El cielo se va oscureciendo a medida que el sol comienza a ocultarse en la lejanía, permitiendo a la luna ser reflejada en las oscuras aguas del lago, el cual se encuentra frente a Olympia y Alexander, quienes no emiten palabra alguna, sino que se limitan a lanzar pequeñas piedras al agua.
Desde que llegaron al poblado de los haers, Alexander lleva deseando tener un momento a solas para poder hablar tranquilamente con su amiga, siente que deberían hablar sobre todo lo que está sucediendo, aunque con todos los últimos acontecimientos, duda si habría que hablarlo ya o esperar a que todo estuviese en calma.
Mientras que, la princesa, se mantiene expectante a que tanto Alexander como Rune intenten sacarle el tema. Sabe que su amigo le ha pedido dar una vuelta a solas para poder hablar del asunto, siente que desde que llegaron hace semana y media, no ha podido ver al castaño demasiado cómodo a su lado, como si siempre que se viesen, él quisiese decirle algo, pero no se atreviese.
- ¿Te encuentras... bien? – comienza Alexander preguntando con cuidado para ir allanando el terreno, aunque es cierto que le preocupa su estado.
- A decir verdad – se abraza las piernas y apoya su mejilla sobre sus rodillas para mirar el perfil de su amigo – no me siento tan mal como creía que iba a sentirme, yo...
Hace una pausa para buscar las palabras correctas con las que expresarse, aunque mientras lo hace, se pierde en los rasgos del castaño.
Se queda observando como el cabello castaño cae rebelde sobre su frente, ocultando ligeramente sus expresivos ojos color miel, que se encuentran perdidos en el fondo del lago. Continúa bajando por el perfil de su nariz hasta sus labios, aquellos que entre las chicas ha escuchado que llaman la atención y te incitan a probarlos.
¿Qué está mal en mí? ¿por qué no puedo verlo como algo más que mi hermano? Seriamos un fuerte matrimonio cuando llegue al trono.
- ¿Olympia?
La voz de su amigo le saca de sus pensamientos y alza su mirada a los ojos de Alexander, el cual no es capaz de disimular su expresión de confusión, aunque es capaz de notar como traga saliva nervioso, quizá por el escrutinio.
- Lo siento, realmente no sé cómo me encuentro actualmente. Es todo demasiado intenso para explicarlo con palabras – toma una gran respiración mientras trata de poner en orden sus pensamientos – me siento enfurecida, dolida y muy ansiosa, siento que si no hago algo ya mismo... no sé, siento que no me encuentro preparada para poder ocupar el trono y aun así siento que debo hacerlo ya mismo.
Alexander coloca una mano sobre el hombro de la chica para tranquilizarla, puede notar la ansiedad en sus palabras y para lo calmada que siempre se mostró frente a todos, siente que es demasiada presión para ella.
- Tranquila, nosotros vamos a ayudarte siempre que podamos – la forma en que Olympia le sonríe con gratitud hace el corazón del chico latir agitadamente, es incapaz de dejar sus sentimientos atrás – Oly, es entendible que todavía no te sientas adecuada para el trono, eso es debido a que no puedes verte desde los ojos de los demás. Créeme, preparada estás.
- ¿En serio?
Alexander asiente con la cabeza.
- Muy en serio – le revuelve el pelo con cariño – no soy el único que puede verlo, tu padre te apoya muchísimo, Haeri tiene fe ciega en ti, por no hablar de lo que pensamos Daymon o yo. Olympia... si no creyésemos que puedes con esto, no te seguiríamos hasta donde te estamos siguiendo, te habríamos pedido que te quedases en Deinn bajo la protección de la familia real.
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Lucha de coronas
FantasyA veces aquellos en los que más confiamos, son los primeros en traicionarnos. Eso es algo que aprendió Olympia cuando menos lo esperaba y eso le marcó todo su futuro. Su vida entera. Odiada por el rey de su reino, su propio hermano, tiene que tomar...