuerzo físico, su cuerpo arde y su respiración comienza a verse cada vez más dificultosa, está llegando a su límite, sin embargo, no planea detenerse ahí, va a sobrepasar una vez más su propio límite.
De nuevo tensa el arco y dispara al centro de la diana, partiendo por la mitad la última de las flechas. Un espectáculo que llamaría la atención de cualquiera que lo viese.
Todos sus tiros han ido directo al centro de la diana, sin fallar ninguno de ellos, sin moverse un milímetro de su objetivo. Siempre en movimiento y ejercitándose antes, como si tuviese enemigos con los que debe enfrentarse antes de disparar.
Pensando en que el centro de la diana es el corazón de todos sus enemigos, practicando para cuando la guerra comience.
- Increíble, simplemente increíble – interrumpe una voz a sus espaldas.
Se gira rápidamente, aunque ya sabe perfectamente a quien pertenece la voz, ¿cómo no va a saberlo si lleva semanas enteras escuchándola sin cesar?
El rostro sonriente de Rune aparece en el campo visual de la princesa, su pelo castaño revuelto por recién despertarse, su piel clara y sus ojos brillando con la luz crea un efecto mágico, uno que no pasa desapercibido para ella, tampoco para su corazón, que sin saber cómo, empieza a latir algo más agitado.
El chico suelta una carcajada al ver lo rígida que se queda su amiga cuando le mira, sin saber que el motivo real se encuentra en el agitado corazón de la joven. Lleva un buen rato observándola en silencio y hasta hace un segundo, ella se encontraba activa, saltando, corriendo y disparando una multitud de flechas sin parar.
Ahora parece que toda esa energía se haya escapado de su cuerpo, luce como alguien agotado y cerca de su límite, aunque no pasa desapercibido en ningún momento como sus ojos siguen brillando y exigiendo más, como en su interior ella sigue brillando.
Sus mejillas se encuentran completamente sonrojadas, se le asemejan al color de las cerezas, rojas y brillantes, aunque él considera que se trata por ele ejercicio físico y no tiene ni idea de la razón real, las nuevas sensaciones que él le provoca con solo una sonrisa o, incluso, su propia presencia.
Olympia toma una profunda respiración antes de hablar.
- ¿Quieres entrenar conmigo? – su voz suena agitada y cansada, todos sus músculos le piden un descanso, pero en su cabeza solo piensa en continuar con el entrenamiento y tratar de ignorar como su cuerpo reacciona a la presencia del joven rey - ¿o has venido solo a observar?
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Lucha de coronas
FantasyA veces aquellos en los que más confiamos, son los primeros en traicionarnos. Eso es algo que aprendió Olympia cuando menos lo esperaba y eso le marcó todo su futuro. Su vida entera. Odiada por el rey de su reino, su propio hermano, tiene que tomar...