Sobre los lomos de un caballo se encuentra Olympia junto a Alexander, que se mantiene sujetando las riendas del caballo, mientras la chica se agarra a su cintura y de ese modo no caer del animal, mientras continua dandole vueltas a lo acontecido minutos atrás. Daymon se encuentra sobre un caballo para él solo, sin alejarse mucho de sus amigos.
Una vez fueron encontrados por el rey de Deinn, él mismo les invitó al castillo y poco después encargó a los soldados que le trajesen dos caballos para los invitados. Su idea original era que Olympia montase en el mismo caballo que él, pero ante la insistencia de Olympia a ir junto a alguno de sus amigos, y la negativa de Alexander para dejarla en manos del rey, acabó rindiéndose ante la idea.
Ahora los tres se encuentran montando a caballo junto al rey y cuatro guardias reales, que los protegen de posibles amenazas a lo largo del camino.
Alexander aun no borra su expresión de fastidio a pesar de que lleva horas cabalgando.
Desde que ha presenciado como el rey agarraba posesivamente a Olympia ha sentido un fuerte rechazo hacía él. No es solo que esté profundamente enamorado por su amiga, sino que no le cuadra ese entusiasmo por alguien que nunca ha tenido el placer conocer, un verdadero placer bajo su perspectiva.
Olympia es oficialmente una princesa fugitiva, una traidora que ha tratado de ir contra el rey legitimo al trono. Cualquiera que escuche esos rumores no la van a tratar amablemente, no al menos gente de otro reino que no tiene ni idea de lo que realmente ha ocurrido.
Nada más llegar al castillo Olympia se queda mirándolo con los ojos abiertos emocionada y enamorada. El castillo de su reino está construido con ladrillos blancos y con pequeñas decoraciones de plata, es un castillo de cuento, pero el castillo frente a ella no es uno de cuento, con sus ladrillos marrones y grandes murallas te da la sensación de una imponente fortaleza casi impenetrable.
Alexander se baja del caballo y ayuda a Olympia a bajar. Si tuviese un poco más de fuerzas, ella misma habría podido bajar sola del caballo, pero cansada como se encuentra y con el cuerpo tan débil, prefiere aceptar la ayuda que le brinda el castaño.
Los tres entran siguiendo al rey, el cual en ningún momento ha dejado de sonreír. Todos sienten que han caído en la trampa de ese chico, desconfiados y con su cuerpo alerta, no parece que ninguno vaya a ponerse cómodo durante la estadía allí.
En el interior del castillo hay una gran cantidad de guardias reales con sus brillantes armaduras y detalles en color rojo, simbolizando al reino que sirven.
Por muy valientes que sean se encuentran en terreno desconocido, no saben si el hombre que ha ido a buscarlos es un aliado o un enemigo. Si es un aliado pueden seguir con su misión y tratar de convencerle para que colabore con ellos, de lo contrario, tendrían que salir corriendo de nuevo y no tendrían donde esconderse.
Si ninguno de los tres tuviese un rasgo que llamase la atención todo sería más sencillo, pero por la heterocromía de los ojos de Olympia, siempre hay alguien que sospechará de ella.
Además, hace tiempo que se cansaron de huir, están ansiosos por aparecer de nuevo en el reino, pero para hacer a Eitan temblar.
Al llegar a la sala del trono, sentados en estos, se encuentran los padres de Rune. Aunque él ya ha sido coronado como rey tras la renuncia del antiguo rey, ambos se ven cómodos y tranquilos sentados, con sus miradas altivas y las frentes en alto.
Muestran poder y fortaleza.
Olympia traga saliva. Sabe que se ha metido en la boca del lobo, y hay muchos dientes que podrían terminar devorándola.
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Lucha de coronas
FantasyA veces aquellos en los que más confiamos, son los primeros en traicionarnos. Eso es algo que aprendió Olympia cuando menos lo esperaba y eso le marcó todo su futuro. Su vida entera. Odiada por el rey de su reino, su propio hermano, tiene que tomar...